Máximo Huerta (52 años) se encuentra en uno de sus mejores momentos profesionales y en plena gira de su firma de libros gracias a su exitosa novela París despertaba tarde.
Sin embargo, detrás del escritor y periodista se esconde una persona que todavía arrastra los graves problemas de su infancia, los malos tratos que vivió en su casa y que, desde hace varios meses, ha decidido sacar a la luz para liberarse.
El pasado 13 de febrero se estrenaba la segunda temporada de El camino a casa de la mano de Huerta. El valenciano se desplazó a su querido Buñol para rememorar aquellos duros episodios de su niñez, marcada por la difícil relación con su padre -fallecido en 2017-, la violencia doméstica que su progenitor ejerció sobre su madre, Clara -que ahora se enfrenta a un delicado estado de salud- y sobre él mismo.
"Fue un hombre al que seguramente no quisieron bien y por eso no supo querer", subrayó al presentador, Albert Espinosa (50). Aseguró que su padre era un hombre "rígido" y "violento en casa" y que una de sus tareas se basaba en estar en casa y "quedarme vigilando a mi madre, porque era su protección de vida. El seguro de vida de mi madre era yo y si yo estaba, mi padre se podía cortar", confesó.
Unas vivencias que todavía siguen calando hondo en Máximo ya que es algo que "no se cura". "Soy hijo de una familia que no se quiso, que tuvieron que evitarse y que la única cosa que les unía era yo", y añadió: "Mi madre decía algo muy duro y era, '¿cuándo se morirá mi padre?', porque eso significaba su libertad y la mía".
Tras estas declaraciones, el periodista no ha parado de recibir mensajes de apoyo a través de sus redes sociales y en la tarde de este jueves, 15 de febrero, ha vuelto a dar de qué hablar en su perfil de Twitter.
"No pensé que el dolor pudiera mitigarse tantos años después", ha revelado Huerta. Sin embargo, también ha querido afirmar que ese dolor "se puede" superar y que contar su historia también ha servido "para que otros puedan sentir que no fueron los únicos. Que ese temor inundó muchas casas".
Finalmente, ha querido lanzar un "abrazo inmenso" a todos aquellos que le han dedicado unas palabras y a las familias que se han enfrentado a una situación parecida a la suya.
El episodio del programa terminó en la antigua casa de Máximo, a la cual no había regresado desde que era niño. "No he vuelto nunca", reconoció, roto de dolor, mientras se adentraba en el domicilio. Sí pudo entrar en su habitación, pero se negó a traspasar las puertas de la de sus progenitores. "No voy a entrar ahí, a la de mis padres no puedo entrar". El recorrido terminó con Huerta, mirando por la ventana de su habitación.