Cada vez que se pronuncia o se escribe el nombre de Marisol (76 años) un tsunami de emociones invade los medios de comunión y, por ende, se siente a nivel social. La publicación en la portada de Lecturas de una imagen de la protagonista de Un rayo de luz (1960) tras cinco años y, lo más importante, la primera aparición tras la muerte de su pareja, Massimo Stecchini, el pasado septiembre, ha ocasionado nuevamente un fenómeno viral. Su caso es digno de una disección sociológica.
En páginas interiores se la ve con un aire juvenil insólito, con una melena y un cuerpo de ensueño. Es una imagen renovada, no se ha hecho ningún retoque estético y lucir así cuando está atravesando estos momentos tan duros es "insólito", aseguran brevemente a EL ESPAÑOL algunos de sus amigos.
Para el escritor José Aguilar, la persona que más ha escrito sobre la estrella en nuestro país y autor de su biografía oficiosa homónima publicada en 2008, "el mito de Marisol tiene una retroalimentación única en el mundo. Después de estar alejada de los medios tras casi cuatro décadas que siga acaparando el foco de una manera constante es algo que no se entiende. Es un fenómeno para estudiar en cualquier universidad del mundo". Además, para ensalzar aún más la narrativa de nuestra última gran estrella se acaba de estrenar en la XXVII Festival de Málaga el documental Marisol, llámame Pepa.
A la presentación acudió Vicky Flores, hermana mayor de la protagonista que hace unos meses decidió irse a vivir con ella porque no levanta cabeza tras perder al amor de su vida durante 35 años. "Es el mejor apoyo que puede tener -puntualiza Aguilar, ya que su entrega incondicional ha hecho que poco a poco vaya saliendo del oscurantismo en el que estaba metida tras el fallecimiento repentino de su pareja".
Cuando en 1985 Marisol dijo basta, que hasta ahí llegaba el recorrido de su estela, empezó a transformarse este prodigio de la naturaleza hasta convertirse en un mito ausente. Con la película Caso Cerrado, junto a Encarna Paso y Patxi Bisquert y donde Antonio Banderas tiene un papelito, y la miniserie Proceso a Mariana Pineda (1984) junto a Carlos Larrañaga, Juanjo Puigcorbé (68), José María Caffarel y Tony Isbert, entre otros grandes, Pepa Flores acabó con la primera parte de su vida.
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Volvió a refugiarse en su tierra, en Málaga, donde alumbró esa segunda parte de una vida hermética a la que ha tenido acceso poquísima gente. Y, sobre todo, donde las cámaras han aparecido únicamente en acontecimientos familiares íntimos. Sus tres hijas, la actriz María Esteve (49), la psicóloga Tamara Esteve (47) y la cantante Celia Flores (42), fruto de su matrimonio con el bailarín Antonio Gades, han sido sus pilares fundamentales para interpretar su mejor papel en esa faceta anónima, la de madre.
La relación entre ellas es inquebrantable. María, Tamara y Celia han protegido la figura más desconocida de Pepa Flores y, sobre todo, han respetado su decisión de ser una persona anónima a quien le encanta pasear por el paseo marítimo de Málaga donde tiene un amplio apartamento en La Malagueta desde el que disfruta del olor de un Mediterráneo al que Joan Manuel Serrat (80) dedicó su tema más popular.
Justamente el cantautor catalán también escribió la canción Tu nombre me sabe a hierba, que figura en su primer disco en castellano y que en cierto sentido era una especie de carta de amor hacia Pepa. Ninguno de los dos confirmó la relación, pero era vox populi en la prensa del corazón de aquella época que entre ambos había surgido algo especial. En aquella época Marisol se llevó un gran chasco con él porque la dejó plantada en Sudamérica.
Todo lo que rodea el nombre de Marisol está envuelto en un halo de misterio, como sucedía en el punto álgido del star system hollywoodiense en torno a figuras del calibre de Marlene Dietrich o Greta Garbo. De ahí que cuando la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España decidió hacerle entrega del Goya de Honor 2020 se hicieron quinielas para ver si Marisol pisaba el escenario en el Palacio de Deportes José María Martín Carpena de Málaga. Hasta el último momento se albergó esa esperanza ya que jugaba en casa. Pero no pudo ser.
Apareció Celia Flores cantando Estando contigo y tras acabar subió al escenario María, que recogió de manos de Emilio Gutiérrez Caba (81) el galardón. En el patio de butacas Tamara lloraba emocionada y a petición de María también subió al escenario. Penélope Cruz (49) y Pedro Almodóvar (74), al igual que todo el aforo, se levantaron para aplaudir un momento histórico.
María lo dejó claro en su discurso: "Más de 30 años que nuestra madre tomó la firme decisión de bajarse de los escenarios y apartarse de los focos y de los platós para siempre. Y hoy, emocionada, contenta y súper agradecida a la Academia, a los compañeros y a la cantidad de mensajes bonitos que ha recibido a lo largo de estos días. Nos está viendo, no se está perdiendo ni un solo detalle, delante de una televisión grande, en un lugar tranquilo. Y nosotras no nos podemos sentir más orgullosas de recoger un premio en su nombre".
Su madre, a la que cariñosamente llamaron Pepita, se encontraba en un lugar indeterminado, en calma, que tanto le había costado conseguir. La actriz y cantante vio la ceremonia en directo junto a su pareja. Días después de la ceremonia se inauguró en la sede de la Academia la exposición Marisol, el resplandor de un mito donde su íntimo amigo César Lucas (83) exhibió 39 de las mejores fotografías que le realizó entre 1963 y 1973.
Muchos de los negativos que el maestro de la luz tiene en su casa todavía no han visto la luz. En aquella época de máximo fulgor, César llegó a publicar entre dos y tres reportajes mensuales sobre la cantante de Tómbola ya que colaboraba en un sinfín de medios impresos. Incluso fue el único que la retrató desnuda.
Con esa sesión inédita quisieron ofrecer otra faceta de la actriz ya que sobre la mesa había un proyecto con el realizador Bernardo Bertolucci que finalmente quedó en agua de borrajas. Estas icónicas imágenes se publicaron en la portada del número 16 de la revista Interviú en 1976. Se armó un escándalo, pero como dijo en su momento el artista, "Marisol ahí se portó". Quien se quedó pasmada fue su mamá cinematográfica, Isabelita Garcés, que protagonizó junto a Pepa Flores seis películas, entre ellas, Ha llegado un ángel (1961), Marisol rumbo a Río (1963) y Las cuatro bodas de Marisol (1967).
A quien escribe estas líneas, Ricardo Garcés, sobrino de la legendaria intérprete desveló que "para mi tía era como otra hija ya que entre ellas surgió una bonita relación. Ten en cuenta que Pepa era una cría cuando hicieron todas esas películas. Y como mi tía era tan religiosa y cristiana, cuando vio la portada de Interviú se quedó muda. No se lo podía creer". En un momento determinado, Marisol y su esposo, Carlos Goyanes, fueron vecinos de rellano en el mismo edificio de María de Molina, donde también vivía Lola Flores. Se trataba de unos pisos de más de 400 metros cuadrados que, en el caso de La Faraona, tuvo que vender por su multa de Hacienda. Posteriormente, la diva folclórica compró El Lerele en La Moraleja.
César forma parte de ese círculo profesional y de confianza que actúa en cierta manera como un escudo infranqueable ya que de su boca jamás ha salido ninguna indiscreción. A pesar de su juventud, Pablo Alborán también pertenece a ese ámbito sagrado de Pepa Flores ya que entre ellos se forjó algo muy especial desde que se conocieron gracias a una de sus hijas, gran amiga del artista. Ella adora su música y él la venera por lo que ha supuesto para el arte. El magnetismo de Marisol fue tan grande que hasta el entonces Juan Carlos (86), príncipe de España, se enamoró de ella. El boom de la estrella no conoció fronteras.
El merchandising generado a su alrededor no lo tuvo ninguna de nuestras estrellas más internacionales, como Sara Montiel. Se vendían recortables de su figura en el Congo, en Japón se la rifaban e incluso grabó en japonés, los álbumes de cromos causaron furor en Latinoamérica, los cuentos se vendían por millones en nuestro país… No necesitó dar el salto a Hollywood, aunque la meca del cine sí se interesó por ella. Pero Manuel Goyanes, su suegro, productor y mánager se negó a vender su contrato a los estudios Columbia porque era su gallina de los huevos de oro.
Orson Welles se quedó con las ganas de trabajar con Marisol a quien consideraba una de las criaturas más bellas y magnéticas de la historia del cine, y lo decía un maestro que había trabajado y se casó con Rita Hayworth. Con quien sí trabajó con ella fue Mel Ferrer, que la dirigió en Cabriola (1965) y quien por aquellas fechas estaba casado con Audrey Hepburn. Entre ambas mujeres surgió una relación tan bella como envidiable. Mucho ha llovido desde que Marisol debutara en el cine con 12 años.
Su primera película fue Un rayo de luz (1960) que supuso el primer eslabón para una cadena jalonada de éxitos. María José Goyanes, otra de las niñas que trabajó en la película cuenta a EL ESPAÑOL que "Marisol no tenia relación con nadie, rodaba con nosotras y nada más decir corten llegaba una persona y se la llevaba. No socializaba nada con las niñas. Siempre estaba rodeada de mayores o con un tutor. No sé de qué la protegerían porque nosotras teníamos entre 8 y 10 años. Aquello convirtió su infancia en una pesadilla. No hacía vida de niña. No le dio tiempo a disfrutar nada" y añade que "como entre plano y plano podían pasar dos y tres horas nos aburríamos como unas ostras y jugábamos a las cartas o cualquier otra cosas, pero Marisol jamás".
Nunca tuvieron una relación de amistad, pero cuando se han encontrado el trato ha sido cortés y educado. No olvidemos que María José es sobrina de Manuel Goyanes, el productor que se hizo de oro a costa de la niña prodigio. "Recuerdo que fui a la pizzería que tenía en Málaga con Massimo con Encarna Paso, con quien Marisol tenía bastante relación porque habían trabajado juntas en su última película, Caso Cerrado. Mientras Encarna hablaba con la madre de Marisol ella se sentó en mi mesa y estufo hablando conmigo. Fue muy linda". En la actualidad, la Goyanes, miembro de una de las dinastías teatrales más importantes de nuestro país representa por varias ciudades los éxitos Palabras de mujer y Galdós enamorado.