El fallecimiento de Silvia Tortosa este sábado en Barcelona, a los 77 años, a causa de un cáncer, ha pillado por sorpresa a todo el mundo. La actriz llevó su enfermedad en privado, no quiso molestar a nadie. Hacía tiempo que no se sabía nada de ella, pero lo cierto es que cada vez que aparecía en público deslumbraba por su silueta de infarto y una cara bellísima. Ella nunca lo negó y potenció que se hablara de su físico. Estaba muy segura de sí misma.
El escritor José Aguilar, muy amigo de la protagonista de Pánico en el Transiberiano (1972) explica a EL ESPAÑOL que ha vivido con ella "momentos inolvidables": "Nos invitó a mi madre y a mí a pasar la Nochebuena con ella porque había fallecido mi padre. Hubo otras Nochebuenas, acudimos a varias galas de los Goya, celebramos muchas fiestas en su casa, presentó mi libro de Marisol en el Festival de Cine de Málaga y le organicé el homenaje celebrado hace seis años en el Ateneo de Madrid”, recuerda.
A raíz de seis décadas de trayectoria, Silvia amasó una considerable fortuna. Consciente de que la vida de actriz era como una montaña rusa, parte del dinero ganado lo invirtió en varios pisos en Barcelona, ciudad que la vio nacer en 1947, que tenía alquilados y le daban una suculenta renta mensual. Sin embargo, la residencia principal donde vivía en las últimas décadas se ubica en una elitista urbanización en Puerta de Hierro, no muy lejos de donde reside Isabel Preysler (73 años).
[Muere Silvia Tortosa, actriz y musa del destape, a los 77 años tras una larga enfermedad]
Se trata de un chalé adosado esquinero de 396 metros cuadrados, distribuidos en cuatro plantas con ascensor y piscina comunitaria cuyo valor de mercado, según diferentes portales inmobiliarios, puede alcanzar los 1,6 millones de euros. Durante casi 20 años vivió con ella Antonia, la mujer encargada de llevar toda la intendencia y que falleció en el domicilio. A partir de ese momento dejó de tener una interina.
En la planta baja se había habilitado un apartamento donde vivía su suegra, la madre de Carlos Cánovas, a la que prefirieron tener cerca porque en los últimos años tenía problemas de salud seguidos. La pareja se conoció en un evento en Madrid a través de un amigo en común. Empezaron a salir en 2007 y hasta este momento.
En sus primeras declaraciones a ABC ha comentado: “Ha sido todo muy inesperado. No lo esperábamos nadie. Llevamos unos años terriblemente duros en todos los sentidos. Y después de que ella, que era una luchadora, superara el cáncer de pecho, le llegó esta complicación que ha sido fulminante”. La capilla ardiente se instalará este lunes 25 en el Sanatorio de Les Corts y posteriormente será enterrada en el cementerio de Montjuïc.
Cuentan algunos allegados que de un tiempo a esta parte, Silvia se sentía sola, pero siempre estaba ilusionada porque le gustaba idear proyectos nuevos. En televisión, intervino en numerosas novelas en las décadas de los sesenta y setenta, presentó el icónico programa musical Aplauso (1978-1981), actuó en Hostal Royal Manzanares (1996-1997) y en Este es mi barrio (1997). Su último trabajo fue en el cortometraje El purgatorio (2021). Además, de tanto en tanto solía aparecer en entrevistas en espacios del corazón donde le pagaban muy bien a la par que le servía para que su nombre no cayera en el olvido.
En eso era muy inteligente. También era muy previsora y milimétrica en su vida cotidiana y llevaba un riguroso control de sus finanzas. No era tacaña, pero en este sentido ejercía de catalana en Madrid, porque cuando solía quedar con alguien era de las que decía “tú pagas lo tuyo y yo lo mío”. Se podía permitir un chófer, pero a menudo le gustaba coger el transporte público para no perder el contacto con la realidad. Se ponía un gorro y unas gafas y así pasaba desapercibida.
Silvia era una de las pocas que controlaba su imagen por sí misma. Se maquillaba, se peinaba y elegía el vestuario porque siempre consideró que una actriz tenía que saber hacer de todo. También cocinaba de maravilla. El gazpacho de fresas y el roastbeef le salían de escándalo. Sus truquitos los mostraba en su canal de YouTube En casa contigo. Fue justamente Carlos quien le introdujo en la esfera digital allá por 2011.
Antes de encontrar la estabilidad junto a este productor ejecutivo, la actriz y presentadora tuvo varios novios y se casó en cuatro ocasiones. A los 19, lo hizo con el director teatral Hermann Bonnín, uno de los artífices de la reforma del Instituto del Teatro de Barcelona, pero no tardaría en llegar la separación. Lo que llama la atención es que en su libro de memorias, Mi vida oculta. Un desnudo total interior, admitía que su primer esposo había sido un tal Alfredo, de ascendencia germana, de quien también se divorció porque no habían consumado. Luego llegó el actor Rafael Arcos, a quien conoció durante el rodaje de la novela Oblomov (1974), pero terminó dejándole porque era adicto al alcohol. También saldría durante un tiempo con el compositor Felipe Campuzano y el cantante José Umbral.
Al igual que le pasó a Tita Cervera (80), Silvia también encontró su primer gran amor en un avión. Se trataba de Charles Davis, un atractivo ingeniero aeronáutico con quien se casó el 26 de mayo de 1985 en la iglesia presbiteriana del estado norteamericano de Pensilvania. La mala suerte se cebó en ella, ya que falleció el 27 de septiembre de ese mismo año por un edema pulmonar y una miocardiopatía metabólica en un hospital de la ciudad condal.
Paradójicamente, no tardaría en encontrar a su media naranja un tiempo después. Se trataba de David Harper, amigo de Charles y su familia con quien estuvo casada de 1987 a 2003. Cuatro años más tarde conocería a través de un amigo común en un evento de Madrid a su relación más larga, Carlos Cánovas, que llora la muerte de quien ha sido su compañera de vida.