Pablo López (40 años) se ha sincerado como nunca en la última emisión del pódcast de la empresaria Vicky Martín Berrocal (51), A solas con... El cantante ha repasado su vida junto a Vicky y ha hablado, a calzón quitado, de su pasión por la música, del éxito, de la familia, del amor... Pablo acaba de cumplir 40 años y está, sin lugar a dudas, en uno de los mejores momentos de su vida.
"Pablo José López es un soñador constante y un tío absolutamente obsesionado con abrazar en general. Cada vez más, no sólo a las personas, también a los días", comienza López su interviú más sincera. "El momento más importante de mi vida fue el día que conocí el lenguaje más hermoso que hay: la música. Cuando puse las manos en el piano. A partir de ahí, es como un amor extraño", manifiesta.
Para añadir, sobre su familia: "Los amores tienen sus fases. Yo voy in crescendo. Lo primero que tuve fue una guitarra, que me regaló la Lola, mi madre. (...) Somos una familia de tres, mi madre, mi hermano Luis y yo. Mi hermano es un artista y es amigo".
Tiene claro Pablo López que su madre siempre será eso: su madre. Nunca una amiga: "Mi madre no es mi mejor amiga, mi madre es mi madre. Con el paso del tiempo me doy cuenta de lo importante que es que mi madre sea mi madre. Cuando veo a amigos que se llevan bien con su madre, pienso que a mí me gusta que mi madre me ponga caras largas, que quiere que coma, que me acueste...".
"Mi madre me sigue enseñando muchísimo. A tener la puerta abierta de casa, por ejemplo. Vivíamos en un piso muy pequeño, pero allí íbamos todos mis amigos. Allí se ha cenado, se ha dormido... Ahora que me he mudado te digo que no tengo otra forma de vivir que no sea compartiendo. Mi madre me enseñó esa generosidad maternal innata", apostilla.
Admite Pablo que en su infancia hubo dolor, que ha tratado de trabajar: "Ahora, que estoy más reflexivo, tengo una autoprotección extraña. Estoy empezando a recordar cosas y estoy preparado para asimilar. Me he dado cuenta de que sí sufrí y no quise hacerlo ver. Y ya está sanado. Hablo de mis abuelos, por ejemplo. Que te críen tus abuelos es precioso, pero se van pronto... Y hablo de mi padre también. Mi padre se murió hace 10 años ya. Esa muerte mi hermano y yo la pasamos por encima. Nada de duelo".
En este punto del relato, incide en la importancia de gestionar y transitar por el duelo: "Y me di cuenta con el tiempo de que hay que enterrar a las personas, que hay que sufrir. Hay que llorar y hay que pasar muy malos ratos, porque te duele. Si no lo lloras, no lo sanas. Y te tiras soñando durante todo un año con él. Antes soñaba mucho con él, ahora ya no. Un día fue tan real que lo vi, que le dije '¿pero cómo has podido hacerlo para que todos crean que estás muerto?'".
El artista detalla que le emociona "la gente guapa", y explica este término: "Me emociona también la gente guapa. No estoy hablando de un físico. Estar en un lugar y decir 'quiero estar con esta persona hasta que se derrumben los pilares'. De la gente fea cada día salgo más corriendo. No hay nada que me enamore más que enamorarme".
"Si yo tuviera hijos, les diría 'enamórate todos los días de tu vida. No tengas miedo ninguno. No eches freno'. Hay que vivir sin miedo a enamorarse. Hay que caerse y darse con el pico de la mesa", razona ante Vicky Martín Berrocal.
En otro punto de la conversación, desliza Pablo: "Me gusta hacer el amor 10 horas antes de empezar. La manera más bonita de acostarse con una persona es hablar. Después, las otras cosas. Pero la conversación me fascina; descubrir cosas de ti mismo hablando con las personas. No llevar la razón me encanta, que me corrijan con una sonrisa".
El éxito lo tiene Pablo López, y lo agradece y saborea, pero nunca lo buscó: "Mi objetivo no era el éxito. Para nada. Hasta el punto de que si el éxito es esto que estoy viviendo, sí. Pero porque yo puedo subirme y bajarme del escenario. Es precioso subirme y bajarme. Quería poder expresarme en este lenguaje. Yo he vivido muy bien tocando en garitos y en hoteles y conocí a gente de puta madre. Pero me empezó a dar miedo, porque quería expresarme en ese idioma. Tocar otras canciones es hablar por otra gente. (...) Si no fuera escuchado, estaría en un manicomio".
El cantante reconoce que se ha machacado mucho, y que incluso ha vivido etapas en que creyó no merecerse nada: "Estuve una época en la que pensaba que no me merecía nada. (...) A veces cuando llego a mi casa me da miedo, como si no me mereciera lo que tengo. Me da miedo cuando las cosas van tan bien. Es como si hubiera robado. Cuando estoy muy feliz, exultante, y voy por la calle, hay un momento en que se me salta una alarma, pero estoy mejorando".
"No hago terapia. Mi terapia es la música. Lo intenté, y no me va del todo. Una terapeuta me dijo 'no sé si irá bien, porque me vas a llevar a tu terreno'. Sé que hay gente maravillosa por ahí", ha reconocido, entre risas.
"He llorado por amor"
"He llorado por amor, sí. Creo que es necesario, quien no le llore no está vivo. No le he cantado al amor convencional en casi ninguna canción. (...) Con 12 o 13 años, había una en mi clase que le daba bola a todo el mundo. Yo siempre he sido incapaz de dar un paso. Le hice una canción, se llamaban No existen barreras", recuerda.
El sexo es importante, pero no demasiado: "No podría estar enamorado de alguien y evitar el sexo. Aunque el sexo no está en la lista de prioridades para mí. A mí un 'para después' es lo más bonito del mundo. Es muy bonito quedarse con las ganas. (...) Para mí el placer es un vaso de leche con galletas. Soy hedonista, estoy buscando el placer constantemente".
No esconde López que el dinero facilita la vida, pero no le obsesiona: "Yo por dinero no haría casi nada. Lo importante del dinero es olvidarte de él. Es el privilegio más grande del mundo. Está guay acceder a cosas. Por ejemplo, me compré mi primer piano con 32 años. Yo no sé lo que tengo ni lo que gano. No te podría establecer ni un rango. Cuando se pasan fatigas, haces cuentas. Tengo mi casa, tengo mi coche, vivo muy bien. Pero tengo claro que no quiero hacer algo por dinero".