365 días han transcurrido desde aquella aciaga, dolorosísima mañana en que Fernando Sánchez Dragó falleció a los 86 años, a causa de un paro cardíaco, en su residencia de Castilfrío de la Sierra, en Soria. Sánchez Dragó, uno de los literatos más virtuosos y laureados que ha dado España, amén de brillante periodista, perdía la vida en los brazos de la mujer que ocupó su corazón hasta el final, Emma Nogueiro.
Ambos protagonizaban entonces una sólida historia de amor a la que nada afectó los 57 años de diferencia de edad de la pareja. Se amaban, por encima de todo número. Esa mañana Fernando se comenzó a encontrar mal a eso de las diez y, prácticamente una hora después, su razón de amor y fiel compañera de vida, Emma, firmó su parte de defunción.
"Es la vida que se te escapa entre los huecos de los dedos. (...) No te voy a negar que es durísimo, que se muera una persona y que se te muera como se murió: en mis brazos", confiesa Nogueiro en conversación con EL ESPAÑOL. Emma sobrelleva la ausencia, vastísima, de Fernando como buenamente puede: con dolor, resiliencia y muchos recuerdos.
El mayor homenaje se lo brindará Emma al escritor este próximo 17 de abril. Ese día, sale a la venta el libro Querido Nano, editado por Planeta, "una exaltación del amor por la vida que Fernando Sánchez Dragó mostró a lo largo de su trayectoria, a través de los ojos de su madre", reza el dossier de prensa. Se trata de un proyecto en forma de libro biográfico basado en las cartas que Fernando se intercambió durante décadas con su madre.
Un revelador y bello material que, un buen día, Emma, la última pareja de Dragó, encontró en un baúl, quedó maravillada y se le encendió la bombilla. "Fernando, aquí hay un libro", cuenta ella a EL ESPAÑOL que le dijo a su pareja, estando ambos confinados en Soria, en aquel pandémico 2020. Emma, periodista de profesión, habla con pasión, aceleradísima, con una energía desbordante que consigue transmitir al que la escucha.
¿Cómo surge Querido Nano?
Esta idea es muy fácil de explicar. En el año 2020, en septiembre u octubre, en plena pandemia, cuando ya estaban más abiertas las restricciones Fernando y yo viajamos a Soria, a su casa de Castilfrío de la Sierra. Nos refugiamos allí estos dos meses. Entonces, Fernando era ya una persona de bastante edad y ese miedo al posible contagio de la Covid-19 todavía persistía un poco. La vida que hacíamos era hogareña. El pueblo tiene como 20 habitantes: no hay muchas cosas que hacer allí.
¿Cómo era vuestro día a día?
Yo me dedicaba a recogerle, a ordenarle su archivo. Un buen día encontré un baúl, un poco destartalado, con una serie de legajos. Lo abrí y allí apareció una correspondencia entre Elena, la madre de Fernando, y Fernando. Una correspondencia que recorría, básicamente, desde el año 56, cuando a él lo encarcelan por primera vez en Carabanchel, hasta el año 79-80, cuando se publica su primer libro, Gárgoris y Habidis.
Y quedó enamorada de aquel material.
Yo me enganché a esa correspondencia desde el motivo cero y me di cuenta de que había un anclaje literario muy potente. Ya no sólo por la parte de Fernando, que sus cartas eran pura literatura, sino también por el carácter y la personalidad de Elena, de su madre. Entonces, las leí y las repasé durante varios meses.
Hasta que un día le dije a Fernando, 'oye, Fernando, aquí hay un libro y yo lo quiero escribir'. De alguna manera en homenaje a Fernando y a su madre, que era un mujerón y un personaje interesantísimo. Entonces, repasé también la correspondencia que tuvo Fernando con amigos de estas décadas. Poco a poco, fui convirtiendo esas cartas en literatura.
¿Por qué recibe ese título el libro: Querido Nano?
La madre de Fernando era de origen medio francés, medio alicantino y su madre siempre encabezaba las cartas con Querido Nano. Que era como llamaban a Fernando en el ámbito familiar. A sus 86 años, ¡yo todavía lo seguía llamando Nano! Entonces, Querido Nano me parecía muy original, familiar y entrañable.
Cuente la historia de la foto en blanco y negro que ilustra la portada.
En esa foto, Fernando tendría como uno o dos años, con lo cual nos vamos al año 37 o 38. Era plena guerra. La relación entre Fernando y su madre fue siempre muy nutrida de aventuras. Fernando, con poco menos de un año, viaja hasta al aeródromo de Orán porque al padre de Fernando lo fusilan durante la guerra, y la madre emprende un viaje por todo el territorio nacional para buscar a ese marido, ya muerto y fusilado.
Un viaje que dura un año. Elena se lleva a su bebé, al retoño y a su hermana. Ella foto está hecha en Ferrol, porque durante los últimos años de la guerra un hermano de su madre vivía en Ferrol y se refugiaron un poco en esa casa hasta que el niño tuvo un poco de más edad.
¿El libro está escrito en primera persona?
Sí, el libro, de alguna manera, me inspiro en la madre de Fernando y paso a ser ella. Es la voz de su madre, que cuenta toda la peripecia de la vida de Fernando. Es un libro homenaje a su trayectoria, pero desde la óptica de su madre. De una madre que, de alguna manera, se sorprende y se apabulla un poco con las aventuras que tiene su hijo, pero que, al mismo tiempo, la entretienen y ella admira. Ella le da alas a esas aventuras, para que su hijo las viva.
¿Cuánto tiempo ha tardado en escribir el libro?
Pues empecé a finales de 2020, más o menos en el mes de noviembre o diciembre, y lo terminé a principios del 2023. A Fernando le dio tiempo a leer hasta la mitad del libro. Hay una carta escrita por Fernando, dirigida a mí, en la que él se siente muy orgulloso de lo que yo he escrito.
La única pena que tengo es que la última parte del libro no le dio tiempo a leerla. Él no sabe cómo termina este libro, pero me quedo con que pudo leer el principio. Lo leíamos juntos y él iba haciéndome de vez en cuando anotaciones de 'esto fue así'. Yo recuerdo que mi mayor triunfo fue cuando un día estábamos en el salón de la casa de Fernando y a Fernando se le caían las lágrimas al recordar los momentos de su infancia y su juventud...
¿Le ha servido este libro para conocer mejor a Fernando?
Hay que diferenciar mucho entre el personaje y la persona. Evidentemente, nunca nadie es como los medios proyectan. Mi relación con Fernando duró siete años y, claro, yo cuando empiezo a escribir este libro yo ya conozco mucho a Fernando. Compartir una historia con Fernando era conocerlo hasta el fondo. Entonces, cuando yo empiezo a escribir esto, mal que bien tenía una noción. Lógicamente, al repasar todas estas décadas, que yo siento como si fueran mías pero, desgraciadamente, no pude vivir, tuve una percepción de cómo era la vida en años anteriores que me deslumbró por completo.
Ahora que se cumple un año de la muerte de Fernando, ¿se le hará algún tipo de homenaje?
Yo creo que Fernando, como personas muchas personas, era de los que creía que los homenajes se dan en vida. Él tuvo una vida plasmada de éxito y de premios, de reconocimientos. La verdad que el año pasado, por estas fechas, cuando fallece, toda la familia apreciamos el calor de aquellos que se desplazaron hasta Soria. Luego hubo, en noviembre del 2023, un encuentro en un ciclo de conferencias que él solía ofrecer en Ávila cada uno o dos meses. Se llamaba El camino del corazón, como uno de sus libros. Y fue también un homenaje.
¡Y este libro es el gran homenaje!
Para mí, la publicación de este libro es mi particular homenaje a la vida de Fernando. Mío y de todas las personas que me han ayudado. Cuando presentemos este libro, pues será otro homenaje más.
Por último, ¿usted cómo se encuentra? ¿Cómo lleva la ausencia?
Hombre, ha sido un año durísimo. Yo siempre digo que este año ha durado como tres otoños, seguidos y de los malos. Entonces, claro, cuando fallece una persona con la que has compartido amor y tu vida... Date cuenta que yo lo conozco con 23 años y se me muere cuando tengo 30. Toda mi primera etapa de madurez yo me hago persona, mujer y escritora a su lado. Fernando era una especie de muleta para mí y todo era muy cómodo y satisfactorio.
Gestionar la ausencia es terrible.
Cuando alguien fallece, ese vacío no lo llena nadie. Pero, bueno, a Fernando se le conoce, y él siempre lo decía, leyéndole. Supongo que de alguna u otra manera, él sigue estando con todos nosotros. Siempre que le echo de menos, recurro a sus libros, a sus vídeos, a sus palabras. No te voy a negar que es durísimo, que se muera una persona y que se te muera como se murió: en mis brazos. Y de manera tan rápida.
¿Cómo era él?
Con 86 años, Fernando estaba en la flor de la vida. Tenía una vitalidad, una cantidad de planes... El 10 de abril, a las diez y cuarto de la mañana, me dice que se encuentra mal, y a las once y seis minutos firmo su parte de defunción... Es la vida que se te escapa entre los huecos de los dedos.