Carla Vigo (23 años) se ha propuesto romper con su anterior vida y comenzar una nueva. Su sueño de ser actriz todavía sigue presente, pero quiere buscar otros caminos y proyectos que le hagan triunfar. Su siguiente meta es ser tiktoker e influencer y poder ganarse la vida como una exitosa creadora de contenido.
Sin embargo, no sólo su trayectoria profesional está experimentando una metamorfosis, también su vida personal. Tal y como ha podido conocer EL ESPAÑOL en exclusiva, la sobrina de la reina Letizia (51) quiere abandonar su piso tutelado del barrio madrileño de Chamberí tras "recibir el alta", han asegurado fuentes cercanas a la joven a este periódico.
Este diario desveló a mediados de marzo todos los detalles de la casa en la que ha estado viviendo desde finales de 2023 junto a ocho personas. La prima de la princesa Leonor (18) confió en la Asociación de Iniciativas Sociales (AISS) para encontrar su nuevo refugio. Cabe destacar que la AISS es una asociación "no lucrativa que pone a su disposición pisos tutelados para personas con enfermedad mental", según se indica en su página web. También este medio averiguó que el coste mensual de las plazas era de 1.500 euros -con todo incluido- si la persona compartía habitación, o de 1.790 euros si el dormitorio era individual.
Ahora, Carla se muda y puede decir adiós a este inmueble y empezar una nueva etapa de su vida sin el amparo de una asociación que le respalde o le guíe. Un ilusionante y radical cambio vital que sin duda supondrá todo un tsunami y que reestructurará la forma de vivir a la que se había acostumbrado hasta entonces.
Según comprende este periódico, la hija de la fallecida Érika Ortiz, hermana de la Reina, está buscando "la casa de sus sueños" y ya está "totalmente sana" después de su ingreso en un hospital psiquiátrico en 2022 donde intentó asimilar el cúmulo de problemas que ha arrastrado desde la infancia. También padecía bulimia.
Vigo ha encomendado este propósito a la agencia inmobiliaria alemana Engel & Völkers -una de las más reconocidas entre los vips-. Rostros conocidos como la difunta María Teresa Campos, Malú (42), Carlos Seguí (48) -el exmarido de Patricia Conde- y ahora la propia Carla han dejado en manos de dicha agencia las gestiones de sus inmuebles.
La hija del escultor Antonio Vigo (51) ha sido asesorada por la directora de ventas de la empresa asentada en Madrid, Sonia Catalán, y espera encontrar su hogar de ensueño cuanto antes. Ha sido este pasado miércoles, 17 de abril, cuando la estrenada influencer se ha desplazado a uno de los locales de la agencia en la capital española en busca de una vivienda. Carla acudió con un look a juego compuesto por un top asimétrico y una falda en tono verde pistacho y un bolso marrón Birkin de Hermès.
Antes de mudarse al piso tutelado, la nieta de Paloma Rocasolano (72) se asentó en el barrio residencial de Montecarmelo, con una amiga y con la madre de ésta, después de establecerse en un piso ubicado en el barrio de Lavapiés desde 2021. Hasta los 18 años, Carla vivió con su padre en el municipio madrileño de Aranjuez. En sus últimos años de instituto, la nieta de Jesús Ortiz (74) iba y volvía todos los días en tren al Isabel la Católica, centro de estudios ubicado cerca de Atocha.
Sus problemas de salud
La vida de Carla Vigo siempre se ha desarrollado de una forma absolutamente paralela a la de su familia materna y, en concreto, la de su tía Letizia y sus primas Leonor y la infanta Sofía (16).
Ya desde pequeña tuvo que afrontar el inesperado fallecimiento de su madre, Érika, en 2007, en extrañas circunstancias. Desde entonces, los problemas han sido una constante. No fue hasta 2023 cuando la joven aspirante a actriz se sinceró como nunca antes sobre sus problemas de salud.
Vigo afirmó que le habían diagnosticado TCA, un trastorno relacionado con la autopercepción y la distorsión de la imagen corporal como la bulimia o la anorexia. En concreto, Carla aseguró que padecía el primero de esos dos trastornos. Tuvo que ser hospitalizada. Un año atrás, ingresó en un psiquiátrico tras romper con su expareja. "Estuve un mes y medio ingresada. No quería comer ni dormir porque había roto con Álvaro", aseguró a la revista Lecturas.
Sobre su estancia en el centro, desveló que había "normas muy estrictas" como por ejemplo: "Llevaba un bolso que tenía una cadena y me dijeron que no podía pasarlo, y si querías fumar había mecheros atados con candados para que nadie pudiese hacer nada".
Cuando por fin salió, subrayó que se sentía "sin energía", y que enfrentarse a "la vida real fuera me daba miedo, ya que no tienes a nadie que te está vigilando".