Mayra Gómez Kemp (76 años), la inolvidable presentadora estrella del Un, dos, tres... responda otra vez, acaba de anunciar su retirada de la vida pública, su jubilación. Kemp dice adiós con la elegancia con la que llegó a la televisión y tras una vastísima carrera profesional que habla por sí sola: con todo hecho y demostrado.
La cubana de nacimiento ha decidido, pues, despedirse en un momento vital sereno, aunque eternamente triste y aciago desde que el 18 de enero de 2021 murió su marido, su bastón, Alberto Berco. Desde entonces, la vida nunca fue igual. Gómez Kemp lo es todo: televisión, comunicación, fuerza, carisma, valentía y capacidad de superación.
Mayra, con su sempiterna dulce sonrisa, ha plantado cara al cáncer en dos ocasiones -en 2009 y en 2012-, y tuvo que volver a aprender a hablar. Le costó muchísimo empezar de cero. Ella, tan perfeccionista y con una dicción impecable. Ahora, a los 76 y sin el hombre que le daba fuerza y energía y compañía, Mayra se despide. Lo ha hecho público en el programa El Faro, de Mara Torres (49).
Según sus propias palabras, "voy a hacer lo de Napoleón, retirarme a los cuarteles de invierno. Creo que ya está bien, que ya hice lo que tenía que hacer. Ahora hay que darle paso a la gente joven. (...) Esta es, probablemente, mi última entrevista. (...) Quiero que la gente recuerde a la Mayra que vio, a la que tenía una dicción casi perfecta, a la que se veía todavía joven y guapa".
EL ESPAÑOL ha podido conocer qué se esconde tras esta retirada y cómo es el día a día de Mayra. Kemp, coherente con su decisión, no ha querido hablar cuando este periódico se ha puesto en contacto con ella. No obstante, una fuente arroja algo de luz sobre el nuevo horizonte de la que marcó un punto de inflexión en la historia de la televisión española. Mayra dice adiós tras escuchar los buenos consejos de su entorno.
La decisión de su retirada la tomó única y exclusivamente ella, pero bien asesorada y aconsejada por quienes la cuidan y protegen. Mayra no tuvo hijos, pero siempre consideró como tal a la descendencia de su marido, sus dos hijas, Viviana y Roxana, fruto de un matrimonio anterior.
Ellas, junto a una reducida pero selecta red de amigos y otros familiares, conforman el entorno de Mayra en esta etapa vital de su vida. "Es hora de descansar, de estar tranquila", le confió, hace unos días, la presentadora a Mara Torres. Toda una declaración de intenciones.
Quien bien la conoce insiste en que sigue tocada desde la partida de su esposo -Alberto murió de un infarto a los 91 años-, pero el hecho de que su oncóloga le haya dado el alta médica le ha hecho ver "que la vida merece más la pena", se sostiene a este medio.
Qué felicidad -y liberación- la que sintió Mayra cuando su médica le dijo que el cáncer, en fortuna, quedó atrás. "Alberto estaría tan feliz...", reflexionó Mayra en el citado espacio radiofónico. Detallan a este periódico, sobre el día a día de Kemp, que es una buena lectora, lee mucho y da paseos por su barrio, casi siempre con la mascarilla: "Desde la pandemia no se la quita".
Siente pasión por el cine y ve muchas películas. Habla mucho por teléfono con amigas y familiares, aunque tiene una vida social muy reducida. Cada vez le gusta menos salir de casa, pero sus amigos la animan y la visitan. Sobre todo, una íntima amiga. Kemp siente el cariño y la admiración y el amor que le brinda el público cada vez que pisa la calle.
"La gente, pese a llevar mascarilla, me reconoce. Me dicen que saben quién soy por mi timbre de voz", ha asegurado ella misma. Como no podía ser de otro modo, abundó en su historia de amor con el hombre de su vida, con la primera y única persona con la que "tuve un orgasmo", como admitió en la ondas. Cuando se van a cumplir tres años del fallecimiento de su esposo, Mayra lo recuerda.
Revela que Alberto Berco padeció una depresión y tuvo que tomar ansiolíticos cuando se enteró de que su mujer estaba enferma de cáncer. En cambio, piruetas del destino, fue ella quien se llevó el mazazo más duro cuando en enero de 2021 tuvo que enterrarlo.
Este deceso noqueó a Mayra. Nada le hacía presagiar que esa mañana, aparentemente apacible y serena, iba a ser la última que amanecía al lado de su esposo. "Al despertarse, me dijo: '¡Qué bien he dormido! He dormido muchísimas horas'. Él llevaba varios días sin poder dormir bien y estaba muy contento", relató entonces una Gómez Kemp abatida y devastada.
A los minutos de decir esto, su razón de amor "se le fue" al quitarse el pijama para emprender un nuevo día. Así, sin más. Nunca imaginó que Alberto "estaba tan cerca de la muerte". Desde entonces, Mayra está obligada a convivir con la soledad, que, para más inri, el coronavirus acentuó malvadamente.
El pasado 14 de febrero, Día de San Valentín, Mayra cumplió 76 años. EL ESPAÑOL la contactó justo un año antes, el día de sus 75. Ella habló de lo complicadísimo que le estaba resultando ese día, porque Alberto era súper detallista con ella en el festejo del amor. "Es un día difícil para mí porque es el día de los enamorados y el amor de mi vida ya no está", expresó.
"Fíjate, voy a contar algo que nunca he contado. A Alberto, por San Valentín, le gustaba cocinar y lo hacía muy bien. Además, siempre me decía que nunca me regalaría flores, porque siempre acaban muriéndose. Lo que me compraba eran plantas. Decía que tengo mano especial para las plantas, tengo la casa llena", compartió con EL ESPAÑOL.
Juntos desde hace casi medio siglo, Mayra ha confesado en más de una ocasión lo importante que fue Alberto para que ella afrontara con fuerza y ánimos el cáncer de lengua que sufrió en el año 2009, así como el de garganta que padeció también en 2012.
"No se separaba de mi lado, me animaba con todas sus fuerzas, tanto cuando me detectaron un cáncer de lengua en el 2009, como el de garganta tres años después. Siempre juntos, apoyándonos el uno en el otro en lo bueno y lo malo", aseguró. Enfermedades de las que, afortunadamente, se recuperaba poco después.