A la altura del número 34 de la céntrica calle Atocha, en el corazón de Madrid, una imponente mujer de cabellos morados luce unas gafas de sol firmadas por Chanel y un impresionante vestido negro. Los coches van a toda velocidad, los semáforos tornan del rojo al verde pasando rápidamente por el ámbar, y un chico que reconoce a la fémina frena en seco con cara de estupefacción y las manos en el pecho.
"Eres... eres Edith Salazar, ¿verdad?". "Sí, cariño", responde la artista, sonriente, acostumbrada. "¿Me puedo hacer una foto contigo?", pregunta, titubeante y nervioso el joven. "¡Pero claro!", dice ella, pletórica, feliz, que accede de buena gana a retratarse varias veces con su seguidor. La despedida de ambos creó un ambiente de energía precioso. "Mucha salud y bendiciones", se desearon mutuamente.
EL ESPAÑOL ha tenido el orgullo de poder citarse con Edith Salazar con motivo del estreno de su nuevo tema, Orgullosa. Con letra de la propia artista y con música compuesta entre ella y el prestigioso productor Igor Romero, el tema es toda una declaración de intenciones y una reivindicación de lo que uno es y la libertad de ser. Edith Salazar derrocha todo su potencial vocal en este poderoso tema de corte afro beat, latin, disco. Edith Salazar está hoy, más que nunca, Orgullosa.
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¿De qué está orgullosa Edith Salazar?
Yo estoy orgullosa de la vida que he vivido, de cómo me he reciclado, de cómo me he levantado cuando me he caído, de haber escogido ser músico, ser artista, de haber viajado a España cuando era muy jovencita y haberme quedado en este país que tantas oportunidades me ha dado.
¿Con qué edad hizo usted ese viaje a España?
17 años.
O sea, que ya hace algún tiempo. No mucho, ¿eh? Pero algún tiempo.
No hay que decir los años, pero sí, llevo muchísimos años en España. Nacionalizadísima. Me siento de aquí, aunque sigo teniendo un acentillo.
Pero no lo pierda nunca.
La gente me pregunta si soy andaluza. Los venezolanos dicen que hablo raro. Los madrileños me dicen "tú no eres de aquí". Y los canarios me preguntan, "¿de qué isla eres?".
Diles de La Graciosa.
(Ríe) ¡Eso es gracioso!
Edith, esta canción es un golpe en la mesa, una reivindicación. ¿Usted ha tenido que imponerse mucho?
Sí, he tenido que imponerme, porque cuando yo empecé, que era muy jovencita, las mujeres no estaban en la música, no había mujeres músicos. Ten en cuenta que yo, cuando empecé la primera gira con Miguel Bosé, eran 40 hombres y yo. Entonces, claro, tenía que pisar fuerte y demostrar carácter y muchas veces he tenido que, incluso, hacerme la dura, cuando en realidad yo soy sensible, dulce, muy cariñosa, pero bueno, los tiempos han cambiado. Afortunadamente, ahora las cosas están mejor, las mujeres estamos mejor, aunque nunca hay que bajar la guardia. Porque hay que seguir reivindicando nuestros derechos, sobre todo salariales y que no haya más violencia de género.
En el vídeo de Orgullosa salen mujeres de todo tipo, de toda raza, de toda talla, de todas las edades... En un mundo dominado por hombres y más en la industria musical, ¿usted ha sentido alguna vez la discriminación por ser mujer?
Bueno, no directamente, pero sí la hay, cariño. Si tú te pones a ver en las discográficas o en los festivales, los directivos son hombres. Las mujeres somos minoría, por eso te digo que hay que seguir batallando.
Y en las altas esferas, en las que me consta que se ha movido, ¿ha sentido la discriminación por ser latina?
También la he sentido, pero no yo no me doy por aludida. Yo soy una persona tremendamente positiva y siempre he pensado que el problema no lo tengo yo, lo tienen los otros. Eso también se lo debo a mi madre... es que mi madre me dio una formación maravillosa y una forma de vivir en libertad, pero, sobre todo, preservando tu bienestar, tu paz. Entonces, cuando las personas te hacen cosas, el problema lo tienen esas personas: no lo tienes tú.
¿Cómo era ella?
Mi madre era maravillosa, cariño. Mi madre era un ser de luz. Fue mi gurú del amor. Una pedagoga. Por ella yo entré a ser maestra. O sea, yo soy una pedagoga gracias a mi madre. Mi madre fue una gran pedagoga, venezolana, artista, pero mi abuelo no la dejó ser artista. Entonces, claro, ella... yo creo que a través de mí se realizó. Ella, de alguna manera, me veía como una prolongación suya.
Usted fue el sueño que ella no pudo cumplir.
Exactamente. Tú lo has definido. Así es. Y mira, fíjate qué fuerte, ella fue mi principal mecenas, mi primera fan. Fue la que me dio la formación que tengo. O sea, yo le debo todo a mi madre. Y, bueno, por supuesto también a mi constancia, a mi perseverancia, a mi trabajo cotidiano. El público lo que ve es el brillo y el glamour, pero lo que hay detrás del brillo y el glamour es un trabajo endemoniado.
Y a menudo bastante poco reconocido.
Poco reconocido. Como yo hay muchos artistas que están en la misma situación. Lo que pasa es que yo no tiro la toalla. Ya te digo, yo soy muy de reciclarme y yo soy una mujer tremendamente positiva, entonces eso me salva: le doy la vuelta a todo, nunca me quedo con lo malo, siempre con lo bueno y así aligero el peso.
¿Qué le diría usted a la gente que ve siempre el vaso medio vacío?
Bueno, esas personas son unas eternas insatisfechas, porque el ser humano tiene una cuestión que es que siempre se compara con el que tiene más, nunca con el que tiene menos. Y si nos damos cuenta, tenemos mucho y tenemos que dar gracias y somos afortunados. ¿Tú sabes la cantidad de gente que no tiene nada que llevarse a la boca para comer o que no tiene un techo? También hay que relativizar, hay que ser un poco menos quejica, y seguir. Mientras estemos vivos, hay que seguir adelante. A esas personas les diría que se revisen y sobre todo, que den más valor a lo que verdaderamente lo tiene.
El adjetivo Orgullosa lleva como raíz la palabra orgullo, y orgullo, definitivamente, es una palabra que está vinculada al colectivo LGTBI. ¿Qué le da usted a los miembros del colectivo y qué recibe de ellos?
¡Yo amo, amo al colectivo! Mira, para resumírtelo, la mayoría de mis amigos son del colectivo. Mis grandes amigos son del colectivo. Las personas que nunca me fallan, son personas muy leales, muy constantes en el amor y en la amistad. Entonces yo me caso con ellos. Tengo muchos fans, que también son del colectivo que me persiguen, van a todos los sitios, compran entradas, compran mis discos... Entonces, creo que es una fidelidad. ¿Cómo no la voy a tener con ellos?
Ahora vamos a darle la vuelta al término. ¿De qué no está orgullosa Edith Salazar?
A mí me indigna, sobre todo, la injusticia y me indigna la violencia. Eso es una cosa que me sienta muy mal. Me escuece.
Edith, ¿por qué le escribimos tantas canciones a nuestros amores o a nuestros desamores, pero tan pocas canciones a nuestros amigos?
Qué bonito lo que me acabas de decir. ¡Y fíjate que me acabas de dar una idea! (Ríe)
Para mí, mi familia también son mis amigos. Esa es mi familia, mi familia elegida.
Me pasa lo mismo que a ti. Yo aquí, en Madrid, la familia que tengo son todos amigos, mis amigos del alma. A mis amigos les demuestro mucho el amor. Yo soy una persona muy afectuosa y cuido los afectos.
Dicen que en la televisión no se hace amigos y usted ha hecho mucha tele. ¿Ha sacado algún amigo de la televisión?
Sí, he sacado. No muchos, pero sí, algunos.
¿Podría decir nombres?
Sí, claro. Ainhoa Arteta es mi amiga y la saqué de la televisión, Rosa Benito, Rosario Mohedano... Son personas a las que he conocido por la televisión y les tengo mucho cariño. Y ellas a mí.
¿Echa de menos la televisión?
Bueno, yo nunca estoy desligada de la televisión, pero sí, sí me gusta mucho el formato televisivo. A mí me divierte mucho, lo que me fastidia es cómo se comportan las personas dentro, sus actitudes. En la tele va todo muy rápido, hay mucho "quítate tú para ponerme yo". Esos...
Esos codazos. Y usted no es de dar codazos.
Todo lo contrario. Yo soy de dar abrazos y de ayudar y de propiciar. Mira, justamente hoy me hicieron una entrevista en un sitio, me preguntaron por una cantante, les di el teléfono, les dije "oye, llamad a esta". O sea, yo ayudo mucho a la gente, yo pienso que la gente que no ayuda es porque no se siente segura de sí misma.
¿Cómo ve ahora a aquellos alumnos suyos de Operación Triunfo que fueron unos bebés y ahora son unos artistas?
Bueno, yo tengo un gran recuerdo, un bello recuerdo y aparte muy entrañable, sobre todo de la primera edición [se refiere a la edición de 2006 de OT, la primera emitida en Telecinco], porque fue una cosa única, tanto para ellos como para mí, muy novedosa. Y, bueno, a mí me dio la popularidad y esos chicos eran chicos que la mayoría apenas habían salido de casa. Bueno, Soraya Arnelas sí, porque Soraya era azafata, Soraya ya era una mujer muy segura, volaba. Sergio Rivero, que fue el ganador, tenía 18 añitos, un talento... Yo no entiendo cómo ese chico no es más famoso, cómo no ha triunfado.
¿Cómo se llamaba el otro chico, el que era rockero? ¡Víctor!
Víctor era una cosa... Qué voz. Ese hombre era un crooner. Sí, tenía un timbre y una facilidad auditiva increíbles. Se aprendía y cantaba lo que le echaras: desde rock hasta estándar de jazz. Era, de verdad... Me gustaría saber qué ha sido de él. ¡Gran cantante!
¿La televisión le puede hacer rico?
Sí, lo que pasa es que a mí no me hizo rica porque yo no gané tanto (ríe). Hay otros que han ganado muchísimo más dinero y los que permanecen en la televisión, y año tras año... Pues, claro, las entradas de dinero son importantes.
¿Y qué le ilusiona ahora mismo, Edith?
Bueno, no es que me apetezca, es que lo voy a hacer: voy a cantar en el Orgullo y voy a estrenar Orgullosa en el Orgullo. ¡Estoy tan feliz! Además, estaré en el Festival Experimenta 2024. Voy a cantar en Bari, en un festivalazo, el día 6 de julio.
¿Y cómo va a ser esa actuación en el Orgullo?
Bueno, la estoy preparando... Va a ser muy potente. Quiero contar con las bailarinas del videoclip, que son maravillosas, que mueven los pañuelos chinos... Y voy a llevar un súper look. Voy a salir ahí a partir la pana, O sea, voy con todo, y a disfrutar ese fiestón que es el Orgullo y a reivindicar derechos. Y, sobre todo, a que todas las mujeres también se identifiquen con ese mensaje de Orgullosa, ¿no?
Queda todavía mucho por hacer en el tema del colectivo y en el tema de las mujeres, ¿no? Que deberíamos estar todos en el mismo barco, pero parece que hay quienes se creen con más derechos que otros.
Pero eso se tiene que acabar. Por eso no hay que bajar la guardia, hay que seguir, hay que seguir apoyando y, sobre todo, las personas que, de verdad, creemos en la libertad tenemos que seguir apoyando al colectivo. Yo, como mujer, cada día estoy más comprometida con las mujeres. Es así.
¿Cómo es Edith Salazar cuando las luces se apagan?
Muy normal, una persona sin aspavientos. Yo soy una persona muy tranquila, muy de andar por casa, con mi marido, con mi perrita, que vengan mi sobrina, mis amigos... Cocinar, meditar, tocar el piano, dar clases. Soy una persona muy, muy tranquila, muy serena.
Me acabo de enterar de que usted está enamorada.
¡14 años, felizmente casada!
¿Podemos saber un poco más de él?
¡No! (ríe)
Bueno, por lo menos una pista. ¿Nacionalidad?
Él es brasileño, pero no quiero decir más. Yo lo respeto mucho, porque a él no le gusta aparecer. Él es una persona muy discreta, muy tímida. Respeto eso en él, e incluso te voy a decir una cosa: me viene muy bien porque me saca de todo este peliculero, claro.
¿Su marido la baja a la Tierra?
Sí, a veces nos hace falta, porque como estamos rodeados de tanta tontería... El ego es muy peligroso en esta profesión.
¿Y cómo se puede luchar contra él?
Pues yo creo que, sobre todo, recuperando la humildad. Siendo un ser humano.
Hay quien no la conoce y nunca la ha conocido.
Bueno, ese tiene un problema. Seguramente se va dando batacazos por la vida, pero la humildad es muy importante porque todos somos seres humanos y todos nos vamos a morir. Aquí no se queda nadie.
¿Piensa mucho en la muerte?
Yo no pienso a diario en la muerte, ni muchísimo menos, pero tengo claro que eso va a suceder, porque es la única certeza que tenemos desde que nacemos: nos vamos a morir. Por eso yo no le doy valor a lo que no lo tiene ni magnifico los problemas. Como dice el dicho, "si se puede solucionar, ¿para qué te preocupas? Y si no se puede solucionar, ¿para qué te preocupas?". Entonces, yo creo que esto dura muy poco.
Raúl, la vida dura muy poco, y te lo digo de corazón. El tiempo que estemos aquí tenemos que hacernos la vida más amable. Por eso yo no entiendo esa gente que se pasa la vida cabreada, que se pasa la vida peleando, que se pasa la vida deprimida. Mi amor, se te va a pasar el tiempo en eso.
¿No cree que a esa gente que siempre tiene ese punto de negatividad le sobrevienen ciertas enfermedades por sus propios problemas mentales? No sé si esto es muy científico, pero, ¿qué piensa?
No tengas la menor duda. Las enfermedades físicas están intrínsecamente relacionadas con lo emocional. Entonces, cuanto mejor estés emocionalmente, más sano estarás. Indiscutiblemente.
Yo sé que usted es una persona muy espiritual, Edith, ¿pero cuál es su relación con Dios?
Mira, yo soy una mujer tremendamente espiritual y cada vez más. Cada vez estoy más metida. Yo medito al levantarme, medito al acostarme y cuando puedo, al mediodía también medito. O sea, mi meditación es diaria. Yo soy una defensora del amor y de la paz. Mi relación espiritual -podemos decir que con Dios, con Cristo, con Buda, con Alá-, da igual, yo creo que todos tendríamos que tener un asidero espiritual. Creer, tener fe, es importantísimo.
¿Le puedo preguntar por su religión?
Yo estoy muy metida en el universo energético, pero sobre todo estoy muy cerca del budismo. Yo fui criada en el catolicismo, mi madre era católica, apostólica y romana. Mariana, Virgen María, Sagrado Corazón de Jesús. Y yo, de vez en cuando, le pido al Sagrado Corazón: "Mamá, por favor, dile al Sagrado Corazón" (ríe).
Sin embargo, luego también tiene sus sentimientos budistas.
Es que el budismo ha sido una revelación. Mira, yo voy todos los miércoles a un centro budista, a una clase de meditación. La clase del otro día era sobre el ego. Y fue tan aleccionador. Cada clase de esa mujer es que te coloca en la realidad... y en la paz. En no responder a los estímulos con violencia. Cada vez estoy más enganchada al budismo. Me encanta.
¿Usted tiene hijos?
No tengo, pero tengo una perrita.
A pesar de su increíble pasión por la docencia, ¿nunca ha tenido el deseo de ser madre?
Pues mira, cuando podía haberlo sido, estaba de gira. Yo he pasado muchos años de mi vida de gira, del timbo al tambo, por países, por ciudades, en aviones, en trenes. Entonces, no era el momento ni tenía yo en ese momento las ganas. Nunca he sido muy maternal. Yo soy muy cariñosa y soy muy maternal con mis amigos, con mi marido, con mis hermanos, con mis alumnos, pero nunca he sido yo demasiado maternal. O sea, que yo creo que no tengo ese instinto. O a lo mejor si hubiera tenido un hijo me hubiera volcado, no lo sé. Ya se queda en el tintero porque ya a estas alturas, mi amor... (ríe).
Para concluir, cuénteme, un deseo profesional y uno personal ante el verano y a corto-medio plazo. ¿Qué le ilusionaría hacer?
Pues mira, a corto plazo quiero trabajar muchísimo con Orgullosa. Quiero que se convierta en un himno, si es posible, y que me traiga mucho trabajo, que me traiga conciertos, presentaciones. Y luego, a largo plazo, yo soy un amante del cine, soy una cinéfila y he hecho muchas bandas sonoras de espectáculos, de danza, espectáculos teatrales, he hecho música para tele, hice un largometraje que nunca tuvo relevancia, he hecho un par de cortos... pero yo mi deseo más ferviente es ser compositora de bandas sonoras de películas.
Qué maravilla.
Es mi gran sueño.
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Agradecimientos.
Anvito Moda
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