Nació en cuna de oro, pero no supo valorarlo. Cuando Carmina Ordóñez abrió los ojos el 2 de mayo de 1955, su padre, Antonio Ordóñez, se estaba convirtiendo en una de las más importantes figuras del toreo y su madre, Carmen Cristina González Lucas, una ama de casa de alta estirpe ya que su hermano era Luis Miguel Dominguín, el más grande tras la muerte de Manolete. Este apellido, como el de los Windsor, fue una invención.

Por tanto, Carmina era prima carnal de Miguel Bosé (68) y de Lucía (66) y Paola Dominguín (63). Para añadirle más salero al asunto resulta que con el tiempo Ordóñez y Dominguín se convirtieron en acérrimos rivales en las plazas, lo que propició un inusitado interés mediático. Cuando Carmina tenía cuatro años, en el verano de 1959 tuvo lugar en enfrentamiento más visceral de los maestros que propició que Ernest Hemingway viajara a España a petición de la revista Life para cubrir el acontecimiento. Como resultado, el premio Nobel publicó El verano peligroso, uno de sus libros emblemáticos. Al escritor le pirraba el mundo del toreo y siempre que podía disfrutaba de la fiesta, como así atestiguan las imágenes en las que se le ve en los Sanfermines.

Durante su infancia, Carmina no distinguía entre entre quiénes eran unas celebridades y las que no ya que su progenitor les tuteaba continuamente y acudían a su finca en innumerables ocasiones. Para la primogénita de Ordóñez aquellos amigos de papá que inscribieron sus nombres en la Historia con letras de oro eran unos más en la familia. Hemingway, para ella, era el 'tío Ernesto'.

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Lo mismo ocurría con Orson Welles, aquel genio que aterrorizó al planeta con el programa radiofónico La guerra de los mundos en 1938. Ordóñez y Welles se hicieron amigos después de que el diestro Cayetano Ordóñez 'El Niño de la Palma' -padre de Antonio- les presentara. Desde el minuto uno ambos se entendieron con la mirada. Al director de Ciudadano Kane (1941) le gustaba tanto nuestro país, especialmente Andalucía, que vivió seis años mientras rodaba dos películas. Los vecinos del sevillano barrio de Triana siempre le recordaron con cariño.

Esto motivó que la relación entre los Ordóñez y los Welles se cimentara hasta la eternidad. Beatrice, hija del realizador, jugaba con Carmina. Tal y como confesó Fran Rivera (50) a Vanity Fair: "Mi madre y él convivieron mucho. Lo llamaba 'tío Orson'. Cuando venía, vivía en la finca de Ronda o en la casa del abuelo en Madrid. Incluso alguna vez fue al colegio a recogerla, para envidia de todas sus compañeras". Y para Welles, Carmina era su sobrina.

Cuando falleció, Orson dejó escrito que le enterraran en la finca El recreo de San Cayetano, propiedad de Antonio Ordóñez, por lo que el 7 de mayo de 1987 se ofició una sencilla ceremonia de apenas 20 minutos y sus cenizas se depositaron en un pozo seco cubierto de flores. De esta manera, el genio del séptimo arte hizo honor a una de sus famosas frases: "Un hombre no pertenece al lugar donde nace, sino a donde escoge morir".

Francisco Rivera Paquirri junto a Carmina y Luis Miguel Dominguin. Getty Images

A medida que Carmina crecía se daba cuenta de lo afortunada que era por haber nacido en el clan de los Ordóñez. Pero en cuanto pudo independizarse lo hizo. Era una de las mujeres más guapas de España y conquistas no le faltaban, pero quien se llevó el gato al agua fue Francisco Rivera Paquirri, con quien estuvo casada de 1973 a 1979. Fruto de aquel amor nacieron Francisco y Cayetano (47).

A los tres años de divorciarse, la Divina sufrió en carne viva uno de los momentos más duros de su vida con el fallecimiento de su madre. Para nuestra protagonista lo era todo. La veneraba e idolatraba. A partir de ese momento hubo un antes y un después ya que para mitigar el dolor empezó a beber. Sufría una fuerte depresión. Con los años se agudizó y cayó en el submundo de las drogas. Ella misma fue su propia enemiga. Las malas compañías tampoco ayudaron. Desgraciadamente falleció el 23 de julio de 2004, hace ahora 20 años.