Ha sido, sin lugar a dudas, la noticia del día, con permiso del debate de investidura de Salvador Illa (58 años): Carles Puigdemont (61) ha regresado a Cataluña este jueves, 8 de agosto, siete años después de su huida, que se produjo cuando habían pasado tres días de la fallida declaración unilateral de independencia, el 27 de octubre de 2017, y de su destitución como presidente catalán.
Del brazo del president del Parlament, Josep Rull (55), y ante unas 2.000 personas, Carles ha logrado irrumpir en el acto de bienvenida organizado en el paseo Lluis Companys de Barcelona. Tras unas breves palabras sobre el escenario, el expresidente ha vuelto a huir.
Pero más allá del escándalo nacional, del fortísimo debate político, y el dispositivo que se ha desplegado para arrestarlo -denominado Operación Jaula-, especial mención merece la familia de Puigdemont, esa, a priori, sólida red de apoyo y afecto con la que cuenta el político. Aunque Carles es el que más foco mediático acapara, su esposa, Marcela Topor (47), no se queda atrás.
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Durante los años que Puigdemont ha estado fugado de la justicia española, su razón de amor, Marcela, ha tratado de llevar una vida de lo más discreta en España. En este largo tiempo con el exregidor huido, Topor, que es actriz de profesión, amén de presentadora de televisión, ha continuado viviendo en el chalé familiar, ubicado a las afueras de Girona.
En concreto, Marcela vive en Villa Golf, en la localidad de Sant Julià de Ramis, junto a sus hijas, Magali (16) y María (14). Las menores estudian, según lo publicado, en la Escola Verd de la capital, un colegio público fundado en la época de la II República, a principios de los años 30. La pareja ha conseguido mantener completamente a sus hijas alejadas del ojo mediático y ajenas a toda la polémica en torno a su padre.
Pero ¿quién y cómo es la mujer que enamoró a Carles Puigdemont? Topor, de nacionalidad rumana, es filóloga inglesa de carrera. No obstante, pronto probó suerte como actriz y se formó como periodista. Tal y como se ha hecho público, Marcela trabaja en la actualidad como presentadora de un programa de televisión local, The WeeklyMag TV, emitido en la Xarxa Audiovisual Local.
Pero ella no sólo entrevista; en ocasiones, acude a los programas de televisión como invitada. El mencionado magazine, que se produce en inglés, está destinado a realizar entrevistas a profesionales de diferentes ámbitos de Cataluña. Más allá de esta ocupación, Topor es editora de Catalonia Today, un diario gratuito en inglés que el matrimonio fundó en 2004.
No obstante, si algo llama poderosamente la atención del currículum de Marcela Topor, más allá de lo anteriormente mencionado, es su afición e inclinación a todo lo relacionado con lo místico y la magia, como recoge La Razón. Tal y como desliza este medio, la esposa del exmandatario suele recurrir al mundo de los espíritus y es una fiel creyente de estas tradiciones ancestrales que habría aprendido y cultivado en Rumanía.
Sus aficiones a los ritos ancestrales, a los amuletos y al espiritismo la llevaron a ser considerada por algunos sectores como 'la bruja de Puigdemont', un mote que la acompaña desde que su marido fue designado president. En aquel momento, Marcela Topor cobró incluso más protagonismo que el catalán debido a su efusivo gesto, pues no pudo evitar plantarle un beso en la boca ante los allí presentes.
Hija de un artesano maderero, Topor dejó su impronta incluso durante la toma de posesión de su esposo. Aquel día, le regaló una réplica de El gallo de Horezu, una cerámica de la región de Bucovina que simboliza la buena suerte, en un intento por allanar el pedregoso camino al exalcalde de Gerona, al que apoya con su ferviente independentismo.
Su historia de amor
En otro orden de cosas, fuera del plano académico y profesional, la historia de amor entre Marcela y Carles se escribe desde el año 1998, cuando se conocieron. Fue la pasión por la interpretación de ella lo que terminó por unir a esta pareja. Ese año de los noventa Topor recaló con su compañía de teatro, Ludic Theatre, en Girona, para participar en un festival internacional.
En aquel entonces, ella debutaba como actriz, haciendo pequeños papeles, y él hacía lo propio entre el periodismo y la política. Años más tarde de la primera toma de contacto, Marcela regresó a Lasi, antigua capital del Principado de Moldavia, su ciudad natal. En aquel enclave, Carles y Marcela protagonizaron sus primeras citas.
El amor estalló pronto, pues en el año 2002 contrajeron matrimonio. No sólo en una ocasión; fueron dos veces las que sellaron sus vidas. La primera vez fue en Rosas, en una ceremonia laica; la segunda, en Rumanía, por el rito ortodoxo. Tras este trámite, el ya matrimonio tomó la decisión de asentar sus vidas en España y construir una familia.
Qué duda cabe de que el discurrir de la familia Puigdemont Topor dio un giro de 180 grados en otoño de 2017: Carles huyó a Waterloo. Durante largos siete años, Marcela Topor ha ido y venido decenas de veces para estar al lado de su marido fugado.