Este pasado jueves, 22 de agosto de 2024, se acabó el disimulo y la falsa cordialidad entre el cómico Miki Nadal (56) y su primera mujer, y madre de su hija mayor, la deportista olímpica Carola Escámez. La tensión entre el exmatrimonio es máxima y la relación parece estar en su peor momento. En un punto sin remisión. Desde el quiebre amoroso en 2019, Miki y Carola habían, incluso, llegado a los tribunales.
De un tiempo a esta parte, las aguas parecían bajar más calmadas, pero toda impostura terminó por derruirse, cual castillo de naipes, el pasado día 22 cuando Helena Aldea (37), actual pareja de Nadal, aireó públicamente unos mensajes que azuzaron las brasas de una guerra que no encuentra fin.
Aldea compartió un demoledor post en Instagram que, rápidamente, los medios de comunicación recogieron y que hizo estallar como nunca a Carola Escámez. En el escrito, Helena le decía a su amor, Miki, entre otras cosas: "Has lidiado y lidias con situaciones provocadas por una maldad huérfana de inteligencia".
Carola, que lo entendió como una pulla hacia ella, no se quedó callada y respondió a través de EL ESPAÑOL. Para entender esta historia hay que remontarse al año 2019. Hasta ese año, Miki y Carola formaban un matrimonio feliz, sólido y sin fisuras.
El 21 de junio de 2014, unos felicísimos Miki y Carola sellaban su historia de amor, en una ceremonia que tuvo lugar en la finca Soto de Mozanaque, propiedad de los duques de Alburquerque, a las afueras de Madrid.
La novia -hija del futbolista Julio Alberto y de Carmen Escámez, sobrina del que fuera presidente del Banco Central, Alfonso Escámez-, deslumbró con un vestido de Pronovias y un buqué de rosas de pitiminí. El conocido humorista, por su parte, vistió un elegante chaqué de Hackett, con chaleco gris y corbata rosa.
En la lista de invitados, además de rostros conocidos del mundo de las finanzas, estuvieron otros pertenecientes a la televisión como Felisuco (58), Patricia Conde (44), Berta Collado (45) y Cristina Pedroche (35) -íntima amiga de Miki y, ahora, de su actual pareja, Helena-. Fueron años de serenidad y muchísimo amor. Tras el enlace, llegó la primera hija de ambos, Carmen.
La pareja quiso aumentar la familia, y Carola anunció su embarazo en el invierno de 2016. Sin embargo, en enero de 2017 se conoció la noticia de que Escámez había perdido el bebé que esperaba: "Íbamos a ser 4, pero no ha podido ser... Embarazo ectópico. No he empezado bien el año, pero después de la operación de hoy, mi salud está mucho mejor y casi fuera de riesgo", compartió la deportista en su perfil de redes sociales.
Miki y Carola dieron la sorpresa en junio de 2019: se separaban tras cinco años de matrimonio. Entonces, se arguyeron diferentes motivos para entender aquel quiebre sentimentales que pocos esperaban. Se apuntó, incluso, a la supuesta dificultosa relación del humorista con su familia política. Se deslizó que los padres de Carola nunca aceptaron a Miki.
Sea como fuere, más allá de esta cuestión, lo verdaderamente bélico llegó a continuación: Miki fue condenado por un delito de "vejaciones leves" a su entonces esposa. La condena la falló Pedro José Arduán Rodríguez, el titular entonces del Juzgado de Violencia sobre la mujer número cuatro de Madrid.
De este modo, y pese a que se llevó a cabo un recurso de apelación por parte de Miki, éste fue condenado a una pena de 20 días de trabajos en beneficio de la Comunidad. Sobre las vejaciones, se hizo público que entre los días 26 de abril y 3 y 8 de mayo de 2019, Nadal reprochó a su esposa una infidelidad y le dirigió expresiones como "apestosa", "mierda", "payasa", "eres un montón de mierda", "zorra" o "te vas a follar con cualquiera".
Estas calificaciones están recogidas en el Código Penal como humillación a una persona. Las pruebas que se aportaron fueron vídeos que Carola grabó mientras tenía lugar las diferentes discusiones, reproduciéndolos durante el juicio oral.
En todo momento, Miki admitió que se trataba de su voz, justificando, no obstante, su comportamiento por la infidelidad practicada, según él, por su esposa. En esa línea, argumentó que ambos se dedicaron palabras de mal gusto por culpa de la difícil situación que atravesaban. Se pretextó entonces que esta denuncia obedecía a una estrategia de Carola para obtener beneficios de cara al divorcio.
En otro orden de cosas, la sentencia del divorcio entre Miki y Carola vio la luz en febrero de 2021, cuando EL ESPAÑOL la avanzó en exclusiva. El fallo de la sentencia dictó que la custodia de la hija que tienen en común, Carmela, sería compartida en semanas alternas.
En esa línea, el cómico y colaborador de Zapeando sufragó todos los gastos de la educación de la menor, además de los 1.000 euros de pensión alimenticia de los que se hizo -y se hace- cargo. El togado, en cambio, desestimó la pensión compensatoria. Por último, se deslizó a este periódico que los gastos extraordinarios de la menor serán repartidos a medias entre el ya exmatrimonio.
El detonante
El tiempo pasó y tanto Miki como Carola supieron rehacer sus vidas. Él, junto a la madre de sus otras dos hijas, Helena Aldea; y Escámez, ídem en los brazos del hombre que le ha devuelto la ilusión, Roberto. Junto a él, Carola ha vuelto a ser madre de una niña llamada Covadonga.
Si bien desde su separación y posterior litigio la relación entre los padres de Carmela se basó únicamente en el bienestar de la menor, este pasado jueves, 22 de agosto, todo saltó por los aires entre las partes. El post de Aldea dinamitó toda cordialidad o posible puente: "Siempre has sido un caballero con la infinita prioridad de la felicidad de tu hija. Llevas casi dos años demostrándomelo con Galatea y sé que será igual con Ángela".
Carola Escámez, siempre buscando la discreción y defendiendo que ella no es un personaje público, no pudo más y alzó la voz: "Hablan porque saben que siempre guardo silencio, como todos estos años. Hablan porque saben que estaré callada por respeto a una menor y juegan con esa baza. Hablan porque saben que no me defiendo, ni ataco en RRSS y porque no necesito tener likes".
Y remachó, aseverando que Miki ve "poco" a su hija: "Me dedico a mis hijas, familia y amigos 24/7. Recordad que quienes hablan públicamente y filtran (contando su versión), son quienes pasan tiempo (poco, por cierto) con mi hija mayor. Imaginad qué oirá de esos adultos sin público, en privado, de su madre. Aterrador, para una estabilidad emocional de un menor. (...) Porque los perjudicados son los menores (y los menores son sagrados)".