La eterna sonrisa de Gunilla von Bismark (74 años) ha mudado. La reina sin trono de Marbella ha enviudado. De todos los calificativos atribuibles a la mujer cuya familia puso de moda el Marbella Club en 1954, el de viuda es el que nunca deseó anhelar. Este martes, Luis Ortiz, el amor y pilar de su vida ha fallecido a los 80 años. Las causas no se han desvelado, pero sufría cáncer de próstata hace años.

Luis y Gunilla se conocieron en una de las fiestas organizadas en 1971 en el Marbella Club, un destino obligado para pasar unas noches en el itinerario de la jet set internacional. En aquel entonces ella tenía 22 años y él, 21. Lo suyo fue producto de una intervención de Cupido ya que desde la primera noche sintieron algo muy especial. Aunque Luis parecía muy lanzado y desinhibido, quien realmente tiró la caña fue Gunilla. De algo le tenía que servir ser bisnieta del canciller de hierro Otto von Bismarck, creador de la Alemania moderna.

A pesar de su juventud, Gunilla sabía lo que era el amor de pareja ya que salió con el cantante italiano Franco Merluzzi y con un locutor apellidado Vázquez de Luna, como así lo recordó Manolo Román. La vida de Luis y Gunilla parecía un cuento de hadas. Vivían en frecuencias diferentes con respecto a los que aún seguían atrapados en el Franquismo.

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En Marbella en 1980. Getty Images

En aquellas fiestas de la Marbella setentera coincidían con la ex emperatriz Soraya, que empezó a dividir su vida entre París y la Costa del Sol tras el fallecimiento de su último gran amor, el director italiano Franco Indovina. También se dejaban caer Sean Connery y su esposa Micheline Roquebrune, que tenía que atar en corto al ex James Bond porque era un seductor empedernido. Además, como Gunilla, tampoco bebía alcohol. Su único vicio era el golf y espantar a los paparazzi.

No importaba que Gunilla y Luis no hablaran el mismo idioma. Se entendían divinamente, tal y como ella le aseguró a Nieves Herrero: "Los besos fueron muy importantes". La teutona se vanagloriaba entre risas de que nadie besaba mejor que Luis, la oveja negra de los once hijos que tuvo Francisco Ortiz, el censor que trabajó para Franco en televisión desde 1942 a 1984. A cuadros se debió quedar el buen hombre cuando veía cómo descarrilaba su hijo con los Chorys, aquel grupo formado por Yeyo Llagostera, Antonio Arribas y Jorge Morán que amenizaban las reuniones más cool. "No le hacíamos daño a nadie. Éramos unos tíos cojonudos, de puta madre", confesaría Luis a quien escribe estas líneas.

Después de seis años de novios, Luis y Gunilla se casaron por todo lo alto en Alemania. El "sí, quiero" se produjo el 7 de octubre de 1978 en el castillo familiar de Friedrichsruh en Hamburgo, hasta donde se desplazaron 120 invitados d gran raigambre social. Los más destacados fueron los reyes de Suecia, Carlos XVI Gustavo (78) y Silvia (80) -el soberano fue compañero de estudios de Gunilla- y Cari Lapique (72) junto a Carlos Goyanes, fallecido hace un mes y medio. Sin duda, un verano funesto para Marbella. Los festejos del enlace duraron tres días. La luna de miel la celebraron por Sudamérica. No en vano, los Bismarck han conservado una enorme finca en Brasil, donde Gunilla suele pasar varios meses al año alejada del circuito del lujo y el glamour. Los novios salieron victoriosos porque, al parecer, los familiares de ella no aceptaron demasiado bien aquella unión.

En 1999 junto a su hijo Francisco. Getty Images

El 1 de mayo de 1980 nació en Málaga su único hijo, Luis, que siempre se ha mantenido alejado de la vorágine fiestera de sus progenitores. En su bautismo tuvo una madrina de excepción, Silvia de Suecia. Para el matrimonio el nacimiento de su hijo fue la mejor obra de sus vidas. Siempre le han querido y protegido.

Aunque parezca mentira, el matrimonio Ortiz-Bismarck tenían una gran desavenencia que pudo haberles costado caro. Sin embargo, ambos jugaron muy bien sus cartas. A Luis no le gustaba seguir el rastro dejado por los socialités del momento, por lo que era Gunilla quien dividía su temporada de postureo entre Mónaco, Crans Montana y Saint Moritz en Suiza, diferentes zonas de Alemania y Brasil. La pareja podía estar meses separada sin que ello supusiera un inconveniente.

Las borracheras de Luis eran legendarias. Él y sus amigotes solían cerrar las discotecas mientras Gunilla intentaba conciliar el sueño ya que estaba temerosa de que le pusiera los cuernos. Tal y como recogió Vanity Fair, "alguna vez me ha puesto las maletas en el pasillo después de llegar a las tantas con un melocotón. Pero nunca le he puesto los cuernos". El finado también explicó al citado medio que "me iba a la discoteca, me perdía... A las dos de la mañana Gunilla se retiraba, pero yo me quedaba. A partir de las dos la gente que bebe se pone pesada. Aunque lo peor de todas las drogas son el juego y el alcohol. El juego es una enfermedad. Lo peor que hay".

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La pareja en una gala de la UNESCO en Dusseldorf. Gtres

Los años ochenta fueron de ensueño. Las fiestas de Kashogghi forman ya parte de un imaginario colectivo al alcance de unos pocos. Gunilla siempre destacó en esos eventos por su belleza, desparpajo y saber estar. Inolvidables fueron los encuentros con Liz Taylor y George Hamilton, su novio del eterno bronceado, a bordo del Nabila, el yate de lujo del traficante de armas cuyo nombre estaba fabricado en oro macizo.

La pareja tuvo algunas crisis, pero la más gorda pasó en 1989 cuando a golpe de talonario confesaron en exclusiva a ¡HOLA! que se divorciaban. Nadie se lo podía creer. Parecían la pareja perfecta. Los protagonistas aseguraron que se peleaban muchísimo y que lo mejor era no compartir techo. Cuando firmaron los papeles en perfecta armonía, Luis y Francisco se instalaron en una casa cercana a la de Gunilla, que les visitaba a diario.

Nadie llegó a creerse la separación porque después de un año volvieron a retratarse en las mejores fiestas de Marbella y hacían posados en su fastuosa Villa Sagitario, la mansión de 3.000 metros cuadrados y 55.000 metros cuadrados de terreno que poseían en Istán, a 10 kilómetros de Marbella y que se puso a la venta en una subasta privada por 50 millones de euros en 2017. Tras la transacción optaron por vivir en otra residencia mucho más pequeña y con menos gastos en una pueblecito cercano a Marbella.

A mediados de los 90, Gunilla lo pasó fatal porque la Hacienda española le reclamaba muchos millones de pesetas en impuestos ya que había descubierto que pasaba más de seis meses en nuestro país. Junto al apoyo de Luis superar aquel trago fue un poco más fácil. Poco a poco aquellos suntuosos eventos fueron apagando su fulgor a raíz de los diferentes cambios de Gobierno, en concreto, los de Gil y Julián Muñoz (76). De puertas para adentro, la relación entre Gunilla y Luis seguía fuerte como una roca y, sobre todo, se desviven por Francisco.

Una de las últimas imágenes de ambos juntos en el 70 aniversario de Marbella Club el pasado mes de abril. Gtres

Otro de los grandes momentos felices de su vida fue cuando el joven se casó en 2010 con Elisabet Dutú Mazas, heredera de una gran fortuna aragonesa. El matrimonio tiene dos hijos que han sido la gran pasión de Luis en sus últimos años de vida. Cada vez aparecía menos en público y prefería quedarse en casa disfrutando de los pequeños y jugando a pimpón con su eterna pareja que siempre le pegaba auténticos palizones.