La gran saga de los Goyanes fue cruelmente diezmada el pasado mes de agosto, cuando la muerte les asestó un primer golpe con el deceso de Carlos Goyanes y, más tarde, con la pérdida, a los 46 años, de Caritina Goyanes. Qué duda cabe de que la desgracia se ha cebado con esta familia, tan relevante en el ámbito social, como en la cultura y el cine de nuestro país.
Resulta difícil olvidar aquellas aciagas fotografías de Cari Lapique (72 años), del pasado 26 de agosto, llegando a Marbella, procedente de Palma de Mallorca, tras ser informada de la muerte de Caritina, su hija mayor; su vida. En esas imágenes, Cari está acompañada por dos personas fundamentales en su día a día: Carla Vega-Penichet y Myriam Lapique (67), su hermana.
Especial renglón merece la figura de Myriam en la vida en general de Cari, pero, muy en particular, desde que este verano se quedó viuda y perdió a su primogénita. Myriam, viuda también del empresario y bodeguero Alfonso Cortina, fallecido en 2020 a causa de la Covid-19, se ha volcado de lleno en su hermana Cari y ha "dejado su vida" por ella, así lo definen a EL ESPAÑOL.
Sostiene el informante que desde el 7 de agosto -día en que pierde la vida Carlos Goyanes a causa de un infarto-, Myriam, en connivencia con Carla Goyanes (41), hija menor de Cari, toma una decisión: irse a vivir con su hermana, al regreso de las vacaciones de verano. Sabe Myriam lo que significaba para Cari su marido, su timón y su confidente y amigo.
Verse viuda de esa forma tan abrupta tocó profundamente el ánimo de Cari. Se confía en que Myriam, también alentada por sus hijos, Felipe y Carlos -que adoran a su tía Cari- le contó en aquellos días a su hermana la determinación de vivir juntas, extremo que alegró de algún modo a Cari. Lógicamente, la muerte de Caritina multiplicó no sólo el dolor, sino también las ganas de arropar de Myriam.
No había duda y lo hizo: nada más llegar la familia Lapique, a principios del mes de septiembre, a Madrid, a esa hoy desangelada casa familiar de Puerta de Hierro, Myriam se instaló con su hermana. Y en ningún momento la ha dejado sola. Cuenta quien las conoce, y también las ha visitado, que están más compenetradas que nunca. "Van siempre juntas a todo", se asegura.
Y Myriam tira de Cari cuando los ánimos vuelan bajos. El domicilio de Cari, en estas semanas, es "un no parar", así lo describen, de visitas. Cari puede vanagloriarse de contar con grandísimos amigos, gente que la quiere mucho y bien. "Yo voy porque ella ha estado en mis desgracias, ¿cómo no voy a estar yo? La amistad es eso, es cuidarse, pero al mismo nivel. Y Cari es una gran amiga y mujer", cuentan a EL ESPAÑOL.
Es de justicia subrayar y poner el acento en otros miembros de la familia de Cari Lapique que también conforman su resistente red de apoyo: su hija Carla, sus nietos -en especial, los vástagos de Caritina, Pedro y Mini Cari, de 13 y 10 años, respectivamente- y Antonio Matos, su yerno. Matos y sus hijos viven en el mismo edificio que Cari, hecho que le ha facilitado a todos la vida.
"Tener a Cari cerca es una tranquilidad para Antonio", se confía. La vida le ha cambiado a Antonio de un día para otro en muchos aspectos, como el sentimental y laboral -Matos ejerce, como descubrió EL ESPAÑOL, de financiero de Sixsens by Cari Goyanes, el catering que dirigía su fallecida esposa-, pero hay una parcela que trata de trabajar con especial mimo: la de padre.
La relación con sus hijos es maravillosa, pero a nadie se le escapa que su responsabilidad ahora es doble, pues ha de desempeñar el papel no sólo de progenitor, sino también, en la medida de lo posible, de madre. Pedro y Mini Cari son "dos cielos" de niños y toda la familia está en torno a ellos, muy en particular su tía Carla.
Así se lo prometió Carla a su hermana en una durísima carta: "Ten por seguro que voy a ser muy fuerte y voy a cuidar a tus hijos todo lo que me dejen como si fueran míos, voy a cuidar a mamá por las dos y voy a cuidar a Matos porque sé cuánto le querías". Tal cual lo está haciendo, ella y todos: demostrar que son una familia unida, sin fisuras.
Quien lo sabe sostiene a EL ESPAÑOL que en estos días hay un consejo que se le repite a Cari Lapique: volver al trabajo, a la sociedad, a los compromisos. Tener, en otras palabras, la mente ocupada. Sus amigas no cesan de proponerle planes y actividades y, si nada cambia a última hora, el próximo mes de octubre Cari afrontará su primer evento social. Será un "acto solidario".
La vida de Myriam
Myriam y Cari, en los años 80, se convirtieron en asiduas al papel couché y ocuparon infinidad de portadas de revistas. Myriam, cuando tenía 22 años contrajo matrimonio con su razón de amor, Alfonso Cortina, quien fue consejero delegado de Hispano Hipotecario del grupo Banco Hispanoamericano en 1982.
Su magno enlace tuvo como testigos a Alfonso de Borbón y Carmen Franco Polo. Myriam compartió con su marido algunas de sus pasiones y sueños, como el de crear su propio vino, Pago de Vallegarcía, que acabaría siendo Denominación de Origen. Lo desarrollaba en su finca de 1.500 hectáreas de Retuerta del Bullaque, donde se habían retirado y pasaban largas temporadas.
Alfonso y Myriam tuvieron dos hijos, Felipe, de 37 años, y Carlos, de 35. Los dos decidieron estudiar Business Administration en Cunef y seguir así los pasos empresariales de su padre.