Carlos Latre se refugia en su mujer, Yolanda Marcos, tras su último tropiezo televisivo: romántico paseo por Madrid
- Desde el cese de la emisión de 'Babylon Show', el presentador ha mantenido un discreto perfil y se ha mostrado muy cercano a sus seguidores en redes.
- Más información: Despixelamos a Candela, la hija de Carlos Latre que cumple 18 años y ya sigue los pasos de su padre
No ha sido el inicio de curso que Carlos Latre (45 años) esperaba con ilusión y ganas. El que estaba esperado a convertirse en el fichaje de la temporada para Mediaset, no salió como esperaba. Babylon Show, presentado por el humorista, apenas duro 13 días en emisión donde no pudieron ser los competidores directos de las grandes ofertas del access time como La Revuelta o El Hormiguero.
"Lo hemos intentado hacer lo mejor posible. Hemos puesto todo nuestro cariño, hemos intentado que haya humor, música, pasión, buen rollo, positividad... Muchas de las cosas que nos faltan en nuestro país y en nuestra sociedad", comenzaba su despedida el pasado 11 de septiembre.
Desde entonces, el humorista ha mantenido un perfil discreto, alejado de los focos y con su familia como principal refugio. Sí que ha estado muy activo en su perfil de Instagram, donde acumula más de medio millón de seguidores y donde se muestra más cercano con los usuarios de la plataforma. A pesar de esta posición que ha preferido mantener, EL ESPAÑOL ha podido saber un poco más de su día a día ahora que su futuro es incierto.
Este pasado miércoles, 2 de octubre, Carlos Latre y su mujer, Yolanda Marcos, disfrutaron de un día de descanso y mucho amor. El matrimonio se dirigió al céntrico barrio de Salamanca, en Madrid, para pasear y visitar algunas de las tiendas de la zona. Tal y como ha podido saber EL ESPAÑOL, la pareja no se soltó de la mano en todo el recorrido que realizaron, demostrando así que han creado un tándem inquebrantable.
Yolanda Marcos se ha convertido en estas últimas semanas en el refugio de su marido después del cese de la emisión del programa de Telecinco. El humorista siempre ha tenido muy clara la importancia que la familia tiene en la vida y ahora está poniéndolo en práctica más que nunca.
Según relatan los testigos que les vieron en esta cita a solas, Carlos se interesó por una tienda de arte, aunque finalmente no entraron a visitarla. También cuentan que los viandantes le reconocían por la calle y le paraban para hablar con él. El humorista en todo momento se mostró encantador y muy cercano con sus fans.
Esta ha sido una semana muy familiar para él. Tal y como ha compartido en sus redes sociales, el jueves por la noche decidió acudir a Don Giovanni, un restaurante italiano muy conocido en Madrid. No lo hizo solo. Le acompañó su hija, Candela (18) y pudieron degustar una auténtica carbonara italiana.
El futuro del presentador todavía es incierto, ya que por el momento todavía la cadena no ha encontrado un hueco en la programación diaria. Es de esperar que en los próximos meses esta situación se resuelva, pero hasta que eso ocurra, su familia continuará siendo su prioridad absoluta y su refugio en los peores momentos.
Su historia de amor
Carlos Latre y Yolanda Marcos llevan juntos más de 25 años y pasaron por el altar en 2004. Él la define como su "compañera de vida" y el cuarto de siglo de amor confirma esta afirmación. Además, comparten profesión: es productora ejecutiva de programas de televisión, hace cine, obras de teatro y organiza diferentes eventos.
Fruto de este amor nació Candela, la única hija del matrimonio y que cumplió los 18 el pasado mes de julio. Aunque todavía es pronto para saber qué le deparará el futuro, ya está empezando a dar sus primeros pasos en el mundo de la interpretación.
Pero no todo ha sido bonito en la relación. "A los siete años nos separamos dos años y luego volvimos a estar juntos", explicó Latre en el programa de Risto Mejide y añadió: "No sabía ser yo. Dejé la relación porque yo había crecido televisivamente y personalmente en pareja". Finalmente, el amor volvió a ganar y ahora viven una vida feliz en la que también son compañeros de trabajo.