Aunque son muchos los que se resisten a asumirlo, lo cierto es que son muchas las marcas que comienzan a lanzar sus mejores propuestas de cara a estas navidades. Una vez más, RABAT ha querido demostrar su compromiso con la elegancia femenina para estas fechas tan especiales con el lanzamiento de su nueva colección.
Este pasado miércoles, 23 de octubre, la firma acogía su evento anual más especial, RABAT: BLACK & WHITE. Una oda al saber hacer de la firma a través de un universo de contrastes en el que la luz, la delicadeza y la atemporalidad de los diamantes se entrelazan convirtiéndose en joyas sublimes.
Hasta la concurrida calle de Serrano se ha podido desplazar EL ESPAÑOL con motivo de la nueva promoción de la marca y ha tenido la oportunidad de dialogar con Ana Cristina Portillo, hija de Bertín Osborne (69) y hermana de Claudia, Alejandra y Eugenia. Con la empresaria, este medio ha dialogado sobre su primer mes como casada, proyectos de futuro y cómo repercute en su faceta formar parte de una familia tan mediática.
¿Cómo está?
Muy bien, con calor, pero muy bien.
A propósito de calor, la vemos muy veraniega.
Acabo de volver de la playa. Llevo un pantalón de traje negro y este pañuelo que he hecho yo.
¿Sigue un poco anclada en el verano o ya con los pies en el otoño?
Vengo de viaje de novios, vengo de la playa, pero me apetece un jersey, de verdad.
¿Cómo ha ido ese viaje de novios?
Brutal. Bueno, es que supongo que todo el mundo dice lo mismo, pero es el mejor viaje de tu vida, o sea, es de las pocas veces que te vas a ir tanto tiempo, tan lejos, tan bien, tan organizado y con tan pocas responsabilidades. Creo que es de los viajes que más he disfrutado nunca.
¿Ha tenido algún contratiempo?
En el primer hotel me dejé la ropa de deporte, me la llevé porque pensé que iba a hacer deporte, aunque no sé todavía por qué pensé eso. Nunca fui a hacer deporte y me la dejé ahí. Ya pasados los días, no la encontraba y no sabía dónde la había dejado. Gracias a Dios, la agencia me la ha recuperado. O sea, pero nada, ese ha sido el máximo contratiempo que he tenido.
¿Y estas primeras semanas de casada cómo las ha llevado?
Superbién. Bueno, es que llevo cuatro días en Madrid, no te puedo decir todavía porque vengo justo del viaje novios, pero de momento, todo maravilloso.
¿Ha notado diferencias en este mes de casada?
Cambia la sensación, supongo. Creo que es más un sentimiento, o sea, al final, mi relación no cambia. Santiago y yo llevábamos siete años y yo sabía perfectamente con quien me casaba. Y es como mi casa y está mi marido, que claro, lo pienso y me cuesta todavía decir que es mi marido.
¿Sigue un poco en una especie de nube?
Sí me lo he creído, pero estoy como acostumbrándome al sentimiento. Tengo que decir que me lo habían dicho mucho, pero al final estás volviendo a tu casa de siempre con tu novio. El sentimiento es el mismo, pero hay algo diferente.
¿Cómo vivió el día de su boda?
La misa para mí fue muy emotiva porque tienes un rato como mucho más tranquilo, como de estar en silencio, de pensar, de rezar. El sacerdote habla de cosas muy significativas y te acuerdas de muchas personas. Y yo es verdad que me acordé muchísimo de mi madre. Mi hermana Claudia hizo una petición de mi madre y para mí sí que fue muy emotivo. De hecho, se me cayeron hasta las lágrimas. También el momento de la entrada y la salida fue increíble.
¿Salió la boda tal y como se imaginaba en sus sueños?
Sí, o sea, fue mejor. Pensé que iba a estar histérica, pero estaba tranquila y sin dudas. Además, durante todo el proceso estuve muy tranquila y eso que subiendo las escaleras me tropecé y me hice un agujero en el vestido. Todo el mundo me decía que estuviera tranquila y yo me lo tomé muy personal.
¿Cómo fue ese día después de la celebración de la boda?
Me levanté, no sé, y vaya, es que dormimos en mi casa, entonces bajamos a desayunar pancakes con mis hermanas y mis sobrinos, que me encantó.
¿Sus hermanas le dieron algún consejo?
Mucha comunicación, mucha comunicación. Siempre he pensado que es la clave para todo tipo de relaciones, tanto de amistad como de felicidad. Bueno, comunicación y respeto. O sea, si no tienes respeto, no respetas a la persona que tienes enfrente, no tienes nada.
Hace unos días conocíamos la noticia del fallecimiento de Enrique Ortiz, el abuelo de sus hermanas ¿cómo están ellas?
Sí, mis hermanas están bien. Me pasó cuando yo estaba de viaje, pero sí, hablé con todos. A ver, es un golpe, obviamente, pero bueno, es verdad que tenemos que apoyarnos en todo momento. Por mucho que sea algo normal, es natural que estén tristes. Da pena, aunque sepamos que es "ley de vida".
Sabiendo lo mediática que es su familia, ¿le ha pesado esto en alguna ocasión?
Es inevitable que no pese, pero tanto para bien como para mal. Al final, por un lado, es una suerte porque te da mucha visibilidad, pero por otro lado, te condicionan muchas cosas.
¿A la hora de su boda también le condicionó?
Sí, obviamente. Es que todo condiciona, por eso elegimos hacer la exclusiva con ¡HOLA!, porque buscábamos un contenido amable y no quería que me sacaran con una fotografía con los ojos cerrados. Te condiciona muchísimo más, al final eso también te quita otras cosas. No sé, no tienes totalmente la libertad de poder subir lo que te dé la gana.
¿Y sus hermanas cómo lo llevan?
Yo creo que aprendes a vivir con ello. Es como con todo. Es posible que no te encante, pero aprendes de lo bueno y vives con ello.
¿Qué opina del nuevo look de Eugenia?
A mí me encanta. De hecho, es que la vi el día antes de la boda y me flipó. Ella estaba conduciendo y yo corriendo hacia ella gritando "¡me encanta!". Soy consciente de que ha habido muchas opiniones distintas, pero a mí me encanta. A ella le favorece muchísimo ese pelo y, además, lo puede llevar. Yo, por ejemplo, soy menos atrevida, o mejor dicho, más clásica.
Es cierto que estoy pensando en cortármelo, pero es que me da pena. Son muchos años con el pelo largo y trabajándomelo. Cuesta mucho, cuesta mucho.
Ahora que ha pasado por el altar, ¿con los ojos puestos en dar un paso más?
Con la calma. O sea, es que tampoco se pueden hacer planes, porque luego quieres y no puedes, o no quieres y puedes. O sea, no nos planteamos todavía el siguiente paso.
En este evento de RABAT en el que se promociona la nueva colección de joyas, ¿cuál es la más especial para usted?
No tengo joyas familiares. Mi anillo de pedida tenía un detalle azul, aunque es cierto que en mi boda llevé los pendientes de la firma, que me encantan.
¿Tiene algún joyero?
Tengo unos pendientes de mi abuela que me dejó cuando murió. Siempre los llevaba puestos y siempre le decía que en algún momento me los daría. Y me los acabó dando. También tengo un anillo que me regaló mi padre a los 25 años cuando acabé la carrera.