María Antonia Abad Fernández, conocida artísticamente como Sara Montiel, perdía la vida el 8 de abril de 2013, a los 85 años. La artista, que pereció de forma súbita, dejó tras de sí un vasto legado cultural y cinematográfico, amén de una herencia y unos hijos, Zeus Tous (41 años) y Thais Tous, totalmente rotos.
Se fue la artista, la leyenda del cine, pero, para sus vástagos, lo hizo la madre, la Sara que pocas personas conocían: la de puertas para adentro, la de su casa. Mucho se ha escrito de la figura de Saratísima, pero hoy, 11 años después de aquel fallecimiento que sacudió el país, EL ESPAÑOL ha entrevistado a un buen amigo y confidente de Montiel.
Vicente Requena es, además, biógrafo de Sara Montiel, y el año pasado publicó el libro Recuerdos para una vida, una vida para recordar. Una obra en la que repasa la obra y vida de Montiel. Éxitos profesionales y personales, también trances menos boyantes. Amores, decepciones y el día en que, junto a Pepe Tous, decidió adoptar a sus hijos.
Requena sostiene conocer a la María Antonia que se dejaba arramblar por el personaje. En palabras de este biógrafo, Abad Fernández no fue una mujer feliz. Amó mucho, de forma tan intensa como intermitente, pero al abrigo de las palabras de este hombre, Sara también conoció -puede que demasiado- la frustración y el dolor.
Háblenos de su libro. ¿Cuándo se publicó?
Este noviembre hace un año. Yo le pagué a una editorial de Sevilla para que lo maquetearan, pero lo tienes que hacer tú todo. Ellos lo han puesto a la venta sólo. La publicidad que ha tenido este libro es la que yo le he ido dando.
¿Fue usted amigo de Sara Montiel?
El primer beso que yo le di a Sara Montiel fue en enero de 1968. A partir de ahí, yo intenté acercarme a ella. Iba a Madrid a verla. Hicimos una amistad.
Se puede decir que usted fue un admirador de Sara.
Sí, yo he comido en su casa, he estado con ella. Menos dormir en su casa, he hecho de todo. He legado a ir a su casa a las nueve de la mañana y me he ido, a veces, a las tres de la mañana.
¿De qué versa el libro que ha escrito de Sara?
Va de lo profesional y de las vivencias que yo sé de ella. Lo único que no he puesto son las confidencias, que ella me hizo muchas, tirados en el sofá hablando. Tengo intimidades de sus hijos, que ésas, de momento, no las voy a decir. Porque, por ejemplo, Thais no ha aparecido nunca en ningún programa.
¿Piensa que Sara Montiel fue una mujer feliz?
No.
Sí se enamoró mucho y conoció el amor.
Conocer el amor no es estar enamorada. Tú conoces el amor porque te llena de satisfacción ver a esa persona, te llena lo que tú crees que tienes vacío en el alma, pero Sara era una mujer que amaba igual que se desenamoraba. Sí que habrá algún señor, de todos los que ha tenido, que sí lo haya amado más, como puede ser el italiano Giancarlo Viola. Con ese hombre tuvo amores tumultuosos; no fue una relación lleva de amor. Ahí hubo muchos altos y bajos.
Explíquese.
De hecho, estando con Viola, viviendo con él, ella se vio con otras personas. Tuvo amores con otras personas.
¿Cuántos hombres marcaron a Sara?
Uno de ellos fue un comunista, Juan Plaza. Con Pepe Tous, yo que lo he vivido de cerca, que he conocido a gente que me ha hablado mucho... Sara Montiel es que ha sido una mujer muy, muy difícil.
¿Y como madre ha sido complicada?
Sí, también. Ni la madre fue madre ni los hijos fueron hijos. Yo te puedo decir que he comido infinidad de veces en casa de Sara y te digo que con Zeus he coincidido dos o tres veces. Y con Thais, ninguna. Ellos estaban en la casa, pero tenían su vida. La asistenta hacía la comida, pero ellos comían en su habitación.
¿Entiende que Sara no supo crear un ambiente familiar?
No, no supo. Pretendemos dar demasiado a nuestros hijos, y ella lo ha dado. Les ha dado riqueza; trajes, ropa... Pero ha faltado más amor de madre.
¿Cómo fue ese proceso de adopción?
Sara Montiel tenía cincuenta y algo de años y, claro, ya era mayor. La vida te va desfasando. Ella mantuvo el nombre de Sara Montiel durante muchos años, pero llega un momento en que las generaciones van cambiando. Se propusieron -Sara y Pepe- adoptar una niña, la adoptaron en Brasil. Primero vino Thais, que creo que fue en el 77. Y eso les dio una gran popularidad.
¿Cómo fue la infancia de Thais?
De pequeña, todo muy bonito. Pero yo recuerdo que, en una ocasión, Sara me comentó que Thais era muy difícil. Tenía 4 o 5 años y Sara se empeñó en ponerle un vestido blanco, con unos adornos. Y Thais no quería, y me dijo Sara 'Vicente, el traje lo hizo jirones'. Thais ha odiado el mundo de la prensa desde pequeña. Y de mayor, todavía más. Yo me he encontrado en casa de Sara y han venido unos periodistas. Yo estaba en la cocina. Y le preguntaron a Sara por Thais y ella dijo que estaba en Londres. ¡Y estaba en la habitación de al lado!
Luego adoptaron a Zeus...
Zeus vino después. Lo adoptaron en Alicante, que trajo mucha cola.
¿Recuerda usted cuando el administrador de Sara le estafó 344.000 euros? ¿Cómo fue aquello?
Es que no hay más tonto que el que no admite consejo. Porque, aunque sea para equivocarse, admítelo y luego haz lo que te dé la gana. Porque yo lo comenté mucho con Elpidia, la hermana de Sara. Yo lo veía y le decía a Elpidia '¿por qué no deja a este hombre?'. Y ella me decía 'porque, de todas formas, si no es Pedro es Juan', como queriendo decir que los administradores se llevan un poco todos.
A mí es que no me gustaba ese hombre. Esa prepotencia que tenía cuando llegaba a casa. Yo lo conozco desde hace muchos años. A este hombre lo cogió Pepe Tous siendo muy jovencito y, claro, confiaron mucho en él. Confiaban en él como en un hijo. Sara Montiel me decía a mí que este hombre era sus manos, sus pies y sus ojos. Y los de fuera veíamos que sus pies le fallaban, sus ojos no veían y su boca decía lo que le daba la gana.
¿Se advirtió a Sara en algún momento?
Una tarde le dije 'vamos a ver, Sara. Tu hija es licenciada en Economías, ¿por qué no te lleva ella tus cosas?'. ¡Mira! Se me quedó mirando que abría los ojos como platos.
Ahora sus hijos van a abrir un museo, ¿no?
Yo me puse en contacto con Thais y le dije que le cedía todo para hacer el legado. Revistas, discos, carteles... ¡Desde los 14 años estoy coleccionando! Ella me dijo que sí, que le encantaba todo lo que se podía hacer. Después, le he mandado mensajes, los ha leído, pero no me ha contestado.