No para de reír. A Mireia Canalda (42 años) la vida le trata bien. Sobre todo desde que se fue a vivir al campo a una masía en el Ampurdán con sus dos hijos, Inés (10) y Nuno (8), fruto de su relación con el exnadador Felipe López (46). Está tan desconectada del mundo que muchas veces no se entera de cómo y por qué sigue funcionando. Sobra decir que también pasa buenos momentos con su actual pareja, Julià Garrote (41), ex jugador de básquet del Almendralejo o Plasencia y formado en la cantera del Club Bàsquet Vic.
El esmoquin negro de hombre le sienta como el trazo de un Picasso. Sin duda, fue una de las invitadas más elegantes a la XIV Gala Benéfica de la Fundación Dr. Iván Mañero donde lo recaudado fue a parar a los afectados de la Dana y a luchar contra la desnutrición infantil.
Con motivo de la gala solidaria, EL ESPAÑOL ha podido entrevistar a la modelo y actriz, quien se ha abierto en canal para confesar en qué momento se encuentra la relación con su pareja y su nueva vida.
Hace cuatro años vive en una masía y, acostumbrada como estaba a acudir a eventos, ¿cómo es vivir allí alejada de todo?
Quería y deseaba hacer un cambio radical en mi forma de vivir y, en cierto sentido, quise lograr una versión mejorada de mí misma. Y lo he conseguido, aunque hay que seguir poniéndole interés para que no se pierda.
Seguro que no se estresa con las redes sociales, ¿las cuida mucho?
Pues mira, había tenido un encontronazo con las redes porque tienen su punto positivo y negativo. Positivo, por ejemplo, recientemente a mi hija le hemos descubierto una escoliosis muy fuerte en la espalda, me puse a buscar un médico y, gracias a las redes y a una chica, pude localizar el médico que quería. Se movió mucha gente para ayudarme, se me pusieron los pelos de punta. Es algo que también ha ocurrido con la DANA. Por otro lado, te desencanta porque es un mundo muy artificial, pero poco a poco voy encontrando cómo ser real dentro de las redes. Uno de mis propósitos es cuidar mejor la comunidad que tengo, hacer contenido con más cuidado y me apetecería que estuviera vinculado al yoga, pero no en posturas, sino en filosofía yogui. Una manera de vivir y de intentar buscar esta ansiada felicidad que en nuestra sociedad hoy en día parece que está más complicada.
Álvaro Muñoz Escassi, una de sus exparejas, vuelve a ser noticia porque sale con Sheila Casas. ¿Qué recuerdos guarda de él?
Muy buenos. Lo único que podría decir es que durante los cinco meses que estuve con él fui muy feliz, me lo pasé en grande y no cambiaría nada. No sé cómo les habrá ido a las otras y me da igual porque lo que hay que hacer es disfrutar al máximo. Todo son momentos en la vida.
Cuéntenos algo de su novio, Julià Garrote.
(Sonríe y se pone algo rojita) Poco a poco se va acostumbrando a venir a estos sitios ya que, aunque no lo parezca, es muy tímido. Es un tío superpositivo, siempre está contento y ve el vaso medio lleno, también está haciendo un cambio muy importante en su vida, se está empoderando mucho, eligiendo la manera en que quiere vivir y eso es maravilloso porque no hay que acomodarse.
¿Ha pensado en tener algún proyecto con su novio?
No, todo está tranquilo.
¿Qué trabajos tiene entre manos?
He amadrinado un negocio en Valencia, a ver si puedo ayudar al máximo y, si es posible, amadrinaré más de uno. Sigo con mi cosmética natural, muy contenta de difundirlo por el mundo al igual que trabajar con la marca, que va muy de acorde con esta forma de elegir cómo vivir. Me hace muy feliz liderar este equipo tan potente de mujeres. Es un negocio multinivel que en España, al ser más desconocido, da un poco más de miedo, pero en Estados Unidos y Latinoamérica se conoce mucho. Aquí somos muy lentos.
¿Cómo se quedó con la repentina muerte del maestro Sharath Jois, maestro de Madonna y de Gwyneth Paltrow?
Pues no tenía ni idea porque vivo bastante apartada de las noticias. Si no aparece en mi Instagram no me entero de nada porque no tengo tele. De todas formas, yo hago kundalini yoga, y este maestro era de ashtanga. Qué bonito es poder dejar este mundo con tanta gente que te piensa, te admira, te valora y que has podido aportar un valor. Ojalá yo el día que me vaya me pueda ir diciendo que aporté algo bueno para alguien. Hay gente que me recuerda que mejoró su vida por ese truquito o esta práctica que les indiqué. A ver qué ocurre.
¿Cómo se presentan las navidades?
No hay muchos cambios ya que no es la primera vez que estamos separados de Felipe. El año pasado compartimos dos de los cuatro días fuertes de las fiestas y en breve pasará lo mismo. Tenemos las típicas tradiciones, yo soy de poner mucha ilusión, de hacerlo todo muy a lo grande y seguimos la tradición catalana que es hacer Cagar el Tió. Y como hacemos diez años te traen muchísimas cosas. En eso sí que soy muy consumista, muy exagerada, pero no por consumir en sí, sino por exagerar la ilusión.
¿Sabe ya lo que hará en fin de año?
No tengo muy claro lo que haré, algún plan más romántico porque no estaré con mis peques, como el año pasado. Tuve la suerte de empezar este año con una excursión en la montaña y supongo que el próximo segurísimo que será cerca de la naturaleza.
¿Es de hacer retos con el nuevo año?
Soy persona de retos, aunque la mitad no se cumplan. Soy de hacer una lista y de intentar incorporarlos ya que siempre se me va quedando alguno. Y más que retos, tengo el propósito de si ya tengo tiempo para crear mi vida aún pero quiero tener más, quiero aprender a tener tiempo porque a veces no sé estar sin hacer nada, deseo vivir más lento, saborear mucho más la vida, soy positiva y quiero serlo aún más y agradecer el doble.
Pero deseos seguro que tienes…
Quiero que Papá Noel, Los Reyes o quien sea me traigan ir a Bailando con las estrellas porque llevo muchos años queriendo ir. Y sé que voy a ir porque quien no llora no mama, así que seguiré pidiéndolo.
¿Sus hijos le suelen pedir muchas cosas?
No piden muchas cosas porque son muy listos. Dicen que es mejor pedir pocas porque así pueden pedir más grandes. Nuno me ha pedido del juego de la Brown Stars, no sé cuántos muñecos son, pero es imposible que se lo traigan porque soy antivideojuegos.
El sistema no puede hacer trampas, es decir, habría que pagar dinero y yo no voy a hacerlo por un juego, que son las nuevas tragaperras de antaño. Y mi hija de 11 años y medio me ha pedido un móvil, dice que será muy responsable, no estará horas, casi que ni lo usará y tampoco se lo van a traer porque a mi manera de ver le estaría robando mucha vida. Jamás haré un regalo que le haga feliz momentáneamente y le hará muy infeliz a la larga. Así que empezamos la lista de Navidad desde cero.