Este miércoles, 5 de febrero, ha sido un día importantísimo en la vida de la venezolana Fabiola Martínez (52 años). Hace falta ser muy valiente -y estar armada hasta los dientes de herramientas emocionales- para enfrentarse al dolor más genuino, a la herida más sangrante; ésa que nos acompaña toda la vida y que intentamos tapar con parches.
Fabiola lo ha hecho: ha mirado al miedo, a eso que te enseñan a callar, en su libro Cuando el silencio no es una opción. Lo que nunca conté. En esta obra, tan dura como real, la exmujer de Bertín Osborne (70) relata su dura infancia en Venezuela, poniendo el foco en los abusos sexuales que sufrió, cuando tenía escasos cinco años, por parte de su tío.
"Y en mitad de la noche me despertó su mano, que tomaba con firmeza la mía para ponerla en sus genitales y allí moverla, marcando el ritmo macabro de sus más bajos instintos. Y yo, que no entendía absolutamente (...), me hice la dormida", se puede leer en el libro. Ahí comienza la etapa más oscura en la vida de Fabiola, un lacerante episodio que dura 10 años. Hoy, el silencio se acabó.
Fabiola Martínez, este miércoles, en la presentación de su libro.
Fabiola, ¿qué imagen se tiene de usted?
Hay muchas cosas de mí que muchos conocéis desde que me casé con Bertín. Desde que nació Kike, mi vida ha estado ahí en los medios. Una de las cosas que más me ha acompañado, y que lo he sentido como un peso, es que las personas me dicen que soy muy valida y muy valiente. 'Qué fuerte eres', 'Cómo has podido llevar adelante todo lo que has pasado'. Que soy una madre coraje. Siempre que escuchaba esto decía 'si supieras'.
Es resiliente.
La resiliencia es una cosa que se desarrolla, todos tenemos esa capacidad. A veces, las circunstancias hacen que se aceleren los procesos. En el libro hablo de mi infancia, de esos años que viví en Venezuela, de mi familia, de momentos complicados. Fundamentalmente, he puesto el foco en algo que creo que durante mucho tiempo ha sido un bastón. En vez de haber sido un agujero en el que te metes y no sabes cómo salir.
Siempre me sirvió para mirar hacia adelante. 'Si yo pude con esto, puedo con todo', me decía. Me miraba en ese espejo constantemente. Creía que eso estaba superado, que no pasaba nada. Que hacía lo que quería, sin darme cuenta de que no estaba bien. Que lo que, aparentemente, era algo que me pasó y ya está me estaba definiendo, sobre todos a nivel sentimental.
¿Cometió muchos errores en el amor?
Cometí muchos errores, tomé decisiones que no fueron muy acertadas para mí hasta que nació Kike. Ahí fue cuando supe ver el amor de verdad, ése que es de verdad. El amor sano, el que no había experimentado. Ni siquiera lo tuve en mi núcleo más cercano, que son mis padres. Claro que me han querido, pero queremos como nos enseñan a querer. No es una excusa, eso sí.
La exmujer de Bertín Osborne, posando, orgullosa, con su libro.
¿Cómo la quisieron sus padres?
A mí me quisieron como pudieron, pero yo he querido ser mejor madre y querer mejor a mis hijos. De una manera más sana. Me he ido recomponiedo en cada etapa, pero eso estaba ahí, era como una asignatura pendiente. Silenciada por todos. Hasta que me separo y cojo las riendas de mi vida y empiezo a hacer un repaso y me doy cuenta que necesito resolver eso. Que eso que estaba dejabo de un montón de capas cada vez salía más.
¿Qué pretende con este libro?
No digo que escribir un libro te cure, pero sí darle un sentido a ese aprendizaje. Todo eso se ha traducido en un libro, pero no quiero que se quede ahí. Este es un tema para el que la sociedad, ahora, está más preparada y mentalizada para hacer cambios. Antes no hablábamos con naturalidad de las cosas, del aborto, de la discapacidad.
Si esto sirve para que esa familia tengo una conversación, o para que esa hija o hijo, se abra, bienvenido. Las estadísticas son brutales: una de cada cinco chicas y uno de cada seis chicos sufren abusos infantiles en el entorno familiar.
¿Qué protege a estas personas? Yo las veo como un monstruo, obvio, pero parecen buenas personas, están entre nosotros. Los tratamos a diario y no sabemos lo que hay detrás. Esas personas se sienten impunes por el silencio. Ése es realmente el único escudo que ellos tienen. Es responsabilidad de todos; no sólo de nuestros pequeños. A los niños hay que protegerlos.
Porque se tiende a callar.
Callas. Piensas que tú tienes algo que ver. Cuando a un niño le haces creer que tocarlo entre las piernas es una caricia, es porque 'soy tu padre', 'soy tu abuelo', 'no te voy a hacer daño'. Sí te están haciendo daño, todo tiene una cara fea del amor.
¿Cuánto tiempo ha tardado en escribir el libro?
El proceso fue largo. Lo que ha sido plasmarlo en el libro ha sido como un año. Abrirte, contar detalles así... os prometo que en algunas sesiones con Marián era la primera vez que los verbalizaba. Me ahogaba. He tenido sesiones muy duras. Me he liberado mucho. Yo me he convertido en mi lugar seguro.
Fabiola, emocionada, junto a su libro, editado por Espasa.
Fue una infancia de supervivencia, eran muchos, no había medios económicos. Tonto el último. Había que buscarse la vida como fuera. Ahora yo disfruto de la infancia de mis hijos, que sea lo más sana posible. Ellos son mi guía, mis maestros. Ellos viven lo que yo no he vivido.
¿Cómo fue y es la relación con sus padres?
Mis padres... Yo todavía estoy en proceso de entender muchas cosas. Yo los quiero, los quiero mucho. Aún sigo sintiendo que ellos son mi responsabilidad. Creo que se han invertido los roles. Eso lo estamos sanando, tanto ellos como yo. Iniciar este proceso me ha permitido tomar conciencia de su infancia, tanto la de mi padre como la de mi madre. Ya he mejorado la comunicación con ellos, sobre todo con mi padre. Con mi padre ya no hay tanta barrera. Antes todo lo evitábamos, pasar por encima de las conversaciones. Sabes que hay una bomba de relojería. Siempre he contado con ellos, me han ayudado desde el nacimiento de Kike, pero la Fabiola hija no ha tenido una buena relación de inicio. No es fácil reconciliarse con lazos familiares.
¿Cómo se lo contó a sus hijos?
Con mis hijos ha sido complicado. Yo se lo he explicado a Carlos, porque Kike no lo vive como lo estamos viviendo nosotros. Cuando se lo dije a Carlos... tuve herramientos emocionales para hacerlo. No es fácil decirlo. Cuando lo hice, mi di cuenta de que era más necesario de lo que yo imaginaba, porque había comentarios que yo le hacía a mi madre que él no entendía. Decía '¿por qué le hablas así a la abuela?' Se lo expliqué en un viaje, los dos solos, a República Dominicaba. Se lo dije en una playa.
¿Cómo fue?
Le dije que estaba escribiendo un libro. Y empecé a contar de qué iba. Le conté que yo había sufrido abusos de pequeña. En un principio, se quedó impactado. Su reacción fue darme un abrazo y hacer un poco de protector. Se me hace duro. (Rompe a llorar).
Fabiola Martínez, al borde de las lágrimas, este miércoles, 5 de febrero.
Se sentirá muy orgulloso de usted.
Creo que ya lo está, porque él lo demuestra con su comportamiento. Me permitió abrir ese debate con él, y le he preguntado: '¿A ti te ha pasado algo parecido?'. Un niño es un niño vulnerable. No somos conscientes.
¿Bertín conoció este pasaje de su vida?
Bertín sí lo supo, sí fue consciente. Cuando Bertín y yo empezamos una relación más seria, yo le expliqué. Es algo tan feo, tan doloroso... la mayoría no sabe cómo manejarlo. Escuchan y bloquean. Ya está. Él lo sabía, nunca volvimos a hablar del tema. Tampoco influía en nuestra dinámica. Él nunca me juzgó, ni indagó.
¿Por qué no le dedica el libro a Bertín?
No se lo dedico a Bertín porque él es una pieza de una etapa de mi vida. Yo no le debo mi vida a Bertín. Tendría que dedicárselo entonces a todas las parejas que he tenido. Ha sido un compañero maravilloso. He sido feliz con él, a veces no tanto, pero él es una persona más de los que han pasado por mi vida. Obvio, es una persona importante como padre de mis hijos. Como persona, no creo que deba dedicárselo.