El éxito de Karlos Arguiñano es indudable. El cocinero vasco ha conseguido establecerse en uno de los referentes de la gastronomía española gracias a su faceta como presentador de televisión, cuya trayectoria comenzó hace treinta años. El cocinero vasco ha conseguido levantar un imperio culinario de la nada y, lo más importante, ha mantenido a su inmensa familia, formada por siete hijos y doce nietos, unida en torno a él.
En 1978 este visionario vasco abrió un hotel restaurante en su pueblo natal. El lugar escogido fue un castillo de piedra rústica que, actualmente mantiene su estética original, y constituye una reliquia arquitectónica. Este es el origen del entramado empresarial del cocinero más conocido de nuestro país, al que se han ido incorporando alguno de sus siete hijos de forma natural, tal y como afirma Martín, el tercero por orden de nacimiento: "Se fue dando poco a poco, casi sin darnos cuenta", explicó a Check in news.
Y es que la intensa carrera del chef no le ha impedido compaginar su trabajo con su vida familiar. En 1974 se casó con la riojana María Luisa Ameztoy Alfaro (71) y, fruto de este matrimonio nacieron Eneko, Zigor, Karlos, Martín, Joseba (36) y Amaia. A estos seis hermanos se unió María, que fue adoptada por la pareja en los años noventa.
Eneko y Zigor son, por ese orden, los dos hijos mayores y parte fundamental del negocio. El primogénito dirige la sala del restaurante, mientras que el segundo se encarga de la cocina y figura como jefe de cocina del local. Ambos han heredado la pasión por la gastronomía de su padre, pero de forma diferente. Mientras que el primero se desvela en atenciones para que los comensales retengan en la memoria su visita como un recuerdo inmejorable, el segundo se remanga para coordinar lo que sucede de la barra hacia dentro. Además, a este último, su entrega al arte del buen yantar le ha animado a participar en concursos de pintxos.
Lo que también han heredado de su padre todos los hijos, es la discreción. Poco se sabe de la vida privada de todos ellos, que llevan el éxito sin hacer ruido. Zigor mantiene una relación con la comunicadora Amaia Jackson y es padre de dos niños pequeños, cuyo día a día comparte a través de Instagram.
En 2019, este jefe de cocina posaba con su hermano Martín tras conseguir el tercer puesto para el restaurante familiar en una de estas competiciones en las que suele participar. Sonrientes, los dos sostenían el trofeo y el diploma obtenidos. Y es que Martín también es una pieza fundamental del conglomerado empresarial. Él se encarga de la parte administrativa del hotel y ha revelado la clave para poder trabajar en familia: "Mantenemos el buen clima laboral en la familia porque siempre hicimos cosas en grupo, en la casa y en el trabajo", aseguró en una entrevista a Check in news.
Prueba de ello es la intocable reunión familiar de los domingos: "Las chicas de la familia, con los hijos, suben a comer a casa de nuestros padres. Después nos vamos acercando nosotros según terminamos las labores en el restaurante, el obrador o el hotel. A veces llegamos al postre y otras al café. Esta ha sido hasta ahora una cita sagrada. Nos gusta estar en familia y compartir momentos y comida", comentaba Martín al Diario de Navarra, dejando claro el sacrificio que supone la dedicación a la cocina.
Al mismo medio le contó que el restaurante es una parada obligatoria para los autobuses de jubilados que van hasta Zarautz a hacer turismo: "Cuando no le encuentran se van a la estatua del aita que está en la terraza, se abrazan a ella y se hacen las fotos", afirma divertido, por la atracción que despierta su lugar de trabajo.
Junto a Zigor, entre fogones pasa también las horas María, la menor de los hermanos, que desempeña el mismo cargo que él. La historia de la benjamina es muy especial pues se remonta a finales de los años 90, cuando el chef de Beasain rodaba programas para la televisión argentina. María trabajaba como asistenta -según algunas publicaciones locales- en la casa del ilustre guipuzcoano en Buenos Aires.
Durante esta época la pasión de María por la cocina removió a Karlos, que la ayudó a mudarse a Zarautz donde se formó en Alaia, la escuela que este regenta y fue adoptada por el matrimonio: "Me siento bien, rodeada de cariño. Ellos son mi familia, son mis padres adoptivos, mis hermanos, trabajamos de igual a igual. ¿Dónde podría estar mejor?", explicó en una entrevista hace unos años.
Y a pesar de que todos los vástagos citados hasta ahora guardan relación con la cocina, el que más popularidad congrega es uno de los más jóvenes. A partir de la temporada de 2019, Joseba Arguiñano saltó a la televisión nacional junto a su padre. En el espacio gastronómico Cocina Abierta el joven demuestra su talento para la panadería y repostería, las áreas culinarias en la que está especializado.
Ya son dos años los que el discípulo lleva al lado del maestro y su popularidad se ha disparado, llegando incluso a convertirse en reclamo para campañas publicitarias. Joseba, además ha abierto un negocio propio en el pueblo, JA Arguiñano, una pastelería que acumula numerosas reseñas positivas en Internet. Aparte de cocinar, este joven chef dedica su tiempo libre al deporte, el surf y el skate son sus preferidos. Y por encima de todo está el amor a su familia formada por su pareja, Natali, y sus dos hijos Manex y Kaia.
Alejados de la cocina se encuentran Amaia y Karlos, los dos vástagos del entrañable cocinero que quedan por citar. Karlos Arguiñano presume de la única de sus siete hijos que ha pasado por la Universidad diciendo, entre bromas, que es "la única que sabe leer". Amaia es ingeniera y es especialista en telemetría. Una disciplina que ayuda a los pilotos de carrera a mejorar sus tiempos. Recientemente ha querido saber qué es eso de dedicarse al negocio familiar y ha empezado a gestionar la bodega de txakolí de su padre.
Txarli -así se conoce al hijo que ha heredado el nombre de su padre-, sin embargo, prefiere dedicarse a la cocina de forma amateur y se pone el delantal para convertirse en pinche de su padre en casa de los aitas. Profesionalmente es director de fotografía y se encuentra cien por cien sumergido en el mundo audiovisual. En su currículo se encuentran importantes producciones como El internado: Las cumbres o La línea invisible.
Y entre todos ellos, la esperanza de que la pasión por el buen comer continúe sacando adelante este entramado empresarial se pone en la tercera generación. Son doce nietos por el momento y aunque muy jóvenes, los padres confían en que así sea y el imperio culinario siga creciendo.
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