Vuelvo a decir lo mismo que dije la semana pasada: me encanta La Voz Senior. Es un programa relajado, distendido, con un arte que no se puede aguantar, sin grandes sobresaltos, donde se le da importancia a lo que la tiene: la voz. Que sí, no somos tontos, hay retazos de vida personal por ahí antes de la actuación que si nos cogen sensibleros somos capaces de darle el premio al más suficiente; sí, pero nunca se olvida el talento. Este siempre sobrevuela y, parece, se entiende mejor rebozado en tragedia. ¿Por qué las voces más prodigiosas siempre arrastran, cual santos redentores, penalidades y sufrimientos?
¿Por qué?, se pregunta un servidor. Y mientras llega la inspiración voy a detenerme en un señor que hasta hace cinco minutos juro -y lo sabe el que me conoce mínimamente- que estaba en mi biblia de seres coherentes y justos con lo que hacen: David Bisbal (39 años). Sin embargo, este miércoles algo me ha cambiado con respecto a él. No se puede hacer, amor mío, lo que tú has hecho: ¡sentir envidia! Y, mátame Dios, ¡torticera! Hijo, ya que te pones a padecer sentimientos tan abyectos, no desciendas a los infiernos. Bisbal ha descendido, y de la peor de las formas. Ya lo dice mi abuela: "La envidia es el cáncer nacional"
Todo ha dado comienzo durante la primera actuación de la noche. Ahí tienen a Marcelo, de 67 años, sevillano, un hombre que lleva como pundonor haber sido el primero -ojo, de todas las ediciones de La Voz- en haber tocado la batería en directo. Él, amante del soul, del jazz y de la vida en general, sale al escenario, flashea a los allí citados y, envuelto en oropeles, recibe el peor de los halagos: aquel sazonado con envidia. Sí, David Bisbal le tiene envidia -y de la mala: siempre me ha parecido una tontería esta aclaración- a Antonio Orozco (46). No lo puede ni ver; es mi opinión, sí, pero la verdad al fin y al cabo. El calor de lo que se percibe en la calle/red social.
¿Que no se lo creen? Ahí tienen a Bisbal revenido, escocío porque Marcelo, el pobre hombre que no sabe cómo cayó allí, se ha ido con Orozco. Sobre todo, qué cosas, cuando él ha sido el único que no se ha girado durante su actuación con el tema Unchain my heart. Estamos de acuerdo en que debe fastidiar cuando ves una voz portentosa yéndose de tu lado, pero, David, ¿era necesaria tanta hostilidad y mala baba? Te has retratado. Todo ha comenzado cuando Orozco, por aquello de congraciarse con el invitado, ha alabado su procedencia: "Me encanta Sevilla". Justo ahí brota el veneno del malo -otro apunte tonto- por parte de Bisbal: "Es que Antonio cuando quiere es de Sevilla, de Barcelona o de Almería". (Y tú, cielo, cuando quieres te haces el fino y, cuando te da la gana, el más campechano de la tierra, ¿no?)
Ay, David, no me aprendes. Para que lo sepas, sí, Orozco es de Barcelona, pero, infórmate bien, a los 15 años se obnubiló por el arte andaluz y se empapó de la bulería de Sevilla. ¡Para hablar, hay que saber! Por ejemplo, que sepas que con la primera paga que obtuvo se compró una guitarra que a día de hoy conserva. Tras la desafortunada frase de Bisbal, Orozco, todo un señor, se limita a sonreír y a acompañar a su elegido a la salida. ¡Eso es un HOMBRE! Bisbal, después de puntualizar "¡el primero que le dio al botón fui yo!" -como si estuviera en la escuela-, revienta de envidia cuando Orozco y Marcelo abandonan el escenario y suelta, así, como de prórroga: "Ahí te vas, con tu paisano de Sevilla". ¿Era necesario ese estoque ridículo? Insisto, este miércoles te has columpiado, Bisbal.
De la musa de Dalí a la autora de 'Vuelve a casa por Navidad'
Sin embargo, ni Marcelo, ni Bisbal ni Orozco han ocupado el protagonismo de la noche en su totalidad. Ha habido más genios por metro cuadrao. Os presento, con ustedes, a Maruja, de 73 años. Natural de Caravaca de la Cruz, Murcia. La doña tiene una calle con su nombre, fue musa de Dalí e íntima amiga de Lola Flores. ¿Y yo para qué estudio? Pero la vida le tenía un rasgón irreparable: la muerte de su marido, tras la cual dejó de cantar. Se fundió a negro. Con la actuación de la mujer prodigio no se giró nadie y de poco le sirvió que Bisbal le bailara el agua.
Pasamos página. Con ustedes, Giuseppe, de 78 años. Entona Volaré y se hunde el plató. Ante su arte se giran Orozco y Pablo López (35), y el hombre se viene arriba: "He cantado en toda Europa, el problema es que cuando me casé lo dejé todo porque había que traer un sueldo a casa". Querido, dirán algunos, ¡eso es machismo! A la inversa o como lo llamen, ¡pero lo es! ¿Dónde queda la mujer en ese lugar? Cuida tus palabras. Menos mal que más tarde han desengrasado el gazapo de Gonzalo -el descubridor de Ella baila sola y un genio de los que pocos quedan- Charles, natural de Florida; y Marisa y Blanca -la primera cantaba con Hermida y la segunda es una imitadora de categoría de Rocío Jurado-. Señores, el arte en versión senior. Dios los guarde para que se queden, en el programa y en la vida.
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