Teleprompter, Prompter, Cúe, Autocúe... son varios los nombres con los que la industria de la televisión se refiere a este artefacto. Pero todos coinciden en su enorme utilidad y en su definición: el aparato que utilizan los presentadores para saber qué decir exactamente cuando se dirigen a cámara. Realmente es una herramienta de lectura que da seguridad a quien lo utiliza, pero son muchos los secretos que rodean a este artilugio que, para muchos, son desconocidos.
Algunos piensan que funciona por sí solo, otros apuntan a que el presentador es quien lo guía, hay quienes incluso no entienden cómo se puede leer el cúe y mirar directamente a cámara al mismo tiempo. JALEOS se propone responder a todas estas dudas.
1. El secreto para leer y no desviar la mirada del objetivo
El prompter, en realidad, basa su funcionamiento en un concepto físico básico, que utiliza también el mundo de la fotografía y que forma parte de nuestro día a día: el espejo. Sobre un trípode, se sitúa una televisión en posición horizontal con la pantalla hacia arriba, en la que se carga un texto que anteriormente se ha escrito en un programa de ordenador preparado para ello; una especie de "Word".
En perpendicular a esta pantalla, se sitúa un espejo que refleja el texto para que el presentador lo pueda leer. Y detrás del mismo, se encuentra el objetivo de la cámara que graba todo, menos el texto del espejo. Esta particularidad es la clave que hace posible leer y mirar a cámara al mismo tiempo, ya que su intensidad lumínica es lo suficientemente baja como para no provocar apariciones indeseadas de las letras en la imagen.
2. ¿Lo maneja el presentador o una tercera persona?
La respuesta a esta pregunta es ambos. Dependiendo del tipo de programa, puede ser manejado a través de realización por parte de un operario que se encarga de reproducirlo al ritmo que permita al presentador leer correctamente, o puede ser el propio orador quien, a través de un pedal, determine la velocidad a la que pasan las palabras. Como si se tratase de los rótulos finales de una película.
Hoy en día, la tecnología ha evolucionado hasta el punto de que existen aplicaciones móviles que convierten el dispositivo en un auténtico cúe. Con las limitaciones que ofrece un móvil o una tablet, desde luego.
3. ¿Sólo se utiliza en programas de televisión en directo?
El teleprompter no sólo está indicado para la televisión, aunque hoy en día es el entorno profesional donde más se le necesita. Sin embargo, a la hora de hacer discursos ante un gran público, también se puede utilizas. Es más, hay muchos políticos que hacen uso de este artilugio para dar continuidad a su discurso y no perderse.
4. Cuando falla su gran aliado, ¿qué hace el presentador?
Hay momentos en los que el teleprompter, que no deja de ser una máquina inventada y utilizada por manos del hombre, puede tener fallos técnicos. Por eso, cuando esto ocurre lo mejor es actuar con naturalidad. Eso lo saben bien los más grandes profesionales, porque ni siquiera ellos se han librado de sus momentos de "lapsus" en directo por este tipo de defectos.
Algunos, como el que vivió Oriol Nolis (40 años) en el Telediario de Televisión Española, han quedado como ejemplo para la posteridad. Y a pesar de que el presentador se puso bastante nervioso, simplemente comentó lo que sabía o le sonaba haber leído antes de arrancar el programa:
Otro caso reseñable fue protagonizado por Ana Belén Roy, también en los Informativos de la cadena pública. Al leer la información, confundió al líder de Podemos,Pablo Iglesias (40), nada menos que con un entrenador de criaturas mágicas. Las imágenes hablan por sí solas:
Pero estos 'tierra, trágame' no solamente se viven en programas informativos. También el formato del entretenimiento puede generar confusiones que llegan a ser desternillantes. Eso le ocurrió a Jorge Javier Vázquez (48)en Sálvame Deluxe mientras hablaba de los preparativos de boda de dos novios: "En esta ocasión, es él quien se está encargando de todos los preservativos…", dijo, confundiendo esta palabra con la de "preparativos". Su reacción fue inteligente: partirse de risa.
Estos son algunos de los casos más divertidos. Pero otros, simplemente generan un espacio de silencio incómodo o una palabra fuera de lugar. Así le paso a Beatriz Pérez Aranda (56), cuando el cúe no iba, precisamente, "como un pepino".
En honor a todos esos grandes de la comunicación que se sintieron desprotegidos, vendidos y saboteados por el teleprompter, cabe destacar que este es el verdadero amigo del presentador. El apoyo al que, en las buenas y en las malas, recurren cuando millones de espectadores les esperan al otro lado de la pantalla.
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