¿Qué está pasando con los chefs televisivos? Nueva acusación de explotación laboral
El cocinero asturiano ha sido el último acusado de someter a sus trabajadores a unas míseras condiciones pese a estar en su mejor momento profesional.
30 agosto, 2019 03:17Noticias relacionadas
El chef José Andrés (50 años) está viviendo uno de sus mejores momentos profesionales. Lleva tres décadas siendo el más famoso embajador español de las recetas patrias en Estados Unidos. En Washington, su ciudad de residencia, regenta varios locales que cosechan un gran éxito entre el público y la crítica gastronómica. Además, en marzo de este año inauguraba en Nueva York, junto a los hermanos Adrià, el Little Spain Market, un mercado que reivindica la gastronomía española como una de las mejores del mundo.
El asturiano ha alcanzado tal prestigio en Norteamérica que la famosa revista Time llegó a incluirle entre las 100 personas más influyentes del mundo en 2012 y 2018. Allí también triunfa en televisión con programas como Made in Spain y asistiendo como invitado a los espacios de auténticas estrellas televisivas americanas como Ellen DeGeneres (61) o Seth Meyers (45). En España también tuvo éxito hace años con el programa Vamos a cocinar con José Andrés, emitido semanalmente por TVE. Una faceta que compagina con su compromiso constante con las labores humanitarias, por las que un diputado demócrata le propuso para el Nobel de la Paz el año pasado.
Pero una polémica noticia ha enturbiado esa gloriosa imagen que el chef se ha labrado durante su trayectoria. Tina Braunstein, una trabajadora del establecimiento de José Andrés y los Adrià en Manhattan, les ha denunciado por no pagar el salario mínimo estipulado por la ley estadounidense. Unas acusaciones de explotación laboral que ya ha azotado a otros cocineros televisivos españoles.
Jordi Cruz
El carismático jurado de MasterChef suscitaba una inesperada polémica al defender la contratación no remunerada de becarios en restaurantes de prestigio. El chef asegura que para los jóvenes supone una oportunidad única de aprendizaje, con alojamiento y comida pagados por la empresa. Sin embargo, muchas voces discordantes defienden que la figura del stagier, denominación que reciben estos trabajadores, es una forma de explotación laboral, sometiendo a los aprendices a extensas jornadas que llegan a doblar el convenio en unas condiciones de presión constante.
Jordi Cruz (41), sin embargo, prefiere definirlos como "estudiantes a los que mimamos y enseñamos con todo el cariño". Por su parte, el también jurado de MasterChef, Pepe Rodríguez (51), ha defendido la existencia de los stagiers y asegura que las críticas a su compañero no tienen "ningún sentido".
Dabiz Muñoz
En 2016, el ganador de tres estrellas Michelín, Dabiz Muñoz (39), daba el salto a la televisión con el estreno de El Xef, un docureality que mostraba el día a día del cocinero en su profesión y en el que la audiencia fue testigo de la tensión propia de la labor hostelera, con fuertes discusiones entre Dabiz y su equipo antes de la apertura de su restaurante en Londres.
Sin embargo, en el programa no se mostró la peor parte de trabajar con el afamado marido de Cristina Pedroche: jornadas maratonianas, presión y desprecios hacia el equipo. Así lo relató en 2017 a EL ESPAÑOL un trabajador de StreetXO. "Veía a sus chavales sudando la gota gorda, algunos sin cobrar y otros cobrando una miseria por hasta 15, 16 y 17 horas de trabajo y no era capaz de dirigirse a ellos", contaba entonces Jian, un joven chino que se desplazó hasta Madrid para cumplir su sueño de triunfar en los fogones.
Martín Berasategui
Quien también está más que acostumbrado al foco televisivo es Martín Berasategui (59). El chef vasco, ganador de diez estrellas Michelín, ha colaborado en numerosos programas como Cocineros al volante, Robin Food o MasterChef. En el espacio de TVE ha mostrado sus dotes como maestro culinario, enseñando sus técnicas y recetas a unos concursantes obnubilados ante su presencia.
Pero quienes han trabajado como stagiers de Berasategui también relatan unas condiciones míseras: jornadas eternas no remuneradas y una metodología de enseñanza muy cuestionable, con un trato vejatorio respaldado por la supuesta oportunidad de aprendizaje a la que todos los acusados aluden cuando se critica la figura del becario culinario.
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