El formato Gran Hermano vivía un cataclismo en 2015 cuando su histórica presentadora, Mercedes Milá (68 años), decidía poner el punto final a su trayectoria al frente de este reality. Paolo Vasile (66) no accedió a las exigencias de la periodista para continuar presentando las galas y la apartó del programa para ponerlo en manos de una de sus estrellas de cabecera: Jorge Javier Vázquez (49).
Su nombramiento fue más que cuestionado por los seguidores del espacio y el estreno de Gran Hermano 17 en 2016 confirmó los malos presagios: el formato perdía fuelle sin Milá y se marcaba el segundo peor arranque de su historia. Aún así, Mediaset hace otro intento por pasar página un año después y sigue confiando en el presentador de Sálvame para volver a levantar el reality con GH Revolution. El resultado fue catastrófico: la edición menos vista de la historia, con menos de un millón y medio de espectadores, y la flagrante cancelación del formato.
En la otra cara de la moneda está, sin embargo, GH VIP. Mediaset recuperaba en 2015, diez años después de su última edición, la versión con famosos del programa de convivencia. Aquella tercera edición devolvería a Telecinco a sus tiempos más gloriosos con unas vertiginosas cifras de audiencia: 3,9 millones de espectadores de media siguieron las galas y casi cinco millones fueron testigos de la final más vista de la historia, en la que Belén Esteban (45) se alzó como vencedora.
Desde entonces, el formato VIP se ha convertido en la gallina de los huevos de oro de Mediaset, sumando ya siete ediciones en plena forma. Si se comparan sus cifras de audiencia con las de las últimas ediciones de Gran Hermano, la diferencia es abismal, lo cual llama la atención dado que la mecánica y el escenario son los mismos.
Lo cierto es que, al contrario que en la versión anónima, el encierro en Guadalix se ha convertido en un aspecto secundario en el concurso, un simple generador de tensión donde lo realmente importante son los conflictos del exterior. Los espectadores crecen en la medida en que la información de fuera influye en la convivencia: Belén Esteban habla con Andrea Janeiro (20), Laura Matomoros (26) se reencuentra con su padre o Antonio David (43) cuenta su conflicto con Rocío Carrasco (42). Los hechos que más atención generan siempre tienen que ver con la vida anterior al concurso.
En este nuevo contexto, el papel de Jorge Javier Vázquez cobra especial importancia. El presentador -que tomó el relevo a Jordi González (57) en 2018- cuenta con una amplia experiencia en la prensa del corazón y sabe exprimir el jugo de cada celebrity que pisa Guadalix. Poco parecen importarle las críticas por su aparente sesgo, pues no duda en pronunciarse ante polémicas como las que está protagonizando Hugo Castejón en GH VIP 7, del cual ha llegado a pedir la expulsión para que puedan surgir nuevas tramas en el concurso, desatando la ira de las redes.
Polémicas aparte, el formato parece haber encontrado una nueva fórmula del éxito y está dispuesto a explotarla. Los contenidos que surgen en Guadalix nutren la parrilla de Mediaset durante todo el día. Cualquier disputa o conversación en la casa sirve para revivir tramas del corazón como la relación de Antonio David Flores y Rocío Carrasco, la reacción de Alba Carrillo (33) a la boda de Feliciano López (38) o el divorcio de Mila Ximénez (67) y Manolo Santana (81). Además, la incorporación en la mecánica de secciones como la lectura de tuits del exterior o el repaso de La curva de la vida propician declaraciones que bien podrían abrir portadas de revistas, previo pago de exclusivas, si los personajes estuvieran fuera.
En definitiva, en esta nueva faceta con estrellas televisivas, Gran Hermano ha dejado de ser el experimento sociológico de sus inicios para convertirse en el generador de contenidos más exitoso -y rentable- de la televisión.
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