Estoy que trino, lo advierto. Puede que mañana, cuando lea estas líneas más reposadamente con un café en mano, me arrepienta de la mitad de lo que voy a decir, pero es lo que me nace hacer ahora. Gran Hermano VIP es un aburrimiento supino, confirmado. Mira que llevo cinco semanas dándole oportunidad tras oportunidad, pero nada, oye, que no remonto en interés. No me interesa nadie de los que están ahí dentro y sus cuitas me la traen al pairo. Fijaos mi sopor que estoy creyéndome esa engañifa de Maestro Joao y Pol Badía. Sí, debo mirármelo, pero como que me sugestiono y comienzo a ver atracción, amor y miradas lascivas entre ambos.
Y justo cuando parece que mi atención coge empaque... llega Mila Ximénez (67) y despierta a la fiera que llevo dentro. No la aguanto, no puedo con su forma de ser, con su continuo quejarse de la vida. Es una lamentatriz de Jeremías que va por la casa de Guadalix arrastrando su letanía lastimera, su pena, su tristeza, sus llantos. Parece que está encarcelada y que se mueve con grilletes como si estuviera en un módulo de Alcalá Meco en vez de un reality. Mejor, ¡como si estuviera en un campo de concentración! Hija mía, eres muy pesada: has entrado ahí por pasta, tú misma te vanagloriabas en una portada de una revista diciendo que eras la mejor pagada.
Pues ahora, ¡apechuga con las consecuencias! Yo entiendo que un encierro de tres meses, por muy voluntario que lo pinten, es una putada y un sacrificio gordo, pero, alma de cántaro, yo por lo que cobras tú semanalmente -qué leches, diariamente- me voy allí y me inmolo en directo a golpe de SMS. ¡Deja ya de llorar y si te quieres pirar, hazlo! ¡No nos martirices más! Estás cansando a media España y el hecho de que deambules por los pasillos como si fueras al paredón de fusilamiento hace que pensemos, querida Mila, cosas feas, como ¿por qué no abandonas? ¿qué te retiene allí? Ya, no somos lerdos: sabemos que parte de esa Mila es el personaje fabricado en Sálvame y tras muchos años de televisión a tus espaldas.
Vale, pero esa mujer del brote, de la gresca, de la farfulla cómica cada día desaparece más, dejándole paso, a codazos, a los sentimientos reales: te arrepientes de verdad de haber entrado, no te gusta ese concurso, no te sientes cómoda con la gente de allí. Ok, hemos llegado hasta aquí y te repito: ¿qué o quién te obliga a seguir? ¿Por qué Jorge Javier Vázquez (49) -presentador y amigo pelota donde los haya- te subraya las semanas que llevas, los días que llevas y casi los minutos que sumas en Guadalix? La respuesta la obtengo vía Twitter al filo de las doce y pico, de alguien que bien entiende: "No puede irse porque la pasta que pagaría por la penalización sería muy grande, tanto como su caché. Por eso va quitando días en un calendario". ¡No te vas por la pedazo de penalización que pagarías, amiga mía! Ay, el parné, qué esclavo es, ¿verdad?
Y, claro, tú que las has pasado tan canutas -contado por ti misma- en la vida, como que pagar un peaje por una debilidad se te llevan los demonios. Lo entiendo y lo comparto; yo, seguramente, haría lo mismo. Pero, ¿sabes qué pasa, Mila? Que esto, por muy loables y pecuniarios que sean tus motivos, indigna y mucho. Porque sí, Mila, el pueblo no entiende que una señora que cobra algo así como 25.000 euros semanales ande pegándose panzazos por los rincones de la casa. No, la gente eso no lo entiende porque se ven negros para ser mileuristas, Mila. Ya, eso me salió muy demagogo. Lo asumo y perdóname. Dicho esto, te aconsejo: toma una decisión ya, por favor. Por tu bien, por el mío y por el de España.
No puedo soltarte, Ximénez, sin diseccionar algunas de tus frases esta noche. Pasen y lean, pónganse cómodos: "Esta casa es un puto campo de minas", "Que se vaya a la mierda quien me animó para entrar", "Cuando salga voy a necesitar un psicólogo y alguien que me arregle esta cara, ¡he envejecido 25 años!", "He llegado al tope, he caído en picado"... Esta, esta es de traca, prometido: "Llevo fatal la rutina y ver siempre la misma gente". ¿Me entienden ahora? Sobran las palabras. Por cierto, ha entrado su hija, Alba, para insuflarle ánimos. Le ha prometido que será fuerte, que lo hará por ellos... que todo irá bien. ¿Hacemos porra para ver cuándo será su próximo derrumbe?
Antonio David y Noemí, la lágrima y el sopor
Recuerdan ustedes que hace un tiempo les decía que Antonio David (43) andaba muy callado últimamente, ¿verdad? Pues hace unos días se lo hicieron ver en el programa y él se lo tomó como un resorte rollo huy, a ver si me estoy callando para aguantar y me van a echar. Y, claro, ¿cómo puede Antonio David generar contenido? ¡¡¡Sí!!! Acertaron: a través de la lágrima. En esta ocasión hablando de su hija Rocío Flores, que cumple años. Comienza su relato, imagínenselo con los ojos paulatinamente anegándose en lágrimas, le da vigor al mensaje: "Nació rubia, blanca, con los ojos azules", "Rocío Jurado me dijo que gracias, que le había hecho la abuela más feliz del mundo", "Ro es una niña que ha madurado muy deprisa, no ha sido fácil".
Y todo esto regado del amor que siente por su actual mujer, Olga. Oh, pero, ¿esto es concurso? No, es vida privada de fuera. ¿Escuchan eso? Suena como a máquina registradora a golpe de pena. Por lo menos este hombre tiene algo que contar, aunque sea lo mismo de siempre, pero la que me da rabia ver es Noemí Salazar. Sí, la de los Gipsy Kings. La han bautizado como el mueble de la casa y con toda la razón del mundo. No se puede ser más insípida. Ni gracia tienes, si al menos tuvieras el atractivo de ese italiano... ¿cómo se llamaba? Ay, se me olvidó. Gian...algo, creo.
Expulsada: Irene Junquera
Nominados: Pol, Alba Carrillo y El Cejas
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