El 9 de junio de 2015 Sálvame sorprendía a sus espectadores con una noticia que revolucionaría la televisión. No se trataba de ninguna bomba sobre algún famoso, sino todo lo contrario: a partir de ese momento la audiencia podría ejercer de colaborador y mandar información y fotografías sobre personajes del mundo del corazón. ¿Cómo? Vía WhatsApp. Para ello el programa ponía a disposición pública un número de teléfono al que enviar el contenido.
"Si tienes información sobre algún famoso y puedes demostrarlo, cuéntanoslo por WhatsApp en el 636 26 12 70". Así reza el faldón amarillo con letras fucsia que aparece en varias ocasiones durante la emisión del programa para recordar a los espectadores que ellos también son parte activa de su 'cortijo' y que toda ayuda por su parte será bienvenida para rellenar la escaleta de temas del día.
Pero lejos de que esta innovadora idea digital -que cumple ya con más de cuatro años de vida- sea un gesto de cercanía con sus fieles seguidores, es solo una forma de conseguir decenas de exclusivas de forma gratuita y que La Fábrica de la Tele y Mediaset aumenten su base de datos para disparar publicidad a diestro y siniestro.
Cada persona que se ha puesto en contacto con ese número de WhatsApp queda registrada en el listado interno de la cadena y cada usuario que aporta información a Sálvame se convierte automáticamente en 'víctima' constante de los SMS de La Fábrica de la Tele y de Mediaset. Así se puede leer en las políticas y bases legales de la productora en el apartado que concierne al uso y difusión de este WhatsApp.
Tras enviar un solo mensaje a la red social de Sálvame el número del emisor entra en la infinita cartera de nombres que casi a diario reciben boletines de publicidad, sorteos o ventas de algún producto de la cadena. Los teléfonos de los usuarios que generosamente han querido aportar información al programa más visto de Telecinco se verán inundados a mensajes de un interés únicamente comercial.
Por supuesto, ante tal forma de actuar, existe el servicio de reclamaciones que todo afectado puede solicitar tras verse atrapado en ese flujo interminables de SMS. Y es que en el faldón que informa sobre la posibilidad del contacto vía WhatsApp se presenta una letra pequeña que redirige al espectador a la web donde consultar las bases legales, pero al no aparecer con letra destacada sino todo lo contrario a veces resulta ilegible. De esta manera, las personas que escriben en la red social no son conscientes de que cuando pretenden ayudar a Kiko Hernández (43), Lydia Lozano (58), Gema López (48) y compañía, lo de menos es la información que den.
El verdadero beneficio que adquiere la empresa audiovisual de todo ello es ampliar su base de datos para así intentar cazar compradores, inversores, audiencia fiel o contactos relevantes de los que puedan sacar la mayor tajada posible. Y es que al fin y al cabo se trata de una empresa cuyo principal sustento son los ingresos.
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