Tómbola, Salsa rosa, La noria, Sálvame… Parece casi imposible encontrar un programa relacionado con la prensa rosa en los últimos años al que no haya estado ligado Lydia Lozano (65 años). La periodista se ha convertido en una cara habitual de este tipo de programas, llegando a protagonizar una sonora polémica al asegurar que tenía noticias de que la hija desaparecida de Al Bano (76 años) y Romina Power (68) seguía con vida.
Pero el asunto que hoy tratamos está bastante alejado de escándalos como este. Lozano, como cualquier personaje televisivo que se precie, cuida especialmente su apariencia física, una fijación que en un caso determinado ha derivado en un problema de salud: la tanorexia.
Bajo este peculiar nombre se esconde la adicción obsesiva al bronceado. Las personas que lo padecen acaban teniendo la percepción de que nunca alcanzan el tono de piel esperado, por lo que no dudan en someterse a sesiones intensas y prolongadas de bronceado, bien a través de las cabinas de rayos UVA o bien a través de la exposición al astro rey. Huelga decir que esta práctica es tremendamente peligrosa para la piel, pudiendo serios trastornos en este sentido.
Confirmación pública
Es importante destacar que desde 2005 este problema está considerado como una enfermedad de origen psicológico, gracias al estudio de una serie de dermatólogos por el que se consiguió demostrar que estos pacientes seguían un patrón parecido al de otros con adicciones.
En el caso concreto de Lydia Lozano, la evolución la pudieron observar los telespectadores de forma progresiva, ya que no fue hasta 2018 cuando el asunto pareció convertirse en algo peligroso. Fueron los propios miembros de Sálvame quienes dieron la voz de alerta.
A finales de agosto de 2018, coincidiendo con la vuelta de la madrileña de unas vacaciones en Grecia de las que volvió excesivamente morena, este espacio dedicó varios minutos a analizar el cambio experimentado en este sentido por Lozano desde 1996. Para dotar de más rigor a sus apreciaciones, se hizo presente en el plató de Telecinco la doctora Eguren, cuyo diagnóstico no pudo ser más clarividente: "Tiene tanorexia, que es adicción al sol. Para Lydia, estar muy morena no es suficiente, quiere más. Tenemos que entender que las pieles más bonitas y sanas son las que no han visto el sol y Lydia tiene mucho fotodaño: manchas, arrugas y flacidez".
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