¿Es posible el futuro de los programas sin público? ¡Yo ya me he acostumbrado a las gradas vacías!
Pocas personas conocen la mecánica para asistir como público a los programas. Y aunque yo diga que ya no extraño al público, ¡hay empresas que están perdiendo dinero!
21 marzo, 2020 02:42Noticias relacionadas
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Hace unos días, cuando las cadenas de televisión tomaron la decisión de no contar con público en sus respectivos programas como medida de prevención contra el coronavirus, fueron muchos los que se quedaron impactados, a la par que incrédulos. ¡Cómo iban a seguir funcionando los programas sin esas personas aplaudiendo en las gradas! Sin ese calor, sin ese arropo; sin, a veces, ese alma que conforma un directo. ¡Cómo iba a ser posible que, en los puntos álgidos de los colaboradores, no hubiera quien respondiese a las órdenes del regidor para echar abajo el plató entrechocando sus palmas! Nos estábamos volviendo locos, ¡no era posible!
Pero lo fue. El público, como España entera, fue responsable y secundó la iniciativa de #yomequedoencasa. Sin público. Y, qué cosas, que la vida siguió y los espacios se han ido reinventando: los que no se han cancelado temporalmente, aguantan sin público, tan solo tienen la deferencia estética de no tomar planos de las gradas vacías. ¡Nadie podrá con nosotros, ni el virus! Y en medio de esa oleada de esperanza, diré algo: yo me he acostumbrado a que no haya público. Lo siento, tenía que decirlo. Para mí ya es algo habitual ver a los colaboradores aplaudiéndose a sí mismos. Es una etapa diferente.
No se ha acabado el mundo: eso tan establecido como un plató con público ha dejado de ser una fórmula cerrada y absoluta. Hay vida más allá del público, al menos de momento. Ojalá que todo vuelva a la normalidad y las gradas se vengan abajo de nuevo, pero esto me hace preguntarme inevitablemente lo que sigue: ¿es posible el futuro de los programas sin público? Por ser posible, claro que lo es, pero lo que muchos desconocen es que tras esos seguidores que cada día acuden a los espacios hay empresas. Hay un negocio próspero. Hoy, no tanto.
Esas empresas, ahora mismo, deben estar pasándolo muy mal. Y lo seguirán padeciendo sine die, porque esto no se sabe cuándo acabará. Ojo, dirán ustedes que ¡como tantos y tantos negocios en este momento!, sí, pero es que casi nadie conoce la mecánica para asistir como público a un programa de televisión. Ya esa rueda de inscripciones, llamadas y espera se ha detenido. ¿Ustedes sabían que hay programas que pagan por que los ciudadanos los visiten? ¿Y que hay varias maneras de poder ser público?
Pues miren, como estoy convencido de que este coronavirus terminará yéndose por donde ha venido y los españoles recobraremos la normalidad que nos merecemos, os informaré de cómo se gesta ir a los programas de televisión. ¡Este es mi pequeño granito de arena para que esta pandemia se vaya y no vuelva jamás! Tomen papel y boli que les voy a explicar cómo acudir a vuestro programa favorito cuando este tsunami pase. Decir de antemano que asistir como público a los diferentes programas de televisión no es una tarea fácil si no se conoce el procedimiento. ¿Están ya listos para anotar? ¡Empecemos! Hay espacios en los que el público asistente tan solo se lleva la experiencia de haber asistido; otros que ofrecen un bocadillo y un refresco. Y los más espléndidos hasta pagan por ocupar sus gradas y aplaudir.
En esa línea, les digo que hay dos formas de estar en la tele; la opción más recurrente hace algún tiempo era enrolarse en una de las agencias encargadas de proveer de público a los espacios televisivos. La otra, que en los últimos tiempos estaba cogiendo fuerza antes de este virus, la propia productora del programa es la encargada de gestionar las peticiones de asistencia. En el caso de ponerse en manos de las agencias, el público suele llevarse un dinero por su asistencia. En cambio, cuando es la productora del programa la que agiliza los trámites, se contenta con un bocadillo y un refresco.
Lo cierto es que son muchas las empresas que intermedian entre programa y público, pero las más conocidas se reducen a dos: la agencia Penélope y la Makeractions. ¡Pobres empresas que ahora mismo no escucharán sonar su teléfono! Normalmente, la forma de proceder con la agencia es que es el propio interesado el que se desplaza a sus instalaciones con una fotografía de carné, una fotocopia de tu DNI y el número de la Seguridad Social.Una vez personado en la agencia, se rellena un informe con los datos personales y, ya registrados, solo se debe llamar para solicitar plaza, generalmente a los espacios que se graban la semana próxima a la llamada.
Por ejemplo, la citada agencia Penélope se encarga de formatos como LaSexta Noche y Espejo Público. En cambio, las personas que acuden a El programa de Ana Rosa se ponen en manos de Makeractions. ¡Y aquí viene lo bueno! ¡El money, señores, el money! Una de las cuestiones más acuciantes es la del dinero, ganar dinero yendo a la tele. A veces, les confieso he fabulado que ganaba muchísimo dinero solo por ir a la tele, luego te das de bruces con la realidad, claro.
¿Cuánto pagan por ir de público?, os estaréis preguntando a la vez que saliváis. La horquilla económica se encuentra, generalmente, entre los 8 y 20 euros por emisión. En el caso de Ana Rosa Quintana (63), por verla en directo pagan 8 euros; a Susanna Griso (49), 20; El Intermedio, 9; Pasapalabra, 10,50; Supervivientes, 9; Zapeando, 9 y Mujeres y Hombres y Viceversa, 9. Cabe destacar que estos casos, en los que se gana dinero por ir a la tele, son solo algunos casos, no todos. Ahí, los amantes de Sálvame: no suelen pagar al público, aunque sí lo agasajan con comida y bebida. Si se desea asistir a este espacio, hay que ponerse en contacto directamente con la productora La Fábrica de la tele.
¡Y tan panchos ellos! Ojo, que es un público muy fiel el de Sálvame. En fin, os podría estar explicando toda la tarde cómo acudir a más programas, pero ese no es del todo mi cometido aquí: yo lo quiero es que haya esperanza, que estemos unidos: público de programas, ¡ya tendréis tiempo de aplaudir y montar la algarabía del siglo! De besuquear, de pedir fotos, de reíros con los colaboradores, de llorar, de incluso salir al plató... Ya habrá tiempo. Veámosle el lado positivo a todo.
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