La enfermedad de David Beckham que trastoca su mente de forma obsesiva
El exfutbolista reconoció en 2006 que padece uno de los trastornos mentales más frecuentes, el cual le afecta en su vida diaria tanto personal como profesional.
19 abril, 2020 02:26Noticias relacionadas
Los habrá habido mejores y también peores, pero es difícil encontrar un futbolista que haya pasado por nuestro país y que, en su momento, despertara más revuelo mediático. David Beckham (44 años) llegó al Real Madrid en el verano de 2003, en un fichaje que si bien no se tradujo en los títulos deseados, sí que sirvió para elevar aún más la marca del club blanco a nivel universal.
Su fama en el Manchester United, sus dotes como modelo y el hecho de tener una relación sentimental con Victoria Beckham (45), miembro de las Spice Girls, fueron un cóctel demasiado goloso para que numerosas marcas publicitarias se acercaran al centrocampista inglés. Porque Beckham fue algo más que un futbolista, fue el jugador que abrió las puertas de par en par a la explotación de los derechos de imagen, el paradigma de unos nuevos tiempos en los que quizás comenzaba a tener tanta importancia el resultado a nivel de marketing como en el terreno de juego. Pero esa es otra historia que en estos momentos no abordaremos.
Beckham es protagonista hoy en esta sección por una situación mucho menos conocida, y eso es mucho decir para una persona que se acostumbró a que cada paso que daba fuera noticia. En abril de 2006, a pocos meses de capitanear a su selección en el que sería su tercer y último Mundial, el futbolista londinense confesó un aspecto de su vida íntima que hasta entonces había pertenecido más o menos oculto: "Tengo Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), todo debe estar ordenado en línea recta y siempre debe haber objetos que sean pares".
Este trastorno mental ya estaba presente en el mediático futbolista inglés durante su etapa en el Manchester United. Al parecer, cuando tenía problemas de sueño, se pasaba parte de la noche colocando algunos muebles de su casa en relación a las líneas que marcaban las baldosas del suelo, una práctica que resultaría muy molesta para su mujer por el ruido que generaba a horas intempestivas. Ese no es el único aspecto de su vida doméstica que se ve afectado por el TOC. Bekcham reconoció que en esos momentos tenían en su casa tres neveras: una para la comida en general, otra específica para las ensaladas y una tercera para las bebidas.
Repeticiones
En esa confesión pública de 2006, Beckham dio algunos detalles más que reflejaban su TOC: "Cuando meto los refrescos en la nevera, deben ser números pares, si son impares quito uno y lo meto en un armario distinto. Si voy a un hotel, antes de relajarme, tengo que poner todos los panfletos y los libros que haya en la habitación dentro de un cajón. Todo debe estar impecable. En cada partido, estreno unas botas. Además, compro exactamente veinte paquetes de noodles cada vez que voy al supermercado".
Al margen del estrés emocional que causa el TOC, en el caso de Beckham se sumaba el agobio por ocultarlo a sus propios compañeros de vestuario, algo que le sucedió en el Real Madrid: "Cuando nos hospedábamos en hoteles, venían a mi habitación y yo pensaba que querían charlar pero, en realidad, venían a desordenar todo y cuando se iban era evidente que habían cambiado muchas cosas y yo lo tenía que volver a colocar todo".
Afortunadamente, el TOC no es un trastorno grave o que impida hacer cierta vida normal, pero sí que puede resultar muy molesto para todas aquellas personas que lo padecen, ya que se crean ciertas obsesiones y comportamientos repetitivos (conocidos como compulsiones). Se estima que en España lo padece un 2% de la población, lo que equivaldría a casi un millón de personas, y aparece en el cuarto lugar de los trastornos mentales, solo superado por las fobias, las adicciones y la depresión. Aunque no es demasiado frecuente, se trata de un problema tan llamativo que incluso la ficción lo ha abordado en películas como Mejor imposible, con Jack Nicholson (82) como protagonista.
Para su tratamiento, los terapeutas se inclinan por dos tratamientos que, hasta la fecha, se han mostrado eficaces. Por un lado, el farmacológico, con el uso de medicamentos del ámbito antidepresivo. Eso sí, entre los efectos secundarios se encuentran posibles casos de problemas en las relaciones sexuales, como la dificultad para alcanzar el orgasmo. El otro tratamiento más empleado es el cognitivo conductual, compatible con el farmacológico y que tiene como objetivo la aceptación por parte del paciente de la ansiedad que genera este trastorno.
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