Tan solo hace unos días Ana Ibáñez se alzaba con el premio de MasterChef tras ganar el concurso culinario estrella de TVE. Pese a que se ha convertido, pues, en la protagonista final, lo cierto es que la concursante que más polémica ha suscitado en el espacio de esta octava edición ha sido Saray Carrillo (27). No solo ha sido noticia durante el concurso, sino también después de ser expulsada tras esa polémica perdiz que presentó ante el jurado. Saray ha concedido incendiarias declaraciones tanto a medios como a tráves de sus redes sociales.
Que es una mujer sin filtro es algo innegable, y así lo ha demostrado en su última entrevista en la página Va de tele, donde ha explicado no solo todas sus polémicas y sus encontronazos con Jordi Cruz (41), sino las amenazas que, según ella, ha recibido a raíz de su paso por el concurso. "Me han vetado directamente. Quieren ser mis representantes, pero me bloquean", ha asegurado en relación a Shine Iberia, la productora del programa. Pone como ejemplo que todos sus compañeros ya han visitado el restaurante de MasterChef menos ella.
Pese a que la temperatura de la entrevista estaba pensado que fuera tibia y conciliadora, Saray Carrillo se ha ido soltando y ha llegado a reconocer lo que sigue: "No quiero liarla parda, pero he tenido advertencias de la productora". Y acto seguido, ha ampliado: "Pero no creo que MasterChef me vaya a mandar un matón para contarme el pescuezo".
En lo que respecta a ese apercibimiento, Saray lo explica: "Tú eres una muerta de hambre, nosotros tenemos mucho dinero y te vamos a arruinar la vida. Vas a tener que trabajar toda tu vida para pagarnos". En otro orden de cosas, Saray no oculta sus ganas de participar en futuros realities en televisión: "Me he quedado con la cosilla de que la gente me conozca realmente como soy. Ahora, sinceramente, estoy en mi casa tocándome el chocho tranquilamente. Me han llamado de muchos sitios pero ahora quiero tranquilidad".
En la citada publicación, Saray se sincera sobre la posible homofobia del jurado con ella: "Mis compañeros eran todos sumisos y borreguitos. Yo no. Era distinta sin chupar el culo a nadie para seguir en MasterChef. No pienso que sean homófobos, de verdad que no lo pienso". Además, ha recordado que entró "en MasterChef por ser gitana, por ser trans y por ser fuego, que saben que me enciendo rápido", matizando que "sí que me presenté, pero yo no llamé" y remacha: "sabía que entraba desde el minuto uno por ciertas cosas que no puedo contar".
La perdiz que todo lo cambió
La cordobesa, que ha mostrado una cuestionable actitud durante todo el concurso, acababa expulsada de forma fulminante por el jurado tras superar todas las aberraciones (y no han sido pocas) que han pasado por los fogones del programa. Su elaboración en la prueba de eliminación -una perdiz sin desplumar bajo el nombre 'Pájaro muerto en lo alto de un plato'- causaba la enorme indignación de los jueces, que ni siquiera tenían que deliberar para echar a Saray de las cocinas.
Pero la tensión entre esta educadora social y el jurado comenzaba mucho antes. En la primera prueba, los aspirantes debían elaborar una receta dulce con frutas que evocara los recuerdos de la infancia. La andaluza optó por un sencillo postre: unas galletas morunas que probó en un viaje a Marruecos con sus padres. Jordi Cruz, el juez más implacable del programa, no dudaba en entregar directamente el delantal negro a la concursante sin probar su plato. Una decisión que despertaba la rebeldía característica de Saray: "¿Qué quieres que te haga? ¿Una tarta de 15 pisos? España sabe que mis galletas están buenas", espetó.
La discusión entre la aspirante y los jueces se zanjaba con una invitación por parte de Jordi a abandonar el programa después de que ella calificase de "injusto" el veredicto. Sin embargo, antes de la prueba de exteriores, Saray pedía perdón por su actitud y afrontaba lo que parecía ser un nuevo comienzo para ella en el talent. Nada más lejos de la realidad, pues en la prueba de eliminación llegaba el culmen de una tragedia que se venía cocinando a fuego lento. Andy (26), como ganador de la prueba de exteriores, tenía el poder de repartir los tiempos de cocinado entre sus compañeros, otorgando a Saray el mínimo de 20 minutos con un objetivo claro: "La quiero fuera".
Desmotivada y enfrentada al mundo, la cordobesa decidió dejar de luchar al conocer el producto principal con el que iba a trabajar: una perdiz. "Me da mucho repelús. No puedo", adelantaba. Así, la concursante tomaba la determinación que acabaría apartándola del concurso, presentando al jurado el ave sin desplumar. "Nos hemos equivocado terriblemente contigo. Creo que es la vez que más nos hemos equivocado a la hora de dejar entrar a alguien por esa puerta en ocho años", lamentaba Jordi, visiblemente cabreado. "Vienes aquí con la gracia que piensas que tienes tú a hacer esta idiotez", apostillaba Pepe Rodríguez (52).
Finalmente, el juez catalán pedía a Saray que se quitara el delantal y abandonase las cocinas: "No mereces ni el negro". Sin perder ni un ápice de su carácter combativo, la aspirante desaparecía del plató con una pose flamenca. Tras la emisión del programa, Saray utilizaba sus redes sociales para aclarar lo sucedido y pedir perdón por su lamentable actitud: "La verdad es que me pudo la situación y soy muy de arrebatos. Sentía que ya estaba escrito, que era mi momento de irme y me bloqueé, me vine abajo y me superó... Lo siento", escribía. Un gesto que, sin embargo, no podrá evitar que sea recordada como la peor concursante de la historia de Masterchef.
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