Alejandra Rubio, el eslabón suelto de las Campos que no encuentra su sitio en la tele: ¿qué hacemos con ella?
La niña irrumpió con fuerza en el mundillo, pero como sube la espuma de una botella de champán: desbordante y, al segundo, se desvanece hasta desaparecer.
9 agosto, 2020 03:02Noticias relacionadas
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Todavía recuerdo con tristeza y un punto de nostalgia cuando Terelu Campos (54 años) se agarraba unos enfados de campeonato en Sálvame cuando Rafa Mora (37) o algunos de estos osaba espetarle que su hija, la ingeniera aeroespacial y reputada abogada internacional, Alejandra Rubio (20), en realidad bebía los vientos por la televisión. Ella, la madre, se revolvía como un miura y negaba, y negaba. Que no, que su hija quería estudiar Derecho y punto. Mentiras, falacias, infundios, que diría la Campos madre. El tiempo pasó y la niña salió rebelde y quiso tele, devorar cámara.
Aquello supuso una hecatombe en casa Campos. Alejandrita no iba a seguir los pasos de su prima Carmen Rosa. ¡Cómo iba a ser aquello posible! Pero fue. Terelu y la gran Teresa no tuvieron más remedio que acatar. Le aconsejaron que se formara, que aprendiera, que este, niña, no es un mundo fácil. Y Alejandra se lanzó sin red. Irrumpió con fuerza en la televisión. ¿Dónde ponemos, Dios mío, a alguien como la nieta de María Teresa (79)? Sé, me consta, que ningún programa era del agrado de Campos abuela. Nada encajaba. Hay que ver lo que encumbra el cariño, ¿eh? Ella, yaya abnegada, veía en su Alejandra una nena con filón: no en vano, el apellido Campos corría por sus venas.
Teresa y Terelu, o viceversa, movieron Roma con Santiago. Me dicen que descolgaron algún teléfono amigo. Hasta que llegó La isla de las tentaciones. Aquello fue un disgusto, porque no era el escenario digno para el debut de la nieta de Teresa, pero con el paso del tiempo Alejandra se sintió cómoda y la familia, de nuevo, claudicó. Era un programa que no requería gran cosa. Un comentario personal por aquí, un consejo millennial por allá. Y, a lo tonto, huy, ya ha terminado el programa. ¿Esto es la tele? Pues mola, pensaría Alejandra. Sin embargo, al tercer programa algo en ella comenzó a pincharse para con la audiencia. La Rubio perdía fuelle. De pronto Alejandra no era enfocada, sus intervenciones se espaciaban. Y el programa terminó. Cuenta Terelu que en ese momento, o antes, la niña recibió la llamada de Raúl Prieto para que fuese colaboradora de Viva la vida.
Todo queda en casa. La apuesta era grande y la responsabilidad, también. Alejandra comenzó a trabajar allí, acunada por su madre y su tía. Territorio amable, al fin. Tampoco despuntó, ni antes ni ahora: solo interesa la niña cuando habla de Álvaro Lobo (28) o de Tassio de la Vega. Traducción: cuando habla de su vida privada. Tampoco se sabe manejar en el conflicto y solo atina a mirarse torpemente donde sabe que debe hacerlo para salir mona.
Alguien -del que jamás desvelaré su identidad- me cuenta que Alejandra Rubio "se aburre como una ostra" algunas tardes. Disfrutar, lo que se dice disfrutar, disfruta poco. O nada. Los temas "no le parecen muy interesantes" y poco tiene que aportar en la mayoría de las polémicas que surgen. Alejandra se aburre, se apaga. No, esto no era tan divertido como al principio. Alguien que la conoce me dice que está muy interesada en lo nuevo de La isla de las tentaciones. Quiere participar como colaboradora en el programa y me confirman a un 80 que así será.
El problema viene precisamente con eso: Alejandra se ha quedado para tertuliana de realities de ese corte. Con Cristina Tárrega (52) en Animales Nocturnos ni brilló ni tampoco había esperanzas. El tinglado se canceló. La niña está dando tumbos. La niña se aburre. La abuela no tiene fuerza ni programa, la madre tampoco. Y la tía ni dirige ni pincha ni corta, ¿qué hacemos con Alejandra?
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