Javier García Peña (40 años), conocido como el chef Peña, acompaña diariamente a los espectadores de La 1 con Cocina al punto con Peña y Tamara, un programa en el que este exconcursante de Top Chef elabora sencillas recetas con productos de toda la geografía española, en compañía de una aprendiz de altura: Tamara Falcó (38).
Este vallisoletano de piel tatuada y aspecto 'canalla' llegó a la cocina por casualidad con 17 años cuando, siendo un mal estudiante, se apuntó a un curso y descubrió que podía explotar su gran creatividad creando recetas en las que plasmar su personalidad. Igual de casual ha sido su llegada a la televisión, que en apenas un año le ha permitido cumplir uno de sus grandes sueños, tal y como él mismo relata a JALEOS en llamada telefónica desde Canarias, donde se encuentra grabando una de las próximas entregas del espacio de TVE.
Seis años después de su paso por Top Chef, ¿qué se ha llevado del programa?
De Top Chef me llevo un montón de amigos y compañeros. Descubrí además el mundo de la televisión, que no tenía ni idea y es durísimo, muy parecido a lo que es la cocina. Y también pude ver mi nivel, dónde estaba, lo que quería hacer y hasta dónde quería llegar. Estar todo el día rodeado de compañeros que se dedican a lo mismo te hace crecer y yo crecí como profesional y como persona.
¿Se planteaba entonces trabajar en televisión?
¡Ni pensarlo! Acabar en televisión ha sido muy casual. En Top Chef comenté que me encantaría grabar un documental alrededor del mundo, pero como algo personal, nunca relacionado con la televisión. Pero aquella frase la escuchó alguien y dos años después me llamaron para presentar Comerse el mundo.
¿Comerse el mundo fue entonces un sueño cumplido?
Así es como me captaron, me pusieron aquella frase y me dijeron "¿Quieres cumplir tu sueño?". La respuesta fue "evidentemente sí, ahora explícame cómo". Pero la verdad es que cuando te dicen algo así es muy difícil decir que no.
Tras Comerse el mundo llegaba Cocina al punto. ¿Cómo está siendo la experiencia?
Está siendo muy buena, es un registro totalmente diferente. En Comerse el mundo me di cuenta de que al final a cualquier cocinero le gusta mostrar lo que hace, pasar por la vida y dejar la herencia de su estilo de cocina. Cuando se me propuso hacer un programa diario reconozco que me acojoné, porque es mucha responsabilidad, son muchas recetas, tienes que tener una muy buena base y muchos conocimientos, pero luego dije "¡Qué leches! Poca gente ha podido conocer las vivencias, las técnicas y los productos que yo he conocido alrededor del mundo".
Además, en este formato también sigue viajando.
Lo de viajar surgió hablando sobre el programa. No quería perder mi esencia de viajar, conocer y luego hacer recetas. No es igual que Comerse el mundo porque hay menos tiempo, el proyecto salió prácticamente en dos semanas y es difícil cuadrar calendarios, así que está siendo complicado pero a la vez me estoy llevando una buena enseñanza.
¿Y qué tal es tener a Tamara Falcó como compañera?
Yo ni siquiera conocía a Tamara, había oído hablar de ella, pero del mundo del corazón no manejo nada. Cada vez que ella me habla de personajes yo no tengo ni idea de nadie. Al comenzar el programa la conocí, me pareció una chica bastante sensata, le gusta la gastronomía y ella quería dar el punto de vista de una persona que quiere dar sus opiniones y aprender. Ahí ya me tenía ganado.
No conocía al personaje de Tamara pero, ¿trabajar con ella le ha permitido conocer a la persona?
Al final yo siempre veo a una persona, no un personaje. Me gusta tratar con personas y no con personajes. Le cuento todo lo que yo sé de gastronomía para que el público se sienta identificado con Tamara, se lo explico a ella como si fuese el espectador.
¿Le cuesta mucho guiarla? Más de una vez se ha visto cómo tiene que tirar de tablas televisivas para reconducirla.
Son cosas que hay que hacer en el día a día de la cocina. Son las tablas de llevar negocios, de tener a mucha gente a mi cargo y tener que guiar al que se descarrila (ríe). Tamara es Tamara, ella es muy espontánea y yo creo que eso también se agradece, que no sea todo tan rígido. Eso también tiene su parte divertida en el programa.
¿Cómo fue empezar a trabajar juntos sin conocerse?
No me importa reconocer que esto ha llevado un periodo de engranaje. Empezamos muy rápido y la primera semana costó un poco y se nota en los primeros programas. No nos conocíamos de nada y alcanzar esa química cuesta, aunque yo soy una persona muy empática. Pero yo creo que en los últimos programas ha habido un buen resultado, la audiencia está respondiendo y hemos renovado por un mes más, así que poco a poco el trabajo va dando resultado.
En cada programa recibe la visita de un invitado. ¿Alguno le ha hecho especial ilusión?
Me gustó mucho que viniera Boris Izaguirre (54), Santiago Segura (55)... También disfruto siempre que viene algún compañero de la profesión, porque son momentos en que los hosteleros lo estamos pasando muy mal y me gusta darles visibilidad y echarles una mano. Y luego gente muy famosa que ha marcado mi infancia como Lolita Flores (62) o Miriam Díaz Aroca (58), que fue un mito erótico para mí cuando yo era joven.
¿Se plantea algún proyecto más en televisión en el futuro?
Tengo muchas ganas de retomar Comerse el mundo. La tercera temporada se quedó a medias, grabamos en cinco países y todavía nos quedan ocho más. Me apetece mucho volver, que todo sea normal y que renovemos por una cuarta temporada.
Pese a su éxito en televisión, está viviendo un momento difícil con sus dos restaurantes. ¿Cómo le está afectando el coronavirus?
Está siendo muy complicado. Estoy que no sé ni qué hacer. La idea era abrir en septiembre de nuevo Sibaritas pero así no se puede. Tampoco podemos pagar alquileres sin trabajar, se me llega a pasar por la cabeza decir "a lo mejor no es el momento, que pasen un par de años y lo retomamos". Para mí la gente que trabaja conmigo es una familia y no puede estar sin cobrar, prefiero llegar hasta aquí y no continuar. Me lo estoy planteando porque las circunstancias empiezan a ser demasiado difíciles y hay una gran incertidumbre.
¿Le está costando compaginarlo con la televisión?
Sí, son restaurantes muy personales a los que la gente va esperando que esté allí. Estoy tratando de hacer las dos cosas lo mejor que pueda. Si hay que hacer un punto y aparte en la hostelería, es ley de vida, pero no será definitivo. En la tele ahora estás y mañana no, pero cocinero seré toda la vida.
[Más información: Quién es Javier Peña, el chef que 'sustituye' a Máximo Huerta en las mañanas de TVE]