Cuando hace unas semanas saltaba la bomba de entre las bombas -así lo entendí-, que Karelys Rodríguez (28 años) fichaba como colaboradora por Viva la vida, pensé que se trataba de una broma. Me dije que aquello no podía ser, que seguro que había habido un error del periodista que escribió esa noticia. ¡Cómo ella, abogada de renombre en Londres, iba a dejar su profesión para venirse a España como colaboradora de un programa de corazón! ¡Ella, que cuando saltó su escándalo con Cayetano Rivera (43) corrió apresurada a mandar un comunicado en el que amenazaba con acciones legales contra aquel que osara hablar de su persona!
No podía ser. Me mandaron un mensaje: "Es lo que estás leyendo, asúmelo". Tenemos Karelys para rato. Va a dar que hablar, me dicen entonces. Hay que reconocerle a los compañeros de Viva la vida que aquello fue un pelotazo, un bombazo, ¡el fichaje más potente! ¿Quién mejor que ella para agitar un avispero de abolengo! Dejémonos el camión de mujeres -dicho así por él mismo- de Antonio David Flores (44) y esos (presuntos) líos de faldas de baja estofa. Aquí hace falta jarana de la buena. Gourmet. Y me decían en aquellos mensajes tan lindos como prometedores: "Viene dispuesta a todo". No se callará nada, que tiemble Ev..., quien tenga que temblar.
Me cuentan cómo iba a ser aquello: una primera entrevista en plató con Emma García (47) en la que pondría los puntos sobre las íes para defender algo que llaman intimidad y honor y bla bla bla. Que hablaría, sin cortapisas ni miedo, de su historia con Cayetano, de lo que ella vivió, de todas las mentiras que se han publicado sobre su persona. ¡Se destaparía toda la verdad! Por fin, Cayetano al descubierto. Karelys salía de las sombras -muy a su pesar porque recuerden que ella es una prestigiosa abogada afincada en Londres-, y lo hacía para demostrar quién era, para restañar su honor.
Reconozco que a las cuatro de la tarde de ese sábado estaba pegado a la tele. ¡Como para no estarlo! Venga, venga, que raje. Pero lo que vi fue a una mujer aquejada de nervios, bien maquillada, puesta a punto. Y callada, muy callada. Mejor: midiendo, cual funambulista, las palabras. Como si, en realidad, pensase que la habían llevado para hablar de la vacuna de la Covid, y aquel corrillo corazonero no fuese con ella. Como si la descolocase que Emma aplicase tantas prebendas a su aterrizaje. Pensé que era por aquello de pisar un plató de televisión, el impacto, que ya se relajaría.
Pero no se relajó. Una vez en plató -sí, en el corrillo antes mencionado-, Karelys parecía desubicada. Hablaba de forma genérica, extraña, abstracta. Creo que hasta se olvidó del nombre de Cayetano. ¿Quién es ese? ¿Qué hago yo aquí? No, aquel día no fue con la verdad revelada la señora Karelys. No terminaba de despegar, algo no fluía. Y Emma se dio cuenta. Decepción absoluta, engaño absoluto al programa y a la audiencia. Esperen, que hay más. Al día siguiente, la sientan para hablar de corazón y los ojos más avispados se percataron de que se hundía más y más en el sillón: quería desaparecer de repente y sin hacer ruido. Karelys no está cómoda en Viva la vida, Karelys se siente desaprovechada. ¡Con todo lo que ella vale!
No sabía la pobre mía quién era nadie en el mundo del corazón. Bueno, sí, tenía idea de que una tal Rocío Carrasco (43) no se habla con su hija. Pero poco más. Y cuando se le preguntó, porque se le preguntó, por una cuestión legal, la señorita Rodríguez no supo salir del atolladero. Definitivamente, no vale para eso. Días después, ya no estaba en Viva la vida. Me dicen que volverá, claro que sí, que se ha tomado solo unos días de descanso. Normal, está la pobre agotada. "Ten en cuenta que no puede hablar mucho del tema Cayetano porque la empapelan", soltó alguien que está cerquita, cerquita de ella. Me cuentan que no es lo que ella se esperaba. Que ella querría estar sentada en la mesa de actualidad y sucesos, de 20 a 21 horas. Desde el programa se fue cristalino: esto es lo que hay. ¿El ocaso de Karelys?
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