La Navidad está a la vuelta de la esquina. Además de los villancicos, los regalos y el turrón, si por algo se caracterizan estas fechas es por las reuniones de familiares y allegados en torno a la mesa, bien con una gran cena o con una copiosa comida. En esos momentos se echa de menos contar con cocinero de la talla de Karlos Arguiñano (72 años).
El popular chef tiene un nuevo libro, La buena cocina, que fue a presentar a El Hormiguero, un programa donde siempre ha tenido buena sintonía, especialmente con Pablo Motos (55). De hecho, la primera sorpresa de la noche fue ver a Arguiñano entrar al plató montado en un espectacular coche descapotable. La ocasión lo merecía: era invitado platino.
Tras darle al invitado la pertinente tarjeta, Pablo Motos le confesó a Arguiñano que “te queremos mucho, nos gusta que vengas”. El cocinero acogió el halago con gusto, pero le añadió una pizca de su habitual sentido del humor: “Para estar diez veces en El Hormiguero hay que ser un cantante muy bueno”.
Pero, además del libro, Karlos Arguiñano también llevó regalos. “Te traigo cosas”, le adelantó a Pablo Motos, antes de comentarle que “como sé que te gustan los turrones, te traigo unos que hace mi hijo Joseba. No voy a hacer solamente publicidad de Euskadi, mis hijos hacen un trabajo fabuloso”, comentó en alusiones a las alabanzas que hace el presidente cántabro Miguel Ángel Revilla (77) cuando visita este programa.
Tras estos intercambios, llegó el momento del libro. Motos bromeó con el peso del ejemplar y Arguiñano cogió el guante. “Uno que está acostumbrado a hacer hijos, los haces todos cuadrados y de dos kilos”, agregó antes de dar una razón de peso para comprarlo: “La vacuna está a punto de llegar, pero el libro de Arguiñano está ya. Esto sirve para combatir muchas cosas. Te lo he dicho en el camerino: menos gimnasio y más cocina”.
Una de las garantías que vende el cocinero es que, siguiendo los pasos contados en el libro, no hay receta que se resista, independientemente del nivel del lector. Y puso un ejemplo: “Mi amigo Javier Clemente (70) vive a mi lado y ha aprendido a hacer en unas semanas flan y más platos, como sopa de pescado. Ha empezado a cocinar hace poco y le ha dado un vuelco a su vida”, aseguró.
Ante la incredulidad de Pablo Motos, que se proclamó negado en la cocina, Arguiñano insistió en su teoría: “Estoy vendiendo muchos libros todos los años, pero estoy encantado porque la gente me para en la calle y me dice que le salen los guisos. Nunca te vas a llevar algo tan rico a casa por menos dinero”.
La promesa
Todos esos argumentos, sin embargo, no acaban de convencer a Pablo Motos. “Mucha gente con la pandemia come en casa y hay gente que antes no cocinaba y ahora sí. Yo solo sé echar algo a la sartén y darlo vueltas”. La frase no caló en Arguiñano. “No digas eso, si un niño de 6 años es capaz de meter un pescado abierto al horno y hacerlo 6 minutos a 220 grados, tú tienes que hacerlo con la minga”, le espetó el chef.
Ante tantos intentos, Motos comenzó a ceder: “¿En cuánto tiempo se puede aprender?”, le preguntó. “En dos-tres meses, sin agobiarte, para tener un recetario de 10 o 15 recetas, de las que te gusten. La cocina no te lleva toda la mañana, en diez putos minutos tiene un pescado al horno. Una sopa de pescado, la vas a hacer como yo te digo y acaban subiendo los vecinos”, refrendó. Después de darle la receta, Pablo Motos prometió que “la próxima vez que vengas sabré cocinar, no sé si mucho o poco, pero me voy a poner a ello”.
Entre receta y receta no podía faltar alguna anécdota del popular cocinero. “Hice la mili con el padre de Iñaki López, era mi cabo. Cogió una representación de laca de uñas y pelucas. Íbamos por las peluquerías vendiendo esos productos. Le echábamos bastante cara, teníamos 21 años, pero nos gustaba mucho el ambiente”, recordó.
Sin embargo, también hubo espacio para una conversación más seria. Karlos Arguiñano agradeció a El Hormiguero ser un programa que “da alegría”. Sobre la pandemia, el cocinero definió que “estamos atravesando un problema grave, está siendo muy duro, sobre todo esa gente que se ha ido sin poder despedirse”. A título personal, reconoció que “en mi entorno no ha pasado nada grave, pero tengo 11 nietos y en estos meses no he podido abrazar a los arguiñanitos”.
Y hablando de niños y alimentación, Arguiñano se puso aún más serio: “Espero y deseo que llegue la vacuna, pero no hay que olvidar la buena alimentación, que nos sirve para protegernos de muchas enfermedades, no solo de la pandemia”. Entonces, el cocinero fue al grano: “Llevo muchos años peleando contra la obesidad infantil. Siendo un país referencia por la dieta mediterránea, de pronto se nos ha ido de las manos, no me lo puedo aguantar. Es culpa de los padres, no estoy para reñir pero sí para avisarles. Un niño con sobrepeso difícilmente va a ser feliz. A veces me despierto a las 4 de la mañana y digo, joder, voy para 73 años y se me ha acabado. La gente puede conseguir estar bien con una buena alimentación y ejercicio. Hay que comer un poco de todo y mucho de nada. No soy doctor, pero de comida algo sé. Espero que vayamos mejorando por el bien de todos”, deseó.
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