"Palmeras en la nieve": los últimos de Guinea
La independencia de la colonia cerró una etapa de la historia de España, retratada en un drama que protagoniza Mario Casas.
25 diciembre, 2015 01:11Noticias relacionadas
La historia colonial de España llega hasta anteayer, casi. No ha pasado ni medio siglo desde que, en 1968, la isla de Fernando Poo y la provincia continental de Río Muni pasaron a convertirse en la república de Guinea Ecuatorial. La isla había sido española desde 1778. Dos siglos de ocupación y convivencia marcados por los intereses comerciales -el cultivo de cacao, sobre todo, en Fernando Poo- y las diferencias entre blancos y negros. No había un sistema como el apartheid establecido de forma oficial, pero sí barreras que existían de forma tácita. Todo aquello dio en un proceso de independencia cuando el régimen de Franco, debilitado, cedió a las exigencias de buena parte de la población guineana y de los organismos internacionales. El país, desde entonces, no ha levantado cabeza: Francisco Macías no tardó en acaparar el poder como dictador sanguinario, sólo para ser derrocado, juzgado y ejecutado por su sobrino, Teodoro Obiang, en 1979, que pasó a sustituirle como dictador. Aún hoy está al frente del Estado.
Del dominio español queda en Guinea Ecuatorial el idioma, el primero de los tres oficiales. Y recuerdos aún vivos. La escritora Luz Gabás los conviertió en ficción literaria en Palmeras en la nieve, una novela histórico-romántica que llega a los cines dirigida por Fernando González Molina el día de Navidad con Mario Casas y Berta Vázquez como protagonistas. Ellos son Killian y Bisila. Un español blanco y una enfermera negra que se enamorarán en la última década de la colonia.
El filme comienza en 1965, con la llegada a la isla de Killian y su hermano Jacobo (Alain Hernández). O más bien en 2015, con una investigación: Clarence (Adriana Ugarte) sigue hasta Guinea Ecuatorial el rastro de su familia para buscar respuestas al pasado de un padre senil (Celso Bugallo). Poco a poco irá deshaciendo los nudos de la memoria mientras que el filme se asoma a la vida en una plantación de cacao, a las fiestas de la burguesía colonial dominante en la ciudad de Santa Isabel (hoy Malabo), a las juergas de arrabal donde los capataces se gastaban el sueldo en alcohol y las jóvenes nativas vendían sus cuerpos en busca de un futuro.
El rodaje se sirvió de Canarias -tres meses- y Colombia -una semana- para recrear la isla tropical africana. “Fue de las mejores experiencias de mi vida”, asegura Berta Vázquez. Allí se construyó un set “mágico, que te adentraba en otra época”, explica la actriz. “Era como vivir en una burbuja durante tres meses”.
Vázquez reconoce que no conocía este episodio de nuestra historia reciente. “Por desgracia, no se le ha dado importancia en los colegios o los institutos. Lo tenía totalmente olvidado. Lo conocí gracias a la peli, porque nos hicieron documentarnos. Y también para comprender de qué estábamos hablando: no es sólo una historia de amor, sino una época, un momento social, político y cultural totalmente distinto al de ahora. He descubierto una cosa increíble de este país: los españoles, que ahora son tan occidentales, estaban en África, mezclados con la gente de las tribus”.
Testimonios de colonos
Mario Casas conocía por encima la historia de la colonia española, explica a EL ESPAÑOL. “Uno se monta su propia Guinea en la cabeza”, recuerda. “Ocurre leyendo novelas. En internet vi dos o tres documentales maravillosos sobre la Guinea Española de aquella época. Después tuve la oportunidad de hablar con Luz y con colonos españoles que estuvieron allí, que son ahora abuelos o bisabuelos. Estamos muy pegados: pasó hace nada”. Aquellos supervivientes le contaron relatos increíbles. “Cosas que parecen mentira. Acaba uno empapándose de esa historia”.
Para el actor gallego, “es una película moderna, que habla de situaciones que siguen pasando hoy en día aquí o en Norteamérica. Pero es una interesante para saber realmente qué hicieron los españoles, cómo trataron a otra cultura, cómo se hicieron cargo de un país que no era el suyo y cómo los expulsaron”. Y reflexiona: “Por el cine estamos más acostumbrados a historias de fuera, pero aquí ocurrió esto y es bueno que el público lo conozca”. Se hace poco cine sobre historia española. “Sobre la Guerra Civil...”, dice medio en broma, con una muy gallega indefinición el actor. Cada cual, que entienda lo que quiera, porque, como su paisano Rajoy, Casas prefiere dejarlo estar ahí.
En la convivencia entre españoles y guineanos hubo de todo: abusos, como el que sufrirá la propia protagonista. Y castigos físicos a los trabajadores. Las plantaciones se acercaban en dureza a lo que conocemos del esclavismo en los campos de algodón de EEUU. Los patronos españoles azotaban a los recolectores de cacao negros que no cumplían, que se ponían enfermos, que protestaban…
“Me parece impresionante que nuestros antepasados hicieran todo eso en Guinea, tanto cosas buenas como malas", aclara Casas. El actor que que la mirada del director, Fernández Molina es un poco idealizada a propósito: "No se sumerge ni quiere dar un puñetazo sobre cómo trataron los españoles a los africanos: al final está contando una historia de seres humanos. El viaje de un chaval de 18 años que se va a Guinea a trabajar con su hermano y su padre y cómo evoluciona, cómo madura y se convierte en un hombre”.
Killian es un tipo que nunca deja de tener una mirada pura, un hombre de una pieza. Un héroe clásico. El referente de Mario Casas es Leyendas de pasión, con Brad Pitt como modelo a seguir. “Lo es para cualquier actor: un tipo que lo ha hecho todo y que puede rodar grandes películas épicas y luego pequeñas románticas”. Otros que cita cuyas trayectorias le interesan son Jake Gyllenhall y Tom Hardy. En su Spotify, durante el rodaje, sonaba Hans Zimmer sin parar: “Doce años de esclavitud me trasladaba a Palmeras en la nieve”.
Mujer mágica
Para Vázquez, “Bisila es la mujer en la que me gustaría convertirme. Es serena, valiente, con una energía de mujer solitaria que sigue afrontando la vida, sigue hacia delante y protege a la gente de su alrededor de su propio dolor. Es una mujer mágica”. Sin duda, Killian piensa lo mismo que ella. Y probablemente Mario Casas: los dos intérpretes comenzaron una relación mientras rodaban el filme.
“He tenido la suerte de un primer papel protagonista, que es el sueño de mucha gente, pero la gracia es que yo no me había preparado para esto ni lo buscaba”, explica Berta Vázquez, quien aspiraba a triunfar como cantante cuando el cine se cruzó en su camino. Nacida en Kiev (Ucrania) en 1992, hija de padres etíopes, Berta Vázquez se crió con el nombre de Birtukan Tibebe en Elche. “He descubierto una profesión a la que me puedo dedicar mientras me den oportunidades”, cuenta la actriz, que vino a Madrid "a ser artista" y justo después de rodar el filme encontró otro papel en la serie Vis a vis. “Ha sido todo un poco sin esperarlo. En ese sentido, sí me ha cambiado la vida”.