Esta semana el periodista David Granger, después de 19 años al frente de la edición norteamericana de Esquire, ha anunciado que abandonará su puesto. El próximo número de marzo será el último en el que encabece su mancheta. Aceptó dirigirla en junio de 1997 tras siete años como subdirector de GQ, la revista que un día fue suplemento de Esquire y que los fundadores cometieron el error de vender porque desde entonces le disputa las páginas de publicidad, que es el cruce de caminos de este negocio.
Durante su “reinado”, Esquire ha sido finalista a 72 National Magazine Awards, los Oscar del sector en Estados Unidos, de los que ganó 17. La Society Newspaper Design que valora la calidad gráfica de las publicaciones eligió Esquire América mejor revista del año en 2001 y a Granger le tocó lidiar con el 75 aniversario de la revista, para la que inventó su primera portada digital, con el número mil, con el lanzamiento de un canal de pago con la NBCUniversal y con la inconmensurable vanidad de mi maestro George Lois que en cada entrevista tenía dos fijaciones: “Mad Men es una puta mierda, te lo digo yo que estaba por allí”, y “el Esquire que ves en el quiosco solo sirve para envolver pescado. El bueno era el mío”.
¿Dónde van los directores de revista cuando cesan? La pregunta, como el chiste, tiene dos respuestas: una fácil y otra más compleja. La fácil es rotunda. Los directores de revistas cuando cesan van a la lista del paro, a ese lugar en el que nadie te llama para pedirte que le publiques algo, ni vuelves a pillar tickets gratis para ver a los Stones en el Madison Square Garden.
La respuesta que requiere unas cuantas líneas más dice que depende. Si eres mujer y has sido directora de una revista femenina en Estados Unidos, tienes posibilidades de reciclarte trabajando como consultora para la industria de la moda. Puedes producir catálogos, construir la estrategia de marca para unos grandes almacenes o si eres más valiente y tienes marca personal, montar tu propia revista, armándote de valor porque al final tendrás que vender tú misma la publicidad día tras día y noche tras noche.
Si eres varón se me ocurre que o eres un tipo flexible, con ganas de emprender, o es mejor que la horticultura te llame. O bien puede que te salve la docencia en formato master bien pagado.
En España grandes directores de revistas han tenido que atarse los machos ante la crisis de un sector que raramente recicla a los veteranos, que rara vez ofrece vasos comunicantes entre los diarios y las revistas, entre la radio y las revistas, entre la televisión y las revistas. En España se considera a la revistas como un género menor a pesar de su rentabilidad, y tiene más posibilidades el director de un programa de televisión de reciclarse en otro programa que en el mundo del colorín pasar a otro género. Quizá tan solo la comunicación política sea un resquicio laboral, pero claro, depende de qué palo fueras, o si diste muchos palos.
Es verdad también que los editores tienen que renovar equipos. Que habitualmente se mantiene a los directores mientras la pasta va bien. Incluso se soporta a malos directores mientras la pasta va bien. Pero al final, aunque las arcas rebosen, las revistas necesitan sangre fresca porque son un chupasangres que ríete tú de Lestat, y porque perder la conexión con la audiencia es lo más fácil que te puede suceder en un mercado tan vertiginoso donde vales los likes de tu último Instagram.
En Esquire América el próximo director será Jay Felden, hasta ahora responsable de revitalizar la emblemática Town and Country, al que ya he tenido la oportunidad de felicitar. Tendremos la ocasión de disfrutar de la visión de Felden, y nos acordaremos de Granger.
Hace poco me contaron la historia de Bob Love, el que había sido durante décadas mano derecha de Jann Wenner en Rolling Stone, hoy fuera de la revista, que ahora está al frente de la publicación bimestral de la AARP -asociación independiente sin ánimo de lucro que atiende las necesidades de la gente de más de 50 años- con una audiencia de 35 millones de lectores. La publicación es la revista de mayor circulación de Estados Unidos, probablemente la de mayor circulación del mundo. En una de sus últimas portadas a todos los abonados les había colocado a Bob Dylan, que es target total, con una foto exclusiva dedicada por el músico de Minnesota. Esta claro que los ex directores de revistas son una especie a proteger porque saben más por diablos que por viejos.