Suzanne y Karl-Heinz venden tabaco y prensa en un quiosco berlinés situado cerca del Zoo de Berlín, al suroeste de la capital germana. Su local es de los pocos sitios donde, hace unos días, aún se podía comprar el primer número de la edición alemana del semanario francés Charlie Hebdo. La publicación gala ha lanzado una versión de sus habitualmente controvertidas páginas en la lengua de Wolfgang von Goethe.
Karl-Heinz reía al ver la portada del semanario sobre su mostrador. En ella, una ridícula canciller Angela Merkel retratada por el dibujante Walter Foolz reposa tumbada en una plataforma de un taller para coches. Bajo su imagen caricaturizada, un operario con una gorra del fabricante de coches Volkswagen dice: “Un tubo de escape nuevo y está lista para otros cuatro años”. Así aludía la portada del Charlie Hebdo en alemán al reciente anuncio de Merkel para ser de nuevo candidata a otro mandato como canciller.
A Suzanne le hacía de todo menos gracia otro de los dibujos dedicados a la canciller en ese número. Se trata de una Merkel dibujada por Pierrick Juin. Está completamente desnuda. Baila un hula-hopp hecho con alambre de espino sobre una bandera de Europa. En sus pechos lucen unas pezoneras con los colores de Alemania en pequeñas serpentinas. “¡El último bastión del mundo libre!”, se lee junto a la imagen. Es un comentario sobre la posición internacional en la que ha quedado la canciller tras la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Merkel está completamente desnuda. Baila un hula-hoop hecho con alambre de espino sobre una bandera de Europa. En sus pechos lucen unas pezoneras con los colores de Alemania en pequeñas serpentinas
“Este dibujo es demasiado, las figuras políticas de este nivel necesitan ser respetadas, ya sea François Hollande, Barack Obama, el que sea”, dice Suzanne a EL ESPAÑOL. Sin ser ajenos al carácter irreverente de la publicación, ella y Karl-Heinz señalan que ni siquiera Mahoma fue caricaturizado desnudo por el semanario galo. Para ellos “es una cuestión cultural” que las polémicas caricaturas del profeta del Islam impresas en esa publicación causaran reacciones violentas. Entre ellas, el atentado en la redacción de Charlie Hebdo del 7 de enero de 2015, perpetrado por dos terroristas de la sección yemení de Al-Qaeda.
Charlie resucita
En ese ataque murieron doce personas. Otras once personas resultaron heridas. Entre las víctimas mortales se encontraba Stéphane Charbonnier, “Charb”, otrora director de la publicación. Inmediatamente después de cometer sus crímenes, los asaltantes gritaron “¡Hemos matado a 'Charlie'!”.
Sin embargo, Charlie Hebdo parece seguir muy vivo y coleando. “El año que viene cumpliremos 25 años y el Charlie Hebdo en alemán es la primera edición que sacamos en una lengua extranjera”, dice a EL ESPAÑOL Marika Bret, integrante de la dirección del semanario francés. “La edición en alemán es una aventura alemana, pero también lo es internacional, porque exige ir más allá de nuestras fronteras francesas y obliga a tener una visión internacional de lo que es la ciudadanía para tratar los temas que nos conciernen a todos”, añade.
El año que viene cumpliremos 25 años y el Charlie Hebdo en alemán es la primera edición que sacamos en una lengua extranjera
Minka Schneider, una treinteañera nacida en Berlín que lleva ya varios años afincada en Francia, es la encargada de la edición alemana. Schneider coordina desde París a una docena de traductores repartidos por Francia y Alemania para sacar una publicación que no supera la veintena de páginas pero que dispone de una línea editorial sin límites. Si existiera alguno, sería el de la propia libertad de expresión.
“Lo que hacemos es añadir a las cosas que ya están hechas en la edición francesa un 20% de temas exclusivos para los alemanes. Queremos llevar el espíritu Charlie Hebdo a Alemania, hacerlo en alemán, pero no hacer un 'Charlie' alemán”, explica. Schneider mantiene que la edición alemana no se va a prohibir nada.
Defensa de las caricaturas
“No hay líneas rojas”, sostiene esta defensora de las últimas caricaturas que han hecho a Charlie Hebdo ser noticia. A saber, por un lado, el dibujo de Aylan Kurdi, el niño kurdo que murió ahogado en una playa turca tras haber intentado huir con su familia a Europa en pleno punto álgido de la crisis de los refugiados y, por otro, una caricatura de las víctimas del fuerte terremoto del pasado mes de agosto en el centro de Italia, en el que perdieron la vida 296 personas.
En las páginas de Charlie Hebdo, Aylan apareció caricaturizado persiguiendo para agredir sexualmente y robar a mujeres como hicieron decenas de hombres – mayormente jóvenes de origen inmigrante – en la pasada Nochevieja en Colonia. Los sepultados por los escombros en el centro de Italia fueron comparados con el relleno de la lasaña, plato típico de la gastronomía transalpina.
“Un niño muere en esas circunstancias y luego pasa lo que pasó en Colonia, que también fue muy grave. Después de aquello, tal vez haya habido gente que se haya dicho, 'tal vez es mejor que muriera en la playa'. Eso es chocante, no el dibujo de 'Charlie'”, defiende Schneider. “Los dibujos no son chocantes, lo es la situación en sí, no somos nosotros los que hemos creado esa situación”, agrega.
Sobre el no menos polémico dibujo de las victimas del terremoto, la responsable de la edición alemana afirma que “lo que hacemos es mostrar el terremoto de manera absurda, pero no hay que preocuparse, la gente aquí [en la redacción de Charlie Hebdo, ndlr.] es muy respetuosa”. Ella denuncia que se haya llegado a un punto en el que “la muerte de 50 personas en Siria se cuenta en unas líneas y ya está, es la típica noticia que nadie lee”.
Crueldad y reflexión
De hecho, la crueldad de algunos dibujos de Charlie Hebdo tienen por objetivo invitar a la reflexión y la lectura, según Schneider. “Charlie Hebdo puede hacer pensar de verdad a la gente” porque “quiere meter el dedo donde más duele”, sostiene la responsable de la flamante edición alemana. “Hace falta algo de crueldad para despertar a la gente”, adhiere. A su entender, el “objetivo” es hacer que la gente hable del tema retratado, en ningún caso lo es que “se hable de Charlie Hebdo”. En este sentido, el público alemán puede resultar una audiencia complicada.
Bien es cierto que, como indica Bert, la periodista responsable de la redacción de Charlie Hebdo en París, en “Alemania hay un museo de la caricatura y ha habido muchas movilizaciones de solidaridad con Charlie Hebdo”. “Por eso hemos pensado que el público alemán estaba interesado y tal vez pidiendo un producto como Charlie Hebdo”, abunda. Sin embargo, Schneider reconoce que en Alemania aún quedan no pocos tabúes en el debate público.
El país de la corrección
“Alemania es un país donde se ha impuesto lo políticamente correcto”, conviene en pensar la coordinadora de la edición alemana del semanario. El oscuro pasado germano, especialmente la etapa del nazismo, con la responsabilidad germana de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto a sus espaldas, es un asunto que resulta difícil de discutir, tanto en la calle como en el ámbito privado. Pero eso no cuenta para el Charlie Hebdo alemán. “No tenemos esa idea de que existan cosas que no podemos hacer o decir”, comenta Schneider.
“En Alemania no hay un equivalente a Charlie Hebdo para contar las cosas graves que pasan en el mundo”, asegura esta berlinesa afincada en París. Publicaciones como la revista satírica germana Titanic, según dicen desde la capital francesa, no son comparables con lo que ha hecho destacar Charlie Hebdo en el panorama editorial internacional. “Titanic no hace el trabajo de Charlie Hebdo, es un trabajo de caricatura, pero Charlie es un medio más editorializado”, comenta Bret.
Titanic no hace el trabajo de Charlie Hebdo, es un trabajo de caricatura, pero Charlie es un medio más editorializado
“La competición llega cuando uno hace lo mismo que el medio con el que compites, pero nunca fue nuestro objetivo competir con Titanic, nuestra idea no es tomar autores y dibujantes alemanes para lanzar un producto que se llame Charlie Hebdo. Eso hubiera sido hacer trampas”, destaca Schneider. Para ella, “Titanic caricaturiza, pero no va a hacer daño, mientras que nosotros somos somos un periódico, más que una revista, un Zeitung que dirían en Alemania”.
Todo parece indicar que la publicación francesa va a seguir explorando los límites de la libertad de expresión, pero ahora también desde otro país. “Hay temas en Alemania que no se hablan, pero nosotros hablamos hasta de un proceso judicial sobre el antisemitismo que está ocurriendo ahora”, mantiene, aludiendo a los contenidos del segundo número de la edición alemana, en los quioscos desde el pasado jueves. “Nosotros nos oponemos a los extremismos de todo tipo, desde una posición laica, la cuestión no es ser, por ejemplo, anti-Islam sino anti-islamista”, concluye.