"Maricón" en París, mujer en Irán: el artista que esconde su sexualidad
- Sorour Darabi, iraní afincado en París, se abre paso en el mundo de la danza proponiendo su cuerpo como materia de reflexión.
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No tiene mucho sentido tratar de calificar de hombre o mujer a Sorour Darabi. A sus 27 años, se mueve en una dimensión sexual donde reina la indefinición. “Hoy salgo a la calle con intención de ser más chico que chica”, reconoce al ser entrevistado por EL ESPAÑOL. Alude a su vestimenta. Lleva un pantalón vaquero negro no muy ajustado y un amplio jersey. El tono de su voz, sin embargo, desvela que no es el típico hombre iraní.
“Como hombre, estoy en la categoría afeminada”, comenta. “Soy bajito y por la forma de andar en la calle me identifican como gay”, añade. Darabi explica que le gustaría que se refirieran por escrito a su persona como “Ella_Él” o “Él_Ella”. “La línea significa que soy algo que puede ir de una cosa a la otra”, aclara.
Darabi lleva siete años dedicándose a la danza y las artes escénicas. Llegó a Francia en 2013 para estudiar coreografía. Ahora vive en París, pero ha pasado unos días en Berlín para participar en los Tanztage Berlin - “los días de la danza de Berlín”. Ésta es una cita internacional que organiza la céntrica sala de teatro Sophiensaele. En la capital germana ha presentado uno de los espectáculos creados en el marco de su formación en el Centro Coreográfico Nacional francés de Montpellier.
Cuando alguien va a ver un espectáculo queer, lo típico es que sean shows muy codificados, con los travestis, por ejemplo, aunque la otra posibilidad típica es una performance muy intelectual
Sobre el escenario, vestido con unos calzoncillos y una camisa de mujer, se le ve interactuar extrañamente con objetos. Se mueve con gestos que desconciertan al espectador si éste pretende identificar el género al que pertenece el artista. “No sé si lo he conseguido para todo el mundo, porque habrá quien lo dude, pero yo creo que he conseguido transmitir la idea de la transexualidad de una forma diferente”, apunta Darabi.
Travestis o intelectualidad
“Cuando alguien va a ver un espectáculo queer [o transexual], lo típico es que sean espectáculos muy codificados, con los travestis, por ejemplo”, abunda, aunque “la otra posibilidad típica es una performance muy intelectual, como un discurso que trata de enseñar las distintas aproximaciones que se pueden hacer al género”.
Darabi, sin embargo, sube al escenario para abordar la transexualidad a través de gestos y de una puesta en escena en la que el espectador nunca llega a identificar si está ante un bailarín o una bailarina. De ello da buena cuenta el trailer de Farci.e, nombre del espectáculo que presentaba en Berlín.
Darabi luce una puesta en escena en la que el espectador nunca llega a identificar si está ante un bailarín o una bailarina
En ese vídeo, Darabi va vestido con una amplia camiseta blanca donde sólo se evocan algunas curvas de su cuerpo, que conviven con su rostro de chico casi recién salido de la adolescencia. Sus movimientos y su presentación permiten ver, dependiendo del momento, a un chico o una chica.
“Yo pienso mucho en la persona que ve el espectáculo, en la performance hay una relación muy intensa con los espectadores, es una obra muy frontal”, dice Darabi sobre el trabajo presentado en la capital alemana. Para crear esos movimientos dice servirse, sobre todo, de la imaginación. “En mi cabeza visualizo las imágenes de la coreografía, eso es lo que me hace moverme”, señala este autodidacta.
"Maricón" en París
A la hora de crear espectáculos, Darabi bebe de sus experiencias como transexual. Entre ellas las hay muy duras. “En París, por la calle, me han llamado maricón, los que lo hacen son siempre gilipollas”, cuenta. En Irán, la situación era sensiblemente peor, según recuerda. “Yo llevaba hiyab [velo], tenía miedo a vestir ropa sin hiyab y a formar parte del colectivo de los hombres iraníes”, rememora.
“Culturalmente, en Irán, aprendí algo, y es que nunca podría representar el papel de la masculinidad tal y como lo exige la sociedad iraní, el hombre allí es muy macho”, explica. “Físicamente no puedo formar parte de ese colectivo, si lo intentara no me iban a creer”, añade.
Resistencia cultural
El trabajo artístico de Darabi no podría ser más contracultural en su país. “Yo comencé haciendo arte a través de la música, porque haciendo música conocí a un grupo underground de danza, el Invisible Center of Contemporary Art [Centro Invisible de Arte Contemporáneo]”, dice. Alude así a un puñado de creadores iraníes de las artes escénicas que, manteniéndose en el anonimato y a través de actividades secretas relacionadas con la coreografía, han promovido la danza desde Shiraz – la ciudad donde nació Darabi – hasta Teherán.
Creamos un festival, el Untimely Festival, pese a permanecer ocultos, pero ocultos de verdad. El grupo se llama invisible porque es realmente invisible y lo sigue siendo
“Creamos un festival, el Untimely Festival, pese a permanecer ocultos, pero ocultos de verdad. El grupo se llama invisible porque es realmente invisible y lo sigue siendo”, expone Darabi. En su cara se dibuja una sonrisa irónica cuando se le explica que el significado en Occidente de underground tiene más que ver con algo alternativo que algo que realmente está soterrado.
“Lo underground en Irán es resistencia cultural, porque en Irán hay un problema con la danza”, subraya Darabi. “La danza no es algo aceptado por el Gobierno como una forma de arte, es un arte discriminado, está prohibido por el Gobierno, que no acepta como otras obras de arte las que se reivindican de la danza” agrega.
'Trans' y antisistema en Irán
En Irán, no tener definido a qué género quiere pertenecer un ciudadano puede verse como un acto de resistencia. En el país persa, donde la homosexualidad está perseguida por la ley, las autoridades tampoco permiten la existencia de la transexualidad.
“El Estado impone claridad en términos de género, se es hombre o se es mujer, tienes que decidir”, asegura Darabi. “Por eso es muy fácil allí hacer la cirugía para cambiar de sexo y la transición en términos burocráticos se arregla inmediatamente después de la operación”, abunda.
En Irán, según Darabi, resulta casi “peligroso” tener una identidad sexual no definida. “Parece que es peligroso ser una mujer con pene en un sistema que lo diferencia todo entre hombres y mujeres. Es peligroso, por ejemplo, que haya una mujer con pene en un lugar exclusivo para las mujeres”, opina. “Las autoridades tampoco quieren que un hombre con vagina esté con los hombres”, agrega.
Viajar de sexo
Darabi salió de Irán aprovechando que tenía la posibilidad de ir a estudiar a Francia. Lo hizo antes de plantearse una elección de género. “Era muy joven cuando empecé a plantearme cuestiones sobre mi género”, sostiene. El aprendizaje del francés, algo que ha hecho también como autodidacta, ha sido igualmente una fuente de interrogantes sobre su identidad sexual.
En farsi no existe el género, la cuestión del género de los objetos ni se plantea, por ejemplo, pero en francés, el género siempre está presente en las palabras, nadie se pregunta por qué las cosas son masculino o femenino
“En farsi no existe el género, la cuestión del género de los objetos ni se plantea, por ejemplo, pero en francés, el género siempre está presente en las palabras, nadie se pregunta por qué las cosas son masculino o femenino”, estima. “¿Por qué una silla es femenino? Es completamente arbitrario. En alemán, además, existe el neutro, que es más raro aún, ¿Qué quiere decir el género neutro? ¿Que no tiene valor?”, se pregunta.
Desde 2013, en Alemania se puede obviar la casilla del género a la hora de informar a las autoridades en el registro civil sobre el nacimiento de un bebé. A esta opción se la conoce como “tercer sexo”, una categoría que tampoco entusiasma a Darabi. “Como transexual, puedo decir que uno igual no tiene ganas de identificarse con un tercer género, uno puede estar más cómodo en esa fluidez y poder viajar de un sexo a otro”, afirma. Parte de ese viaje Darabi lo hace sobre los escenarios, bailando.