La Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo ha dicho "no" al recurso presentado por el exmagistrado Baltasar Garzón y los abogados Manuel Ollé y Eduardo Ranz: Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera seguirán enterrados en la basílica del Valle de los Caídos, rodeados por más de 33.847 cuerpos de las víctimas de la Guerra Civil, enterradas allí sin su consentimiento. Ahora recurrirán la decisión en el Tribunal Constitucional y de ahí al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos de Estrasburgo.
No puede haber reconciliación si no se saca del Valle de los Caídos el cuerpo de Franco
“No compartimos la decisión del Tribunal Supremo. La Sala se alinea, una vez más, en contra de las víctimas y de su derecho a la verdad, la justicia y la reparación en favor de los perpetradores”, han señalado los juristas en un comunicado. “Mientras las órdenes religiosas preconstitucionales han obtenido una subvención de 340.000 euros y Patrimonio Nacional recibe 113 millones de euros, a las víctimas del franquismo se les han congelado las ayudas desde hace cinco años”, cuenta Eduardo Ranz a este periódico.
En el texto de la demanda se reclamaba la constitución de una dotación económica suficiente, a cargo del Estado, para la exhumación e identificación de los restos de las víctimas inhumadas en el lugar, previa solicitud. ¿Cuánto costaría exhumar los “caídos por dios y España”? Esa inscripción se refiere a las 33.847 personas enterradas en el cementerio de Cuelgamuros, donde los cuerpos se hacinan en varias criptas y niveles en los laterales de la basílica gestionada por los benedictinos. Se calcula que unas 12.000 personas siguen sin identificarse.
En la mayoría de los sepulcros la humedad ha destruido los enormes ataúdes. En ellos caben varias decenas de cuerpos. Los huesos, las maderas han acabado revueltos en un osario, una masa de restos que complica la identificación. Aunque no la hace imposible, sólo falta “voluntad política”. “No hemos calculado un presupuesto. No tenemos una cifra, pero con ello debe correr el Estado porque lo dice la ley”, responde Ranz. “De todas maneras, si lo económico es un impedimento, es un motivo ridículo. El problema es de voluntad política”, añade.
Antonio Alonso, Jefe de biología del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, y secretario de la Comisión Nacional para el uso forense del ADN, explica a EL ESPAÑOL que exhumar todos esos cadáveres de esas criptas “es una misión casi imposible”. Cuenta que hay capillas con cientos de miles de cuerpos y clasificarlos e identificarlos “costaría muchísimo”. Prefiere no dar una cifra aproximada. Asegura que la clasificación le parece una tarea muy costosa y prácticamente imposible realizar, por la situación de abandono del enterramiento.
Un problema sin solución
“El problema del Valle de los Caídos es que parece irresoluble”, sentencia en alusión no sólo al osario revuelto, sino a las pesquisas judiciales y permisos de los familiares. “Lo que sí es importante es investigar lo que hay allí. Debería atenderse toda solicitud que se presente de identificación y valorar si es viable poder hacerla”.
El arqueólogo Javier Navarro ha publicado hace unos días las conclusiones de su trabajo en la zona conocida como el Peñón del Colorao (Granada). Él y su equipo buscaban la localización de los restos de los tres hombres que fueron fusilados junto a Federico García Lorca, en agosto de 1936. Determinan que los cuerpos fueron exhumados y asegura Navarro que fueron trasladados al barranco de Víznar, donde hay enterrados más de 200 personas a la espera de ser identificadas y enterradas en dignidad. Hace un cálculo exprés sobre el precio de poner en orden los enterramientos del Valle de los Caídos y no le parece una opción imposible. “Técnicamente se puede hacer. Sería una excavación con metodología arqueología de las criptas, haciéndolo por capas. No es imposible, simplemente es costoso dado el grado de degradación del lugar”, dice.
Podría ser una cantidad, a grosso modo, de 50.000.000 de euros
Los antropólogos manejan una cifra de 1.000 euros para el estudio antropológico de cada uno de los cuerpos. Se identifica el sexo, la edad, la identidad, las dolencias, la talla… Los datos que ofrecen el esqueleto y la toma de una muestra de ADN. “Hay laboratorios genéticos que cobran 100 euros por análisis”, añade. A esto hay que sumar el trabajo de los especialistas que excavarían en los columbarios. “Podría ser una cantidad, a grosso modo, de 50.000.000 de euros”, responde Navarro. La cifra podría abaratarse porque lo costoso de los análisis de ADN son los reactivos, que con grandes cantidades de muestras se abaratan.
Además, Navarro propone crear un grupo especializado en excavaciones de fosas comunes y cunetas, adscrito al Estado, que asumirían la responsabilidad de levantar estos lugares haciéndolo de oficio “y sin banderas”. El antropólogo cree que de esta manera se solucionaría problemas económicos, agilizaría la solución de la memoria y se abaratarían los procesos. “¿Por qué son las asociaciones las que tienen que buscar, por qué no lo asume el Estado?”, se pregunta.
La voluntad política
Precisamente, Emilio Silva de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, se deberían abrir todas las criptas y conocer el verdadero estado. “Los forenses que han entrado sólo han visto dos, ¿y si son las peores? Es imposible cuantificar cuánto costaría exhumar todos los cuerpos. Pero si hubiese voluntad política, se podría hacer”.
Ana Botella quiso hacer historia y se quedó con las ganas. Los especialistas de la Sociedad Aranzadi, con Francisco Etxeberria al frente, cumplieron con su trabajo en la cripta de las Trinitarias. No encontraron los restos de Cervantes, pero investigaron el enterramiento. Búsqueda, exhumaciones y análisis de los restos óseos. Casi 40 personas trabajando meses. Un despliegue inédito y 104.000 euros que Botella aprobó para titular los periódicos. El equipo de Manuela Carmena se hizo cargo de la morosidad de Botella en el Ayuntamiento de Madrid.
“Franco no debería haberse enterrado allí”, explica Alicia Alted Vigil, catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. En 2011 formó parte de la comisión de 13 expertos que firmaron un estudio para la redefinición del lugar. “No puede haber reconciliación si no se saca del Valle de los Caídos el cuerpo de Franco. José Antonio debería ser tratado como una víctima más y quitarle del lugar preeminente. Debería esta en uno de los osarios donde descansan el resto de las víctimas y los caídos”, cuenta.
Los forofos del dictador
Para Paul Preston mantener un mausoleo en honor a Franco en la basílica del Valle de los Caídos significa mantener un lugar de peregrinaje para “los forofos del dictador”. “Lo más normal es que los restos se devuelvan a su familia”, aclaraba sobre los restos de Franco y José Antonio en entrevista con Julia Tena. Para el reconocido hispanista, olvidar no es una opción. Tampoco lo es retirar sin más, prefiere que la historia no se borre.
“La exhumación de todos los cuerpos de las criptas es inviable económicamente. Sobre todo por el estado de los restos. Han reventado todas las cajas. Lo más importante es resignificar todo el monumento, conservando el reflejo de una época. Hay que reconstruir para permitir la reconciliación y que las personas allí enterradas contra su voluntad tengan un espacio para que sus familias puedan honrarlas”, apunta Alted
La historiadora encuentra en la mala conservación de los restos un impedimento. Tampoco cree que con cambiar el nombre al lugar se anule como símbolo franquista. Para Alted lo importante no es cambiar la historia, ni destruir el monumento, porque es un reflejo de nuestra historia reciente “que tenemos que reconocer”. Conservar, redefinir y conocer para que no vuelva a ocurrir. Reconciliarse con el pasado.