“Usted de menú no ha comido nunca, ¿verdad?”, le espetó Dani Rovira en su mejor año como presentador de la gala de los Goya a Íñigo Méndez de Vigo y Montojo, IX barón de Claret. El actor desenrolló en medio del escenario un gran pergamino y leyó el currículo nobiliario del ministro de Educación, Cultura y Deporte con más pedigrí de toda la democracia española. Aquel día el sector le daba la bienvenida y se alegraba de la presencia del cargo, que José Ignacio Wert había hecho desaparecer.
Un año después de aquella broma, Méndez de Vigo presenta lo que será su modelo para la cultura en esta legislatura: el Plan Cultura 2020, 150 medidas ambiguas, sin presupuesto y con más imaginación que realidad.
La falta de dinero no impide que sueñe con una burbuja de nuevas infraestructuras con las que sembrar el paisaje español de instituciones como el Centro de Información del Patrimonio Cultural de España, el Museo de Ávila, el Museo del Cine, La Farmacia Centro Nacional de Creación de las Artes Escénicas, una Biblioteca pública del Estado en Barcelona y otra en Málaga, un nuevo Teatro Nacional de Danza o el Archivo Histórico Provincial de Madrid.
El Plan Cultura 2020, 150 medidas ambiguas, sin presupuesto y con más imaginación que realidad: la falta de dinero no impide que el ministro sueñe con una burbuja de nuevas infraestructuras
Y de entre todas ellas llama poderosamente la atención la creación del Archivo Histórico de la Nobleza. Esto aparece en el capítulo titulado: “Actualizar el marco jurídico de protección de la cultura”. La cultura y la nobleza, sinónimos que ahora tendrían un objetivo específico: “Dotar a este archivo de la misma personalidad jurídica que el resto de los Archivos Estatales para que asuma formalmente la autonomía de gestión que tiene en la práctica”.
El ministro, pariente de la Casa Real
Esta descripción ambigua de la especificidad de la propuesta equipararía al archivo con instituciones como el Archivo Histórico Nacional, el Archivo Central de Cultura, el Archivo General de Simancas o el General de Indias, entre otros tantos. El Centro recogería la memoria de las poco más de 2.000 personas en posesión de títulos nobiliarios, y de los casi 200 que ostentan la distinción de Grandes de España (repartidos entre las 10 familias nobiliarias más poderosas).
Íñigo Méndez de Vigo y Montojo, IX barón de Claret por derecho propio desde 1980 (título que procede de la familia de su abuela Carmen de Icaza), está casado con la aristócrata María Pérez de Herrasti y Urquijo. Su padre desciende de la reina gobernadora María Cristina de Borbón, cuarta esposa de Fernando VII, y madre de la reina Isabel II, lo que le emparenta directamente con la Familia Real.
Los Méndez de Vigo son una familia amplísima bien emparentada con la nobleza. Sus influencias y contactos se remontan a su bisabuelo y abuelo, que fueron diputados en las Cortes
Los Méndez de Vigo son una familia amplísima bien emparentada con la nobleza. Sus influencias y contactos se remontan a su bisabuelo y abuelo, que fueron diputados en las Cortes. Su abuelo, Manuel Méndez de Vigo y Bernaldo de Quirós, fue nombrado gentilhombre por Alfonso XIII en pago porque abofeteó en el hemiciclo a alguien que osó insultar al rey.
Abuela falangista y altruista
Su abuela, María Carmen de Icaza y de León, VIII baronesa de Claret, ejerció como periodista (en El Sol) y escritora, autora de una decena de novelas románticas, que fueron traducidas. En 1945 fue proclamada la escritora más leída del año, mientras desempeñaba un papel destacado como secretaria general en la Dirección General de la Propaganda durante la dictadura franquista.
Vinculada a la Sección Femenina de la Falange, Juan Ramón Jiménez le dedicó una poesía en 1911. Fue ella quien acuñó el popular lema: “Ni un hogar sin lumbre, ni un español sin pan”. Fruto de su labor altruista en la Cruz Roja, recibió el título de baronesa de Claret, que ahora ostenta el actual ministro de Cultura y portavoz del Gobierno.
Fruto de su labor altruista en la Cruz Roja, recibió el título de baronesa de Claret, que ahora ostenta el actual ministro de Cultura y portavoz del Gobierno
El resto del Plan Cultura 2020, presentado por el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, en el Congreso de los Diputados, es una lección de buenas intenciones, con verbos que prometen resucitar a la cultura, muerta por los recortes de Mariano Rajoy, sin comprometerse a nada: “fomentar”, “actualizar”, “promover”, “liderar”, “extender”, “impulsar”, “mejorar”, “modernizar”, “reformar”, “consolidar”, “promover”, “intensificar”, “asegurar”, “ampliar”, “elaborar”, “dotar”, “facilitar”, “velar”, “garantizar”, “adaptar”, “adoptar”… ninguno rima con “financiar” (que no aparece). Soñar es gratis, pero aunque no sepamos cuánto costará a los españoles crear el Archivo Histórico de la Nobleza.