Para toda una generación de españoles el nombre de Hugh Thomas va indisolublemente asociado a la Guerra Civil española. El hecho de que fuera un extranjero el que contara el conflicto ofreció al hispanista británico un halo de credibilidad que ningún historiador español logró jamás. Gracias a la editorial Ruedo Ibérico, una vez más, en 1961 vio la luz en Francia su historia de la contienda española. Progresivamente, según se iba debilitando la dictadura, la obra fue llegando a la Península y contribuyendo así a restañar las heridas abiertas de la mejor forma posible: contando la Historia.
La periodista Nuria Azancot, que le entrevistó para El Cultural, escribió que Thomas era el prototipo del hispanista británico, al que calificaba de “inteligente y sosegado, divertido y sabio”. Y en efecto, desde su forma de hablar hasta su aspecto, fue la imagen más visible de un grupo de estudiosos que se enamoraron de nuestro país y nos enseñaron a mirarnos desde fuera: John Elliott, Gerald Brenan, Ian Gibson, Raymond Carr, Paul Preston, entre otros intelectuales extranjeros que sabían más de nosotros que nosotros mismos.
Hugh Thomas fue la imagen más visible de un grupo de estudiosos que se enamoraron de nuestro país y nos enseñaron a mirarnos desde fuera
Thomas había nacido en 1931, el año de la proclamación de la República, en la muy aristocrática localidad inglesa de Windsor. Hijo de un funcionario colonial, realizó sus estudios en el Queen’s College de Cambridge y posteriormente en La Sorbona de París. Sin embargo siempre se ha considerado un “autodidacta”.
Alegría española contra los días ingleses
Fue en 1955, con solo 24 años, cuando descubrió España. Una semana en Antequera bastó para que se quedara deslumbrado por la luz. Como tantos de sus compatriotas, encontró en la forma de ser de los españoles, abiertos y amigos de la vida fuera de casa, un alivio para los oscuros días ingleses y la vida encerrada entre cuatro paredes.
Desde entonces iba a estar estrechamente unido a nuestro país. Pero lo que de verdad cambió su vida, según sus propias palabras, fue la publicación seis años después en París de su Guerra Civil. El ensayo, que apareció en inglés y en castellano, tuvo una calurosa acogida entre el exilio español en Francia y en la clandestinidad dentro del país. Los lectores se quedaron fascinados por la sencillez y la frialdad con la que el historiador se acercaba a un conflicto que los españoles siempre hemos contemplado desde el acaloramiento.
Él mismo lo explicó el año 2001 en una entrevista para el diario ABC con motivo del cuarenta aniversario del libro. “Soy equilibrado en mis juicios, pero ahora soy más conservador que en los años sesenta. En la Guerra Civil no había conservadores, todos fueron revolucionarios o contrarrevolucionarios”.
Pío Moa me acusa en su libro, pero yo dije casi lo mismo: la revolución de 1934 inició la guerra civil, y fue culpa de la Izquierda. Existe una conferencia pronunciada por Indalecio Prieto en México aceptando su culpabilidad
Desde entonces, Thomas se ha convertido en una referencia y ha dado su opinión sobre los más diversos asuntos cada vez que se le ha pedido. Por ejemplo, sobre las tesis de Pío Moa de que la guerra había comenzado antes del 36: “Lo que dijo sobre la revolución de 1934 es muy interesante y pienso que dijo la verdad. ¡Pero no fue tan original! Él me acusa en su libro, pero yo dije casi lo mismo: la revolución de 1934 inició la guerra civil, y fue culpa de la Izquierda. Existe una conferencia pronunciada por Indalecio Prieto en México diciendo exactamente eso, aceptando su culpabilidad”.
Tras el éxito de su obra, centró todos sus esfuerzos en Cuba. Fueron necesarios diez años de trabajo hasta que vio la luz en 1971 Cuba, la búsqueda de la libertad, una historia del país caribeño desde la época colonial hasta la dictadura castrista. Con este estudio, empezó a profundizar en la presencia española en Hispanoamérica, asunto al que dedicó numerosos títulos.
Destacan entre esos ensayos La conquista de México (1994), El Imperio español, de Colón a Magallanes (2003), El Imperio español de Carlos V (2010) y El señor del mundo: Felipe II y su imperio (2013), su último libro publicado.
En la mencionada entrevista concedida a El Cultural en 2003, explicó el porqué de ese interés por el imperio español: “Lo que me interesa es el ánimo de la primera generación de españoles que salieron de España buscando gloria, oro y la conquista de almas indígenas después de los descubrimientos de Cristóbal Colón. ¿Qué les llevó exactamente a marcharse? ¿Qué clase de personas fueron esos hombres tan valientes? ¿Era la ‘empresa de las Indias’ para ellos un trabajo más, o algo de verdad extraordinario? ¿Acaso se habían contagiado con la imaginación de Colón?”.
Activo en política
Hombre discreto, llevó una vida tranquila, dedicada principalmente a la docencia (Fue catedrático en la Universidad de Reading), al estudio y la escritura. Se casó en 1962 con la pintora Vanessa Jebb, hija del prestigioso diplomático británico Gladwyn Jeff, quien fuera el primer secretario general de la ONU en los años cuarenta. Del matrimonio, nacieron dos hijos y una hija.
El historiador fue muy activo en política. Enemigo acérrimo del nacionalismo, siempre estuvo interesado sobre el europeísmo, sobre el que escribió varias obras, entre ellas Europe: the Radical Challenge (1973). Para mantener sus ideas, tuvo que mudar frecuentemente de partido, debido a las cambiantes posiciones de unos y otros. Pese a haber trabajado con el premier Harold Wilson, abandonó a los laboristas en 1975 por su poco entusiasmo hacia la integración de Gran Bretaña en la entonces Comunidad Económica Europea.
Defendió a la controvertida Margaret Thatcher, pero también se vio forzado a dejar a los conservadores por los continuos ataques de los torys contra las instituciones e ideas europeístas
Defendió a la controvertida Margaret Thatcher, pero también se vio forzado a dejar a los conservadores por los continuos ataques de los torys contra las instituciones e ideas europeístas. Finalmente, en 1997 se unió a los liberaldemócratas, los únicos que según su criterio se mantenían firmes a la hora de estrechar lazos con el continente.
Entusiasta investigador, escribió también sobre Venezuela, el canal de Suez, Moctezuma, Goya, la trata de esclavos y hasta del industrial español Eduardo Barreiros. También deja tres novelas, que no se han publicado en España: The World’s Game (1957), The Oxygen Age (1958) y Klara (1988).
La pasión de la guerra
Sin embargo, la Guerra Civil española será lo que siempre se asocie a su nombre. Incluso muchos años después de su libro, seguía hablando con pasión de un conflicto tan complicado que nunca se ha llegado a comprender del todo, porque sería como comprender al mismo ser humano. Tal vez por eso le intrigaba tanto.
El aspecto más importante es explicar cómo pudo ocurrir tanta violencia detrás de las líneas, en las dos zonas. No entiendo cómo fue posible para los falangistas dar muerte a tantas personas inocentes
“El aspecto más importante es explicar cómo pudo ocurrir tanta violencia detrás de las líneas, en las dos zonas. No entiendo cómo fue posible para los falangistas dar muerte a tantas personas inocentes, incluso algunas sólo por haber votado por el Frente Popular. No entiendo tampoco cómo fue que tantos amigos de la Izquierda, tantos anarquistas pudieran ajusticiar a tantos burgueses sin crimen alguno”.
Sobre la guerra del 36 se han escrito, y se siguen escribiendo, miles de libros. Hay quien asegura que es el conflicto al que más volúmenes se han dedicado. Cada vez que los expertos elaboran una nueva selección de títulos imprescindibles, siempre aparece el que hace ya 56 años escribió Hugh Thomas.
Hugh Thomas nació en Windsor (Berkshire, Inglaterra) el 21 de octubre de 1931. Murió en Londres el 6 de mayo de 2017, a los 85 años