Chris Cornell nació el 20 de julio de 1964 en Seattle (Estados Unidos). Durante los ‘80, esta ciudad fue testigo y motor de la inquietud de un grupo de chavales que, años más tarde, podrían jactarse de haber concebido el grunge, el último movimiento musical con calado generacional del siglo XX.
Cornell empezó tocando el piano con siete años y con veinte años formó Soundgarden, una de las bandas insignes del grunge junto con Nirvana, Pearl Jam, Mudhoney o Alice in Chains. Con esta primera banda, dejó ver hasta dónde podía llegar su genio combinando la crudeza del punk y la intensidad del rock. Cornell sentía cada nota, cada letra que escribía. No se consideraba un compositor al uso, sino más bien una suerte de pintor que con sus palabras transformadas en sonido moldeaba sus emociones para proyectarlas al universo. "Creo que es lo que la música debe ser", dijo, rotundo.
Era ritmo, intensidad, elasticidad. La belleza de su voz era la expresión de su permeable alma musical. Desde el susurro a los agudos. Sabía llevarte por la melodía hasta el clímax de cada canción para que no quedara un solo vello sin erizar. “Pienso (en mis canciones) como en hijos, con sus fortalezas, debilidades y secretos que se revelan con el tiempo”, escribió en su perfil de Facebook hace pocas semanas.
Soundgarden marcó un hito para esta generación: fue la primera banda en firmar contrato con una gran discográfica. Cornell fue la voz de este grupo durante más de veinte años en los que lanzaron seis álbumes de estudio, el último de ellos King Animal, en 2012. Con el cambio de sello, dieron un giro a su sonido y se colaron en las listas de superventas. El golpe de timón llegó cuando Guns N' Roses les invitaron a ser sus teloneros en la gira de Use Your Illusion, entre el '91 y '93.
La transición hacia lo comercial fue extraña, como más tarde reconoció, pero trajo sus frutos: Superunknown, su disco de 1994, estuvo nominado a los premios Grammy en la categoría de Mejor Álbum de Rock y dos de sus sencillos ('Black hole sun' y 'Spoonman') ganaron.
Hubo parones, claro, pero de ellos nacieron nuevos proyectos que sirvieron para subrayar su talento aún más, si cabe. Como a los más grandes, su creatividad le transformó con naturalidad a lo largo de los años y le hizo explorar nuevos territorios. Cornell era la lírica de un movimiento que avanzaba a machetazos con la rabia de Cobain en Nirvana y que encontraba reposada profundidad en el Vedder de Pearl Jam.
En los ‘90 impulsó el nacimiento de Temple of the Dog, una banda tributo a su buen amigo Andrew Wood, cantante de Mother Love Bone que murió por sobredosis. La banda, de la que también formó parte Vedder, estuvo en activo dos años y editaron un único álbum: Temple of the Dog.
En 2001, en plena fiebre de las ‘superbandas’ formó Audioslave, para la que contó con el talento de tres de los miembros de Rage Against the Machine: la inconfundible guitarra de Tom Morello, el ritmo imparable de Tim Commerford al bajo y el gran baterista Brad Wilk. Su primer álbum, el homónimo Audioslave, vio la luz en 2002 y en sólo una semana vendió 162.000 copias alcanzando el disco de oro en el primer mes. Sólo en EEUU, vendieron más de tres millones de copias.
Este trabajo les trajo varias nominaciones en la 46 edición de los Grammy, celebrada en 2004, e impulsó la creación de su segundo álbum de estudio. Out of Exile salió en todo el mundo en mayo de 2005 y debutó en lo alto de las listas de éxitos estadounidenses.
Ese mismo año, Audioslave se convirtió en la primera banda de rock que dio un concierto en la Cuba de Fidel Castro y participó en el concierto benéfico Live 8 de Berlín. No es la única acción solidaria del músico estadounidense: junto con su segunda esposa, Vicky, formó una asociación que recauda fondos para niños en situación de vulnerabilidad.
En 2007, Audioslave se separaron por discrepancias musicales, aunque el tiempo les volvió a juntar. En enero de 2017, la banda se reunió para participar en un concierto en contra del entonces presidente electo Donald Trump.
En tres décadas, Cornell ha vendido más de 30 millones de copias de sus diferentes proyectos musicales. Fue un artista innovador y trascendente a cualquier género. La voz de Cornell fue más allá del ‘grunge’ que le vio crecer para colocarse entre las más grandes del rock. Las publicaciones especializadas le sitúan entre los 20 mejores, con una u otra posición, pero siempre entre grandes como Freddie Mercury, David Bowie, Jim Morrison o el propio Eddie Vedder, el último 'de los de Seattle' que nos queda para disfrutar.
No faltaron sus trabajos en solitario. Desde su primer disco Euphoria Morning (1999), cuyo single ‘Can’t change me’ también estuvo nominado en los Grammy del año siguiente, hasta múltiples canciones que escribió para el cine: ‘Sunshower’, banda sonora de Grandes Esperanzas; la versión de la canción ‘Mission’, para Misión: Imposible II; o el tema principal de Casino Royale, ‘You know my name’.
El verano pasado, Cornell confirmó que Soundgarden trabajaba en un nuevo disco que sería lanzado este 2017. El grupo ya había empezado a girar esta primavera en Estados Unidos. Su último trabajo como solista fue el álbum Higher Truth (2015) y el pasado mes de marzo lanzó el tema ‘The promise’, para la película homónima de Terry George.
“Hay algo en la pérdida de amigos, especialmente cuando son jóvenes, que no superas. No creo que haya un proceso de curación”, dijo en una ocasión. La adicción a las drogas dejó a muchos amigos atrás. Kurt Cobain, de Nirvana, y Layne Stanley, de Alice in Chains, entre otros. Él mismo pasó por rehabilitación en 2003 por su problema con el alcohol y los fármacos. “Soy irlandés. Si puedo quitarle el tapón a algo, me lo beberé”, afirmó en una entrevista con Spin.
Hoy son los suyos, anónimos y grandes figuras del cine, la música y el entretenimiento –desde Morello, Elton John o Billy Idol a Brad Pitt–, los que lloran su partida. Cornell falleció en la noche del miércoles en un hotel de la ciudad de Detroit. Tenía 52 años, estaba casado y era padre de dos chicas y un chico. La Policía afirma que se suicidó.
“Si no crees que el sol vaya a salir, permanece solo y da la bienvenida a la noche que llega mientras quede luz”, The last remaning light, Audioslave.