Hace dos mil años miles de turistas llegaban a la tumba de Ramsés VI y dejaban su “recuerdo” en las paredes de la tumba del faraón, enterrado en el famoso Valle de los Reyes egipcios. Ramsés VI ha descansado entre paredes cubiertas de grafitis y ahora han descubierto más de mil testimonios de aquellos curiosos irrespetuosos: “¡No puedo leer este escrito!”, dice una de ellas. Y otro le responde: “¿Por qué te importa no poder leer los jeroglíficos? No entiendo tu preocupación”. Y turistas que escribieron, como ahora en el muro de una red social: “La visité y no me gustó nada excepto el sarcófago”.
“Fue un destino turístico ya en la antigüedad y, como hoy en día, los turistas a menudo dejaban sus nombres en los lugares que visitaban. En al menos diez tumbas hay inscripciones hechas por antiguos viajeros”, explica Adam Lukaszewicz, arqueólogo del Instituto de Arqueología de la Universidad de Varsovia. Sobre las paredes de la tumba también hubo hueco para la poesía, textos más largos en los que algunos invitados regalaban sus reflexiones, en griego y latín, al faraón que descansaba acompañado de viajeros.
Eran visitas organizadas, con guías árabes al mando y que según cuentan en sus memorias los viajeros europeos, ofrecían a los visitantes objetos afilados para poder firmar. El arqueólogo afirma que lo mismo ocurría miles de años antes cuando se hicieron los grafitis. En las inscripciones, talladas sobre roca o dibujadas con pintura roja, aparecen los nombres, el lugar de origen y ocupación de los que accedían al sarcófago. “Comparado con el resto de tumbas del Valle de los Reyes, la de Ramsés VI es las más rica en restos de antiguos turistas. En cien metros de profundidad se han encontrado más de mil inscripciones”.
Al analizar los nombres y los lugares que aparecían en las inscripciones, los arqueólogos dedujeron que los visitantes eran personas de alto estatus social, como prefectos de Roma en Egipto enviados por los emperadores. El jefe militar y conquistador árabe Amr ibn al-As fue uno de los turistas que dejaron su firma en esta tumba del Valle de los Reyes. Los primeros grafiteros respetaron la decoración del sarcófago y aunque sí escribían sobre las paredes, no estropearon las decoraciones ni las imágenes sagradas. “Los visitantes de la tumba intentaron colocar sus firmas sin destruir las decoraciones anteriores, e incluso, muchas veces lo hacían de forma reflexiva poniendo sus nombres en el centro del disco solar para hacer referencia a los dioses”.
Pero para los pioneros del grafiti la tumba de Ramsés VI no era solo un lugar de interés histórico. Su turismo se vivía como una experiencia espiritual, eran experiencias espirituales porque, siguiendo su cultura, pensaban que la tumba pertenecía al héroe legendario Memnon que luchó en la guerra de Troya.