Rosarito es la abuela de España: mujer brava de las de antes con la cara escamondá y las manos hábiles; hembra acostumbrada a luchar desde que el mundo es mundo. Rosarito -qué hermosa- es siempre esa yaya que nos recuerda a la nuestra, con esa sapiencia y esa candidez inconmensurable, con esa lógica aplastante que da sólo la experiencia, con esa dignidad antigua que hoy muchos se mueren sin conocer. Señora Rosario -qué jefa-, cuántos monumentos harían falta para hacerle, al menos, justicia poética.
Esta mujer, quién se lo iba a decir a ella, se ha hecho viral en Internet gracias a su nieto Yeray. Todo sucedió así: el chaval fue a visitarla, ahora que anda delicada -"tiene los huesos y la vista hechos polvo por una enfermedad autoinmune: le cuesta moverse, leer, vive con dolor crónico...”, apunta él- y ella acabó convirtiéndose en la estrella de un juego de rol, sin ni siquiera saber qué es esa cosa moderna. Gracias al lenguaje del joven. Gracias al poder del cuento, a la magia intergeneracional del relato.
Cuenta Yeray que su abuela ha hecho dos cosas en la vida “cuidar de los suyos y matarse a trabajar”
Cuenta Yeray que su abuela ha hecho dos cosas en la vida “cuidar de los suyos y matarse a trabajar”. “Nació en Granada en el 31, se comió allí la Guerra Civil entera, luego se mudó con la familia a Jaén, conoció a mi abuelo… y ha estado cuidando de él, de sus cuatro hijos, de sus hermanos -que mientras estaban solteros vivían en la casa familiar- toda su santa vida”. El nieto, orgulloso, continúa. “Además se ha hinchado a coser para sacarse algún dinero, pero sobre todo se ha ocupado de que en su casa todo el mundo estuviera bien comido, con ropa limpia y con la casa en condiciones con los cuatro duros del sueldo de conductor de mi abuelo”.
Ahora Rosarito, según cuenta el joven, está “más sola que nunca”. Su amor murió, sus hijos tienen sus vidas -aunque casi todos están en Jaén y la ven a diario-, y sus nietos están dispersos por el mapa, buscando curro en estos tiempos inhóspitos y precarios. Qué sorpresa cuando Rosario mutó en Rosarito the Barbarian: ella siempre fue una guerrera, pero ahora ha adquirido dotes misteriosos, poderes imposibles
Le preguntó Rosario a su nieto que qué era eso a lo que jugaba -el rol- y él le hizo una ficha y la introdujo en la historia. Le explicó que tres bandidos la asaltaban: “¡La bolsa o la vida!”. Y ella rápidamente dejó inconsciente a uno de un bolsazo, decapitó a otro y el último huyó a buscar otro trabajo. “Ahora recupero mi bolsa y remato al inconsciente”, alicató Rosarito. “Joder, abuela, vienes fuerte”, sonrió Yeray. Y la alentó: “Ahora sigues hasta un pueblo amurallado que ofrece recompensa por un ogro”. Y ella reprendió: “Pues me hago amiga de todo el mundo, que no le deseo el mal a nadie”.
Yeray le contó que el jefe del pueblo la recompensaría si rescataba a su hija -o bien con un tesoro, o bien con la mano de la joven-. “Ay, pero si somos mujeres las dos”, dijo Rosarito, escandalizada. “No pasa nada, este reino es muy progresista”, guiñó Yeray. El resto es historia: el chico comenzó a contar esta situación por Twitter y España le ha hecho la ola a este nuevo prodigio del juego de rol. La historia completa puede leerse en el Twitter del chaval: @minicarbonara.
Nuestra heroína, al final, consiguió engañar al ogro y rescatar a la princesa y el resto inclinamos la rodilla. Aquí hablamos con su nieto, Yeray Pérez Vallejo, sobre la importancia de la narrativa, la relación lingüística entre jóvenes y mayores y la experiencia de los ancianos en el mundo de los juegos de rol. Ha nacido una estrella.
¿Por qué nos da la sensación a los jóvenes de que hay cosas que los 'mayores' no van a entender, pero al final pueden dominarlas igual o mejor que nosotros?
Porque somos miopes, como lo ha sido cada generación desde que el mundo es mundo. ¿Cómo va a entender algo que para mí es tan natural una persona que es tan diferente a mí? Si no se ha criado con internet, o no tiene smartphone, o no se sabe el argumento de ninguna peli de después de 1975… Vemos a alguien que no comprende con facilidad algo que para nosotros es perfectamente obvio y lo entendemos como que ese alguien es tonto. No, por dios; es alguien que no ha tenido la misma infancia que tú. Es como si te metes con un señor de Finlandia por no saber conjugar en castellano. No tiene un problema mental, es que se ha criado en Helsinki.
¿En qué se diferencia la forma en la que le explicas a tu abuela el juego de rol del modo en el que se lo explicarías a un amigo? ¿Cómo cambia el lenguaje?
Precisamente salvando esa distancia generacional. Dejando a un lado que buena parte de mis amigos son tan frikis como yo (cuando no bastante más), a alguien de mi edad le puedo hablar rápidamente de las posibilidades que te da el medio, en plan “puedes jugar aventuras en la Tierra Media, o junto a la Alianza Rebelde, o con la casa Stark…”. Eso son referentes culturales que disparan la imaginación, que es precisamente el atractivo del rol.
A mi abuela El Señor de los Anillos, Star Wars y Juego de Tronos le importan tres pepinos, y si me meto en esos berenjenales la abrumo. A ella le cuento lo que son los juegos de rol con los referentes que ella ya tiene: “Esto es un juego para inventar historias en grupo, uno cuenta lo que está ocurriendo en una situación y los demás dicen lo que quieren hacer los personajes de la historia. Es muy fácil, ¿te lo enseño?”. Ella lleva contando y escuchando historias casi tres veces lo que llevo yo vivo. Si le explicas el juego en sus términos, claro que lo entiende. Lo de jugar con ella a rol no es más que eso: hablar. De tanto en tanto tiras cuatro dados, pero el 98% del tiempo es hablar de qué pasa en la escena, de qué quiere hacer ella, de qué hacen los demás personajes...
¿Cómo es el personaje de tu abuela, Rosarito The Barbarian? ¿Cómo la acercaste a su rol?
En un primer momento, para facilitar que ella se identificara con el personaje y comprendiera que estaba bajo su control, era “Rosarito la caballero andante”. La ficha de personaje no era más que cinco o seis números representando lo que el personaje hacía mejor y peor, esperando a que mi abuela lo cogiera y le diera vida. El mote Rosarito the Barbarian fue un chiste de tuiter cuando comencé a escribir acerca de la partida, pero dados los derroteros que cogió la historia, con el personaje prendiendo fuego a un bosque para distraer a un ogro o intentando asfixiarlo con un saco lleno de tierra, el epíteto The Barbarian se volvió extrañamente apropiado.
Al final la idea que tenía ella de las historias de aventuras pesó más: Rosarito empezó siendo una caballera andante (y ella misma decía que cómo se iba a casar con la princesa del cuento siendo ambas mujeres), pero más adelante cambió de sexo inconscientemente al personaje para convertirlo en un príncipe al uso. Supongo que es normal si te has criado con cuentos en los que la persona que llega a caballo y rescata a la princesa siempre es un príncipe encantado, aunque se llame Rosarito.
En el plano familiar, ¿es el momento de que entendamos que los roles pueden cambiar y de que nosotros también podemos contarles cuentos a nuestros abuelos, como ellos lo hicieron con nosotros? ¿Qué historias te contaba ella a ti?
Es el momento de que les hagamos caso. Que sea a través de actividades como el rol o los juegos de mesa o de otras aficiones comunes da igual. Mi abuela siempre ha sido más de coplas que de cuentos, aunque las coplas a menudo llevaban historia en las letras. Algún cuento de La Alhambra nos contó también, o la historia del Lagarto de Jaén. Cuando hemos sido más mayores las historias que nos ha contado han sido suyas propias, como cuando perseguía por casa a una rata junto a mi madre y mi tío abuelo armados con un sable de esgrima olímpica.
Ahora jugando no pretendo sumergir a mi abuela en “el maravilloso mundo del rol”. El juego es una excusa para echar un rato hablando con ella , distrayéndola de paso de su dolor de huesos y sus problemas para dormir. Sobre todo estamos los dos juntos haciendo algo que nos divierte y que nos conecta. Estaría igual de bien si fuera macramé.
¿Cómo podría introducirse esta iniciativa en las residencias de ancianos para que amplíen su gama de juegos?
Esa es una excelente pregunta para la que me gustaría tener una excelente respuesta, pero no lo tengo muy claro. Veo prístino que cuando mi generación (o la que me precede) ya perlada de aficionados a los juegos de mesa y de rol se vayan jubilando no se van a aficionar mágicamente al mus. Seguirán jugando a las cosas que ya jugaban desde su adolescencia, y que por fortuna es compatible con tener las rodillas cascadas.
Pero pongamos que quieres promover estos juegos entre la población de 70+ desde ya: lo que necesitas son buenos narradores y narradoras. Personas que disfruten con estos juegos y tengan la empatía necesaria para conectar con otras personas para las que todo lo que van a explicar es nuevo. Igual que tienes licenciados de Ciencias del Deporte y la Salud promocionando la actividad física moderada en las residencias, puedes tener animadores socioculturales proponiendo juegos adaptados (o escogidos) para personas mayores. No sólo es entretenimiento, es una fantástica gimnasia mental.
A los tres meses tendrías a abuelas y abuelos jugando por su cuenta… o volviendo a la brisca y el mus, oye, que son perfectamente válidos. Después de una vida de trabajar, bien te has ganado el derecho a jugar a lo que te dé la gana.