Algo desampara al que ve una fotografía en la que faltan miembros de la familia Alcántara, expulsados sin piedades, como un órgano mal trasplantado. ¿Dónde la niña, dónde el padre? Qué extrañeza. Chirría si no está Marge en el sofá de los Simpsons. Las historias se quedan cojas, los lazos pierden sentido. Extrañamos a morir a Julia si se la borra del barco de Chanquete: su guitarra alegre y su voz rebelde. Sin Tyron Lannister, ¿habrá Juego de Tronos? Nada es igual si alguien desaparece, apunta Amnistía Internacional. Y apela a la orfandad que sentimos cuando se nos arrancan, sin explicación, a los protagonistas de nuestras series favoritas: esas caras entrañables que llevamos tanto tiempo observando que nos parecen consanguíneas. Héroes domésticos de las ficciones íntimas.
¿Empatizamos igual cuando nos hablan de las desapariciones forzadas recientes -como en el caso de Siria o México- o las producidas hace décadas -como en el caso de España, durante la Guerra Civil y el franquismo-? ¿Nos acercamos a entender la prolongada angustia de las familias? “Tenía tres años cuando ocurrió. Una noche sacaron a mi madre de casa y se la llevaron. Mi hermano y yo dormíamos. Nunca más supimos de ella. A mi padre le habían matado un mes antes Fue de los primeros que cayeron en Marchena, y hoy sigue enterrado en una fosa”. Habla Antonio Narváez. El niño sin respuestas ha cumplido 83 años y sigue pidiendo justicia. Su madre no figura en ningún listado como víctima o fallecida. “A ver si puedo juntarles y darles un entierro digno, lo que no tuvieron en su día”.
Es irónico: no es el único, pero está solo. Hoy, 30 de agosto, es el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas y Amnistía Internacional pelea por sacudir el polvo de debajo de la alfombra. Por hilar las deudas históricas de frente. “En España se sigue privando del derecho a la verdad, la justicia y la reparación a las víctimas de crímenes cometidos durante la Guerra Civil y el franquismo. De los más de 114.000 crímenes de derecho internacional denunciados ante la Justicia, la mayoría corresponden a desapariciones forzadas”, explica la organización.
El dedo acusador de la ONU
La ONG relata que “en los últimos años, al menos cinco mecanismos de Naciones Unidas han constatado y expresado que España ni investiga ni deja investigar los crímenes cometidos en ese período” y señala que el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas, con motivo de su visita a España en 2013, “se mostró especialmente preocupado por el cierre, archivo, paralización o mínima investigación de cualquier proceso a la hora de esclarecer y juzgar estos crímenes, e instó al Estado español a investigar de oficio y juzgar todas las desapariciones forzadas”.
Recuerda también que, en 2010, víctimas del franquismo interpusieron una querella en Argentina, iniciando una investigación que se abrió en aplicación del principio de jurisdicción universal. “Hasta ahora, España no ha colaborado con la justicia argentina”, apunta Amnistía Internacional. “En dos oportunidades ha rechazado extraditar a los procesados a Argentina, ha negado información a la justicia de ese país y ha impedido que la jueza argentina María Servini de Cubría interrogue a los 19 acusados, así como la toma de declaración de algunas víctimas y testigos”.
Nada es igual si alguien desaparece, repite la ONG. Ése es el nombre con el que ha bautizado su campaña de memoria histórica, con la que pretende romper una lanza por los desaparecidos durante la Guerra Civil y el franquismo y sus familias, nunca escuchadas. Una campaña que localiza sin pudores la grieta, que alude a los responsables actuales de la cuestión -hay una recogida de firmas en marcha dirigida al Ministro de Justicia, Rafael Catalá- e insta -de nuevo- al Gobierno español “a que realice las investigaciones necesarias para aclarar el paradero de estas personas”.