“La brutal violencia ejercida el pasado domingo 1 de octubre contra los ciudadanos catalanes, ordenada por el mismo partido que gobierna la Comunidad de Madrid y la defensa de estos hechos” ha acabado por derrumbar la conciencia política de Álex Rigola, contratado por Cristina Cifuentes hace poco más de un año para dirigir los Teatros del Canal. De esta manera, el director de escena renuncia, por una causa a la que se adhiere, al puesto que le fue entregado sin convocatoria de concurso público.
Las reacciones desde la cultura no han cesado. Jazmín Beirak , portavoz de cultura por Podemos en la Asamblea de Madrid, ha expresado que “esta decisión muestra que la cultura es un espacio desde el cual defender los derechos y la democracia”. La cultura “no permanece al margen”. “Evidencia que la cultura, aunque a veces lo parezca, no está separada de la sociedad en la que se produce y circula. No es indiferente. No es compatible impulsar una cultura libre, rica, diversa mientras se ejerce la represión de la discrepancia y la diferencia”, comenta.
El dilema moral de esa causa catalana también podría recaer sobre dos gestores culturales responsables de dos instituciones fundamentales: Manuel Borja-Villel y Joan Matabosch.
Manuel Borja-Villel, el superviviente
“Manuel Borja-Villel no se ha planteado nada parecido a la decisión por Álex Rigola”, comentan desde el gabinete de comunicación del Museo Reina Sofía. El director de la institución, y catalán de adopción, siempre ha abogado por la independencia entre la Cultura de las decisiones políticas. El gestor creció y se formó en los altos cargos en Barcelona, primero con la dirección de la Fundación Antoni Tàpies (donde estuvo nueve años, desde 1996) y, luego, del MACBA durante diez años.
Ahora, Borja-Villel (Burriana, Valencia, 1957) va a cumplir ocho años al frente del Reina Sofía y ha logrado cruzar de un gobierno del PSOE a uno del PP, con una línea editorial contraria a los presupuestos liberales del gobierno de Mariano Rajoy. En una entrevista con el ARA aseguraba que “un gestor cultural debe ser incómodo con los poderes”. A pesar de ello, desde el Reina Sofía explican a este periódico que no abandonará la dirección.
De hecho, ha logrado hacer una entidad estable ante los diferentes gobiernos y sus políticas sociales. Ha creado una institución con visión internacional, con opiniones antagonistas entre ellas y con una fuerte inclinación a la producción de una contraimagen oficial de la sociedad. El académico Francisco Calvo Serraller le ha definido “encuadrable ideológicamente dentro de la corriente de ese complejo haz neomarxista de la izquierda alternativa, que no rehúye hacer la revolución dentro de las instituciones para darles la vuelta”.
Hace un par de años se publicó el libro Conversación con Manuel Borja-Villel, en el que el diputado Marcelo Expósito, diputado de En comú podem y secretario tercero de la mesa del Congreso, además de miembro activo de la plataforma Barcelona en Comú y antiguo colaborador del MACBA, realiza una semblanza laudatoria del gestor.
Joan Matabosch, el conciliador
Cambió Barcelona por Madrid, el Liceu por Teatro Real. Desde 2013 es la demostración de que el diálogo es posible, la unión entre una ciudad y otra, y entre las dos sociedades. De hecho, durante un tiempo, en transición de una institución a otra, alternó el doble cargo y se convirtió en el director artístico más poderoso de la historia de la ópera española. “Joan no se ha planteado nada parecido a la decisión tomada por Álex Rigola, porque cree que la culpa está en los dos lados”, explica el departamento de prensa del Real.
Para Joan Matabosch (Barcelona, 1961), que domina el inglés, el italiano, el francés y un poco de alemán, “el catalán es parte del patrimonio de la cultura española”. “El catalán es tu cultura como español que eres. El catalán es una maravillosa lengua española, y lo que se tendría que hacer es dejarlo bien claro. El hecho de que muchos no se dén cuenta de ello es lo que está contribuyendo a que pase lo que está pasando”, explicaba en esta entrevista.
El director barcelonés llegó al cargo tras las declaraciones de Gerard Mortier, en las que manifestó su decisión de dejar el Teatro Real si se elegía a un candidato que no fuese de su propuesta. Durante su mandato en la institución catalana (desde 1997) impulsó coproducciones con grandes teatros internacionales y fundó Opera Europa. Desde su llegada declaró la necesidad de “rescatar la ópera del monopolio de una clase social y del monopolio de los expertos”. Fiel defensor de la ópera para todos los públicos, cree en la defensa de la ópera como un arte complejo. Más allá del entretenimiento.
En una entrevista realizada con el ABC se preguntaba qué se ha hecho por ambas partes para que se haya llegado a esta situación. “A lo mejor si se examinan algunas decisiones políticas, electorales y sociales con ganas de construir y de trazar puentes, se pueden reconocer errores graves y sacar conclusiones que puedan contribuir a enderezar la situación por una vía más constructiva”, aseguraba al diario.
Se reconoce como una persona “con una capacidad muy limitada para emocionarme ante las banderas”. “A nivel profesional, este tema es irrelevante. A no ser que yo mismo simbolice, como otros catalanes que han gestionado equipamientos en Madrid, que el entendimiento es mucho más fácil de lo que algunos quieren hacernos creer”.