Decía Joaquín Sabina que Pasión Vega canta como si llevara un viejo dentro, por aquello del duende. Si ella entona Ojos verdes, le brotan bajo el lóbulo de la oreja las flores de Concha Piquer. Si le toma prestada No sé por qué te quiero a Víctor Manuel, hasta Antonio Banderas le pone ojitos en aquella ‘smoking room’ que era el programa de Jesús Quintero. La cantante tiene una dádiva en la garganta, una joya democrática que le presta al que se siente a escuchar: todos los caminos de su voz llevan a un patio gaditano y te decoran la vida de macetas y espuma.
Pasión Vega sabe que ya nadie se quiere como en las coplas, pero viene a subrayar su vigencia limpiándolas de dependencias hasta que no quede más que el esqueleto. Hay un poderío muy antiguo en su canto, hay mujeres ancestrales habitándole el tórax. Ahora presenta 40 Quilates, donde engancha letrillas hermosas de Armando Manzanero y homenajea a Mercedes Sosa en Como la cigarra. “Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal porque me mató tan mal… y seguí cantando”.
Yo tuve una infancia muy feliz, y eso me ha marcado mucho. Rodeada de música, siempre cantando. Esos momentos eran muy buenos, porque daba tiempo a aburrirse, y ahora a los niños no les damos tiempo a nada… nosotros nos aburríamos y por eso nos inventábamos cualquier cosa. Ahora están demasiado teledirigidos. Para mí fueron importantes también los primeros conciertos. Las primeras veces que se pone una en el escenario y ves que el público se emociona, que le gusta. Dices “¡caramba!, esto no me lo esperaba yo”. Ahí descubres que puedes tener algo para dedicarte a esto. Haber sido madre ha sido un antes y un después, un momento importantísimo en mi vida.
Me pregunta usted qué tengo de padre y qué tengo de madre. Yo creo que me parezco más a ella en el temperamento. Mi madre era una mujer muy alegre, muy cantarina… y de mi padre creo que he sacado menos cosas. Pero quizá lo reflexivo. Mi padre esreflexivo, y yo también lo soy, porque aunque tenga mucho carácter, cuando no tengo algo claro, no me decido a la primera. No soy una loca suelta por el mundo. Si fuera una canción, sería Mediterráneo, de Serrat. Es de los temas más bellos que se han podido escribir en español, es una de mis favoritas porque yo me veo en ese marco, en mi Málaga, y ahí logro entender por qué todos al final siempre vamos regresando al lugar donde hemos sido tan felices, y al lugar donde hemos crecido como personas.
Yo siempre defino la copla como una historia de amor o desamor contada en tres minutos y medio. Una vida, una pequeña película. ¿Que por qué nadie se quiere ya como en las coplas? Bueno, algunas coplas también tienen telita. La sociedad va cambiando, va cambiando el concepto de familia y el concepto de amor. Yo para amar soy bastante apasionada, me entrego mucho, me enamoro muy profundamente, pero sí que es verdad que las cosas duran menos. Vamos todos muy deprisa en todo. Hay veces que esta nueva forma de entender el amor es mejor, porque antes se entendía el amor de forma muchísimo más sufrida. Se entendía el amor desde la dependencia de la mujer hacia el hombre, y en eso hemos ganado también.
Que cuánto hay de machismo en el amor coplero, de sumisión, me lanza usted. Pues oiga, yo creo que no hay que tener complejos. La copla está ubicada en un momento concreto y expresa una manera de vivir y de sentir. Hay que comprenderlo, no decir “pues ahora no se van a cantar estas canciones porque los textos son...”. Hay que entenderlas dentro de un contexto y luego darle valor a otras coplas que sí son más atemporales, que las hay: María la Portuguesa, Ojos verdes… aunque llegue un hombre a caballo, pero es una metáfora. La bien pagá es una venganza en toda regla.
Es verdad que María se bebe las calles es una canción de liberación femenina, aunque empiece triste. “María pensó que el amor era un mandamiento de dos, y esperando el primer beso se hace vieja ante el espejo...”. No sé lo que he aprendido del amor, si mucho o poco. Hay una canción en este 40 Quilates que dice “en amores sólo gana quien se juega todo aquello que le da miedo perder”. Nunca escarmientas con las experiencias de los otros, lo tienes que vivir. A veces uno se puede equivocar y aprender, pero ¿y si aciertas? Hay que arriesgar.
“Ella nunca dice que no, es esclava de su señor, ella siempre lo perdona...”. Así sigue María se bebe las calles. El tema de la violencia de género es muy, muy doloroso. No podemos dejar de lado a esas mujeres. Tienen que tener todo tipo de recursos y ayudas a su alrededor para dar el paso de denunciar, de irse, porque el miedo a veces lo tapa todo. “¿Qué habrá más allá si lo hago…? ¿Qué me va a pasar a mí y a mis hijos, que también son víctimas…?”. Hay que ponerlo lo más fácil posible, y que todo el peso de la ley caiga sobre los maltratadores. Sin compasión. En el momento el que algo es claro después de que un juez lo considere demostrado -esto es importante decirlo, porque hay situaciones un poco injustas en este sentido-, hay que ir con todo. Y luego que la sociedad también sea capaz de ponerse en la piel de estas mujeres y no darles la espalda. Mucho “yo escuchaba ruidos en esa casa, yo oía gritos...”, pero nadie dice nada. Esto nos incube a todos. Es una lacra social, porque cuántas mujeres han fallecido ya por esto…
¿Cómo criar buenas personas? Quizá harían falta más asignaturas de música, más asignaturas artísticas que ayudan a que el ser humano crezca en muchos otros sentidos. Menos tecnología. Fomentar más los valores de la familia y la amistad. No sé en qué podemos estar fallando, pero se siguen reproduciendo en nuestra juventud los mismos clichés, pero ahora a través del móvil, a través del acoso… Tenemos que pasar tiempo con nuestros hijos, todo el posible, no dejar la educación de la mano sólo del colegio y de tantas y tantas actividades que los niños hacen a diario. Parecen robots. Saben chino, inglés, danza. Llegan a casa destrozados. Y ¿qué hay de merendar tranquilos en casa y de jugar a las construcciones? Hay que compatibilizarlo todo corriendo muchísimo. También está el problema de que intentamos trasladar a nuestros hijos todas aquellas cosas que a nosotros nos hubiera gustado hacer y no hemos hecho, lo que nos hubiera gustado ser, conseguir… y queremos máquinas, no sé. Yo lo veo mucho a mi alrededor. Queremos hijos perfectos. Y yo quiero que mi hija sea muy feliz.
El sexo tiene un porcentaje alto de importancia en el amor, ya que usted me lo pregunta. Más cuando lo entiendes como una entrega de algo más que tu cuerpo. Estás entregando tu intimidad, tu silencio, tu todo. Los momentos íntimos tienen que servir para fortalecer la relación, para coger mucha más confianza. Para mí es importante, el sexo, pero ¡no es lo más importante!, que hoy en día está demasiado sobrevalorado.
Es verdad que dije que he cumplido los cuarenta sin retocarme, ya que usted lo menciona. Este título, 40 Quilates, subliminalmente es una reivindicación de que las mujeres tenemos que quitarnos muchísimo peso que llevamos a las espaldas, eso de “una vez que cumples los 40, estás fuera del mercado”. Esa frase típica que nos han metido en la cabeza. Y al contrario: ahí tomas el auténtico valor y sale tu autenticidad, coges la medida de tu persona, te empiezas a querer y a respetar mucho más, a reírte de ti misma… no sé, es mucho más sana la relación que tiene una mujer consigo misma a los 40 que la que yo misma tenía cuando tenía 20, que siempre era “ay, las caderas”, y a veces te cuesta mucho aceptar tu físico, incluso tu manera de ser. Luchas un poco. Es normal, porque estás madurando. Somos mejores que a los 20, porque hemos entendido cosas. Cuando entiendes que eres así, y que no vas a cambiar nada… empiezas a sentirte mucho mejor. Hay que reivindicarlo, y remarcarlo. No hay que hacer de la juventud un valor, sino un hecho. El valor consiste en pelear, en esforzarte y en la tenacidad.
Entre mis referentes tengo muy presente la música de cantautor, como Serrat, la música latinoamericana me gusta mucho. En este disco he versionado una canción que popularizó Mercedes Sosa, Armando Manzanero me ha escrito una canción, y ese coqueteo con todos esos ritmos como el bolero, el chachachá, o la balada jazz, o el blues. Son influencias importantes en mi música y están presentes en este disco. Mire que Mercedes Sosa era una figura incontestable, una mujer de enorme personalidad. Hoy en día no hay artistas con tanta generosidad y con tanta profundidad. Con su canto cambió muchísimas cosas, transformó la sociedad y siendo mujer tiene muchísimo más valor.
La canción protesta no ha muerto. Ahí está El Kanka, o Rozalén… tienen una manera muy fresca de seguir haciendo esto que se hacía en la época de la Transición y era mucho más duro. Ahora es gente joven que tiene una manera de decir las cosas muy cercana a lo que está pasando. La sociedad ha cambiado y el lenguaje también, y los problemas, algunos siguen siendo los mismos y otros han cambiado. ¡Pedro Guerra! Ismael Serrano… yo creo que tenemos cantautores para rato. A mí me preocupa mucho el tema de los refugiados. Es algo que nos tiene que mover el corazón. Yo en esta última gira que he hecho con Noa, empezábamos el concierto con una canción que se llama Mare Nostro, que es un canto a las cosas negativas que están pasando a lo largo de nuestro mar Mediterráneo. Y es una canción comprometida y dura a la hora de comenzar un concierto, pero es que hay mucha gente que está muriendo, mucha gente que está sufriendo, y son nuestros hermanos. No estamos haciendo ni todo lo que podemos, ni todo que debemos. Tenemos que seguir cantándoles.
Mire, yo creo en Dios. Sí. Me recuerda usted que empecé en la música con un disco benéfico de villancicos, en un grupo de jóvenes cristianos. Pues en aquella época yo vivía la fe más en grupo, estaba en mi coro, fui catequista… ¡lo hacía todo!, llevaba un coro de niños pequeñitos, tocaba la guitarra… me lo pasaba muy bien. Pero después descubrí que mi manera de creer en Dios era algo más personal, más íntimo. ¿Y en la Iglesia…? En la Iglesia me cuesta más, pero tengo que reconocer que hay mucha gente dentro de la Iglesia que conozco y son admirables. Gente que de verdad encarnan su fe en los demás. Pero no creo en la Iglesia cerrada ni en la Iglesia enriquecida, ni en la Iglesia que prohíbe. Creo en la gente que está a pie de calle.
¿Taurina o antitaurina? Guau, qué pregunta complicada. Yo he ido a los toros y cuando he ido me ha parecido que era una fiesta maravillosa, a mí me gusta, y respeto ese lenguaje y ese mundo, esa forma de vivir del torero. Pero yo quitaría el final, la muerte del toro. Lo dejaría como un arte plástico. De hecho, hace ya tiempo que no voy, no me gusta el final... La sociedad está cambiando y vamos tendiendo todos hacia el respeto a los animales, el respeto a la naturaleza… es duro ver la muerte de un animal delante de ti. Yo creo que se podría hacer como en Portugal. Allí no se mata a los toros. Se hace la escenificación de matar al toro, pero no se le mata, al menos delante del público. Después para carne y para todo eso, al ganado me imagino que lo sacrificarán de alguna manera para luego comercializarlo en el mercado.
Claro que uno de mis discos se llama Banderas de nadie. ¿Que cuál es mi bandera? La ropa tendida, como dice la canción, al sol de la tarde… banderas de nadie. Bandera blanca, como dicen ahora. Sí siento que tengo una patria, ¿eh?, me siento muy de mi tierra y peleo por mi tierra y nuestro país, pero es verdad que la bandera como símbolo… si es bien utilizada, me parece bien, pero si es para ofender al otro, no. Es que hay que encontrar el equilibrio. Si es muestra de orgullo hacia tu país, me parece bien, si es para dañar a otras personas, no me parece bien. La bandera de España… ¿Tanta profundidad, tanto significado tiene una tela? Antes hablábamos de la fe. Pues yo creo que el sentimiento patrio español hay que llevarlo con uno y siempre, a veces no somos patriotas cuando nos avergonzamos de nosotros mismos. Cuántas veces no escuchamos lo de “somos un país de catetos”… siempre nos echamos tierra encima. Tenemos que estar más orgullosos de nuestro país, de nuestra cultura, ¡no conocemos nuestra Historia! No eres más patriota porque saques la bandera de España, sino por algo más profundo.
¿Una banda sonora para la situación de Cataluña? No se me ocurre ninguna… a lo mejor hay que escribirle una canción, sí. A lo mejor hay que escribirla. Esto es un terreno nuevo, algo que nunca nadie ha pisado antes. Para la libertad, de Joan Manuel Serrat. Para la libertad canto, lucho, pervivo. No dice ni “me violento”, ni “me peleo”. No echa al pueblo a pelear, porque eso sí que es irreparable. Eso es volver atrás, a la casilla de salida. Tenemos que ser conscientes de que a veces somos un poco manejados en ese sentido… hay que intentarlo, pero no sé si todo el mundo está dispuesto a ello.