Los 21 artistas más influyentes de 2017
Son una guía en días de ceguera y desorientación. Nuestros elegidos han tenido en cuenta la necesidad de preguntas y respuestas del ciudadano.
22 diciembre, 2017 02:06La cosecha creativa española de 2017 ha sido magnífica. Hay suficiente ejemplos a los que asirnos para hacer de la cultura un acompañamiento vital, una guía en días de ceguera y desorientación. Nuestros elegidos han tenido en cuenta la necesidad de preguntas y respuestas del que escucha, mira o lee.
Belén Gopegui
Tras una década de literatura combativa, las novelas como artefacto de resistencia han vuelto al banquillo, gracias al discurso buenista de una supuesta recuperación económica propagada desde el Gobierno. Sin embargo, Belén Gopegui (Madrid, 1963) no relaja el relato. Con Quédate este día y esta noche conmigo (Literatura Random House) propone un acto de resistencia contra la realidad que adormece y que domina. La escritora invita al lector a soñar con la literatura como fuente de cambios, capaz de reventar los mecanismos de control. Que nos controlan. Por poco que actúe la literatura, algo será.
Gopegui no entrega las armas, no está dispuesta a renunciar al pequeño poder de la literatura. Porque siempre puede ocurrir: que golpee y que su repercusión multiplique su fuerza. Con este libro desvela la importancia de la identidad en la intimidad. Hay cosas que crecen en la oscuridad. Nosotros. Cuantos menos secretos conozca Google de nosotros, más fuertes.
Edurne Portela
Ha marcado el relato de ETA desde el ensayo y la ficción, sin caer en la complacencia, en la equidistancia, ni en el maniqueísmo de los personajes. Ha hecho un retrato poco cómplice con la radicalización. Edurne Portela (Santurce, 1974) se ha atrevido a romper el silencio con Mejor la ausencia (Galaxia Gutenberg), una novela sobre una familia en la margen del Nervión, en los años ochenta, un entorno muy oscuro a partir del que trata de responder a lo que significa vivir en un contexto violento, asfixiados por el para y la heroína. La primera persona de la narradora crece sin descanso y sin interrupciones. Simplemente, la leemos crecer. Lo ha hecho matizando los polos, desdibujando las seguridades y los prejuicios. Si Patria fuera Velázquez, Mejor la ausencia sería Goya.
María Sánchez
La tierra y la sangre, el trabajo y la devoción. Las manos y los estómagos. El pueblo y el campo. La voz y la solidaridad. El esfuerzo y el cuerpo. La soledad y la crueldad. El sacrificio y la valentía. La escritura, las manchas y la ternura. En Cuaderno de campo (La bella Varsovia) todo eso. Y el hogar y la resistencia. Hogar del que se pregunta, del que se escribe para encontrarse las contradicciones y reconocerlas.
María Sánchez (Córdoba, 1989) reivindica la labor del agricultor, del consumo responsable, de la soberanía, de la comunidad y la independencia. Su poesía ha llamado la atención sobre la simbiosis entre medio, persona y animal, una cultura en olvido. Una sabiduría en peligro, que, no olvidemos, la abandera una mujer en un mundo de hombres. Contra el silencio, contra el sometimiento. Cuaderno de campo recupera un mundo perdido para recordar las raíces de este país y por qué las ha olvidado.
Marina Garcés
La filosofía desencadena pasiones inapropiadas porque hace que nos relacionemos con lo que somos y con lo que hacemos. Y sucede con preguntas inesperadas y consecuencias imprevistas. Esta es la definición de su tarea, la de Marina Garcés (Barcelona, 1973), que entiende la filosofía como una práctica de guerrilla que actúa en un frente de lucha móvil. “La filosofía no tiene un territorio acotado, sino que pensando crea su propia cartografía. La que nace de dibujar caminos de lo impensado”, escribe. La filosofía como arma de liberación en políticas de aniquilación del pensamiento. Mientras el Gobierno de Mariano Rajoy vacía las aulas de filosofía, Garcés levanta una barricada contra el abandono si no queremos quedar cautivos y desarmados. Su libro Nueva ilustración radical (Anagrama) anima a no dormirse en los laureles culturales, para frenar la intolerancia.
Santiago Auserón
Con la mínima expresión musical y la máxima intimidad ha creado El viaje (La huella sonora), un disco al margen de la urgencia de la actualidad. Es un tránsito , una búsqueda, un periplo, un antídoto contra el ruido y las consignas radicales. Su viaje es un trayecto al humanismo, al respeto por el otro, al interés por el extraño. Al respeto de la palabra. Santiago Auserón (Zaragoza, 1954) no tiene miedo a probar, a ensayar, a dudar, a errar, a viajar. Es esto. No todo es emprender, ese espejismo empañado por el triunfo. El viaje de Auserón es capaz de romper con la autoridad lingüística, que asume la opacidad del idioma, que acaba con la cultura al servicio de quienes se empeñan en hacer del lenguaje algo puro e intocable. Porque con él la palabra viaja de acá para allá y acumula una altura lingüística, poética y musical inédita en la literatura musical española.
Gata Cattana
En marzo murió la rapera y poeta Ana Isabel García (Córdoba, 1991). Era Gata Cattana. Rapeaba como una fiera y leía poemas de Pedro Salinas. Creía que el rap, si no servía para cambiar el mundo, sí podía impulsar el cambio en una parte de él. “Debajito de la carne, los puñales”, escribió. Tenía verbo, gracia, fuerza. Golpeaba sin perder la sensibilidad ni el sentido trágico de la vida. Decía, orgullosa, que era “feminista militante”. “Nosotras derribamos el egotrip masculino, aunque no se puede generalizar, porque también hay hombres colaborativos”, explicó a EL ESPAÑOL, en un reportaje sobre el machismo en el rap. “El machismo, en realidad, lo ves en cualquier lado. Agüita con lo machista que es el pop y sus letras de amor romántico”. En octubre se publicó su disco póstumo Banzai.
Eduardo Mendoza
Por si nos habíamos olvidado de la ironía, Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943). Fue en chaqué a recoger su Premio Cervantes y a dar las razones que le habían llevado hasta ese altar, en Alcalá de Henares. Y dijo sentirse muy molesto porque el Quijote ha pasado a mejor vida en los planes de estudio, y se quejó de que la educación humanística haya muerto a manos del conocimiento científico y reivindicó el humor en la literatura porque, aunque tiene menos intriga, acompaña más. Prometió no creerse el protagonista de un relato más bonito que la realidad, prometió evitar el enemigo número uno del creador: “La vanidad es una forma de llegar a necio dando un rodeo”. Lección.
Los Javis
Son la cara amable de la realidad, la demostración de que otro mundo es posible. Uno lejos de la intransigencia y la intolerancia, uno que respeta la diversidad y la libertad individual. Han hecho una película (La llamada) que, en realidad, es un musical, un chute de buen rollo, una declaración de amor. Un mundo irreal, pero necesario. El único habitable, el de la utopía. Javier Ambrossi (Madrid, 1984) y Javier Calvo (Madrid, 1991) también han tocado Operación Triunfo y se nota su mano. Son hacedores de un cine sin conflicto, un Pedro Almodóvar sin drama -de momento- y con el mejor de sus oídos manchemos. Son funambulistas de la naturalidad redonda, abanderados de la mujer en plenitud. Déjenles paso, están dopados -dotados- de ternura y verdad. No se les ve el límite, Netflix lo avala con Paquita Salas a lo grande. Abran paso.
Rozalén
Por tratar como cantautora temas personales y políticos como las fosas, los ataques a vascos disidentes (a los que se trató y torturó como a etarras aunque no lo fueran, en los primeros años de ETA) y el feminismo por todo lo grande. Su disco Cuando el río suena… ahonda en sus raíces cargado de dignidad y documentación. Con el verbo a flor de piel. Folclórico hasta la víscera, espinoso y con la conciencia a rebosar. Contra el colchón de la comodidad y las garantías del pensamiento único. Contra el extremocentrismo, Rozalén (Albacete, 1986). La canción habla y no se puede mirar para otro lado.
Kase O
Es el antídoto contra “nuestros políticos cabrones”. Por demostrar que el rap español es capaz de superar el cipotudismo y el egotrip para centrarse en el humanismo y las injusticias sociales. Por ser el gurú mortal de los jóvenes y no quedarse en el dinero, los oros, las putas y todas esas muletillas de gallitos. Porque cada concierto de Kase O (Javier Ibarra; Zaragoza, 1980) es terapia expectorante. Por ser el primer rapero español que llena el Palacio de los Deportes. Es capaz de mezclar la sabiduría y la fuerza del reverendo que le habla a sus polluelos. Puede ser pequeño y tierno, y embestir con verbo y testosterona. “Acaba rompiendo como un chamán deshecho en encantos”, como escribe Lorena G. Maldonado.
Mateo Maté
El rey de la paradoja ha vuelto a jugar con el contraste, a distorsionar el contexto y le cambió el sexo a la Venus de Milo. Esta vez el objetivo era el canon de belleza. Como siempre, urdido con la trampa del humor (y la moral), que atrae al espectador para derrotarle cuando entiende lo que está pasando ahí (en la exposición de la sala Alcalá 31, de la CAM). Mateo Maté (Madrid, 1964) descubre en cada trabajo que la verdad no es lo que se muestra, sino lo que se esconde. Sorpresa, iluminación, conocimiento y reflexión lúdica sobre la visión atrofiada de la belleza. Todas esas grandes esculturas distorsionadas para dar paso a lo nunca visto: embarazadas, niños obesos, hermafroditas, viejos, celulitis, muertos… Tras ser expulsada del arte, la cruda realidad altera las esculturas clásicas para inaugurar la primera exposición populista.
Borja Cobeaga y Diego San José
Se han reído de ETA y de España. Con Fe de Etarras han hecho diana. También ha ayudado la agresiva campaña de publicidad de Netflix, que les colocó en el centro del debate cultural y político. No gustó ni al ministro del Interior, ni a la Guardia Civil y los tribunales dijeron que menos piel fina y más humor. Borja Cobeaga (San Sebastián, 1977) y Diego San José (Irún, 1978) ya lo habían hecho en Vaya semanita (ETB2), pero esto hizo daño. Porque no han esperado a que se pueda bromear, a que les den permiso. Muchos piensan que van demasiado rápido, que hay que dejar pasar más tiempo, que primero los perdones y los daños. Y que, luego, ya si eso, el humor. Va a ser que no, que los felpudos del silencio se levantan para descubrir y denunciar la violencia cotidiana y la victoria del miedo.
Carla Simón
Es la favorita para acabar con el heteropatriarcado de los Goya. Así definió Javier Zurro a la directora que podría convertirse en la primera mujer en ganar el premio a la mejor película con una ópera prima: Estiu 1993. También sería la mujer más joven en conseguirlo y sólo le superaría Alejandro Amenábar, que logró el Goya a la Mejor película por Tesis a los 24 años. Simón lo haría con 31, por delante de Achero Mañas que lo logró con 35 con El Bola y Raúl Arévalo, que triunfó el curso pasado con Tarde para la ira con 37 años. Ha rodado la mejor película del año, sin miedo a tratar una autobiografía que dibuja la vida de una niña que ha perdido a sus padres a causa del SIDA.
Manuel Bartual
De Twitter a Planeta. Manuel Bartual creó en verano un fenómeno underground de dimensiones mainstream. Logró desatar en los móviles de cientos de miles de usuarios de la red social un relato de ficción que muchos dieron por real. La historia creció tanto que ha abierto el apetito de la editorial, que ha contratado sus servicios para publicar una novela sin tenerla terminada. La clave fue la ruptura del formato tradicional de las ficciones: Bartual confirmó que una novela que no parezca una novela es mucho más eficiente que una novela. También que España es un país con muy pocos lectores. En unos meses sabremos si en su salto ha sido capaz de hacer que la verosimilitud del móvil no fallezca en un libro.
Rosa Montero
Ha representado la batalla contra el “sexo fuerte” de la RAE. La novelista y periodista se quedó a las puertas de la Academia por las triquiñuelas de sus detractores, entre ellos una mujer. Podría haber sido la mujer 9, casi perfecta, de las que componen la cúpula. Seis de ellas accedieron en los últimos siete años. En el mismo plazo han entrado 10 hombres, a pesar de que la dirección de la RAE trate de insistir en lo contrario. El Premio Nacional de las Letras a Rosa Montero (Madrid, 1951) fue tortazo contra quienes han hecho todo lo posible para cerrar su paso a las alturas de la lengua.
Esther Ferrer
Anárquica, ingobernable y feminista. Ojalá el futuro de España sea como el presente de Esther Ferrer (San Sebastián, 1937). La viaje a seis décadas de trabajo independiente que ha preparado el Museo Reina Sofía confirma la presencia de una mujer de referencia. Una mujer sin miedo a ser artista y no morir en el intento. Una mujer contra los grandes estamentos, resistente, soberana, libre. Una artista sin condiciones, sin conciliar con las instituciones ni con el mercado. Es una figura ejemplar, aunque haya sido tan invisibilizada como el resto de mujeres artistas españolas. Esther Ferrer es un lugar llamado “dignidad”. Todo lo que hace, todo lo que ha hecho, responde a lo que es su vida, a su buen y mal humor.
Javier Gutiérrez
Lo pequeño que es y lo mucho que ocupa. Es el actor que está en todas partes. El actor que con El autor, Estoy vivo y Vergüenza se ha colocado a la cabeza del legado interpretativo inaugurado por los Cassen y José Luis López Vázquez. Javier Gutiérrez (Asturias, 1971) ha hecho los deberes: aprendió a hacer de todo con Animalario (no se pierdan Alejandro y Ana, lo que España no pudo ver del banquete de la boda de la hija del presidente, en Youtube) y siguió con la televisión y el cine. Y de entonces mantiene su compromiso con el oficio, sin olvidar qué ha hecho hasta tocar el éxito.
Abraham Gragera
Ha vuelto para limpiar de ‘followers’ la poesía. El poemario O Futuro (Pre-Textos) es una obra honesta y sin pompa, en la que repara en la intimidad de un alma con el futuro comprometido. Abraham Gragera (Madrid, 1973) ha reivindicado un lenguaje sin complejos, lejos de las retóricas que disfrazan a la poesía de caramelos relamidos: “Reprimir la inquietud por el destino/ aferrado al vigor de un pasaporte/ es un gran logro de la democracia”. En tan sólo tres libros ha construido una obra humanista preocupada en los avatares de la condición humana, en tiempos del desgaste del lenguaje y de la tiranía de los eslóganes.
Arkano
Es Guillermo Rodríguez Godínez (Alicante, 1994). De Arkano emerge una fuente de palabras afiladas e imágenes poéticas, un mensaje osado y resistente para una sociedad llena de fisuras. No viste de rapero, no se las da: va a reventar el género desde dentro, va a ensanchar sus costuras. El anti rapero ha sido víctima de todo tipo de insultos: "Arkano es un gordito gay que lo malcría la mama, ¡pedazo de puto!", "Gordo homosexual", y hasta un "Qué basura, ganó un gay”. Pero él gana reyertas verbales sin mancharse la lengua de machismos, homofobias o descalificaciones. En Bioluminiscencia ha demostrado que el rap tiene un potencial e cambio social enorme, una disciplina capaz de conectar con las personas sin caer en la autodestrucción.
Enrique Lavigne
Ha sido, sin duda, el productor del año. En su haber tiene ser el productor más nominado a los Goya. Capaz de jugar en las ligas de las grandes cadenas con megaproducciones como Oro, pero también de olfatear joyas por las que nadie apuesta, como Selfie. Ese olfato le llevó una noche al Teatro Lara, donde sintió La llamada de Ambrossi y Calvo y convirtió una obra de teatro, que comenzó en la lista alternativa, en uno de los fenómenos cinematográficos del año. Los Javis han saltado al estrellato de su mano y juntos han conseguido que Paquita Salas entre en Netflix. Prepara lo nuevo de Carlos Vermut.
Josele
Transilvania arranca con un canto a la libertad y al precio que hay que pagar por alcanzarla. El disco es un homenaje a la satisfacción de apostar por lo que uno necesita, más que por la conveniencia. Es un disco cabreado con dulzura, lleno de canciones como islas que esconden una historia y un estilo propio: “No quedan más cojones que hablar de la realidad, que se cuela por nuestras ventanas”. Josele Santiago (Madrid, 1965) está contento y nosotros también, es un disco de letras bestiales.