Interviú nació en 1976, cuando España peleaba por desconcharse de moral católica, cuando una rodilla femenina aún era un trampolín al averno. Qué hombros nuevos entonces, qué espaldas, qué vida entera por estrenar. Franco había devastado cualquier resquicio de libertad, pero, como decía Alexandra López (comisaria de la exposición Cuando la memoria fue silencio), las ciudadanas sufrieron doble ración de tortura: “Las penas no eran iguales: a ellas se las castigaba, uno, por ser rojas, dos, por ser mujeres”. El dictador criminalizó la feminidad para anularla, quebró la expresión genuina de la hembra, enterró la belleza de la mujer y le ató fuerte la lengua para que no le brotase ningún pensamiento rebelde. El Régimen lo contaminó todo: el cuerpo y la mente.
En la Transición, Interviú mediante, empezó a recobrarse el discurso anatómico. El de la mujer que entiende que el cuerpo es templo y manera de habitar el mundo. El de la liberación y la mirada alta. Contaba la actriz Victoria Vera a este periódico que en la Transición “estaba presente el Eros”: “Yo reniego del destape. Es franquista y denigra a la mujer. Es burdo, vulgar, feísimo, y tenía implícito un trato a la mujer bastante feo. Pero en la Transición se gestó algo más elegante que no ofendía al público, al contrario: lo aceptaba como una cosa bonita”. Y bajo esa mirada, Vera posó en varias ocasiones para esta revista que ahora cierra. “A ser mujer se empieza por la dignidad”, lanza Vera. Desaparece Interviú, y clausura también todo lo que tiene de símbolo.
Hay un rosario interminable de mujeres-torrente que han desafiado al mundo desde sus páginas: muchas, con piel y con verbo. La China Patino, componente del grupo Cycle, explica que para ella el valor fundamental de Interviú era la mezcla de investigación y belleza femenina: “Su periodismo de investigación era el elemento diferenciador. Se han descubierto muchas tramas de corrupción a través de esta revista. No me parece tan importante el rollo de que salgamos mujeres desnudas o medio desnudas en portada como eso combinado con el contenido de dentro. Interviú era ideología y sexo, que para mí van de la mano”, reflexiona. “Si no hubiese sido por todo ese trabajo periodístico, se habría quedado vacío. Hay otras revistas de desnudo, de moda… pero aquí no había sólo tetas, eso era lo interesante”.
No me parece tan importante el rollo de que salgamos mujeres desnudas o medio desnudas en portada como eso combinado con el contenido de dentro. Interviú era ideología y sexo, que para mí van de la mano
La China, mujer terremoto, se desnudó dos veces para Interviú. Una en 2009, otra en 2017. Reconoce que en la primera ocasión sintió “un poco de pudor”, pero que en la segunda volcó toda su intención. “Lo hice con una amiga fotógrafa. Las imágenes eran muy bonitas e incluí textos, poemas míos en cada una de ellas. En la entrevista elaboré el discurso de que el cuerpo de la mujer es sagrado, de que no hay que reprimirlo, sino empoderarse. La Iglesia fue la primera que nos dijo ‘mujer, tú eres de segunda clase, mujer, tapa tu cuerpo que es pecado’. Y eso ha quedado ahí, en nuestra genética”, cuenta.
Del 'Free the Nipple' al regreso a la censura
Subraya que no hay que olvidar “el país en el que vivimos” y esta conjugación venenosa de “represión, Iglesia y machismo puro y duro”. Suspira al teléfono y cita al dramaturgo y cineasta David Mamet: “Él decía que la profesión del actor es una profesión de putas. No queda lejos el trabajo sexual de la interpretación, siempre que sea elegido. A través del discurso del empoderamiento he investigado mucho este tema; además tengo amigas que son trabajadoras sexuales. Antes la prostitución era una profesión como otra cualquiera”.
Le escandaliza hasta qué punto ha cambiado la mirada social ante el desnudo femenino. “Después la Iglesia con que si somos el pecado, el objeto de deseo… luego el “Free the Nipple”. Y ahora, en 2018, no se pueden enseñar pezones en Instagram. Es muy fuerte. Yo pienso: ¿que no se puede? Pues nada, ¡todas en pelotas!”. Y tiene razón: ahora la libertad de expresión -artística, corporal- la marcan las empresas. Con todos los debates que eso plantea.
Ante la pregunta de cómo pelear la nueva censura, la cantante responde con calma y sapiencia. “Yo no quiero pelear. No hace falta: las mujeres tenemos el poder. Hay una diferencia entre poder y fuerza, ¿sabes? A nosotras no nos hace falta hacer las cosas desde el conflicto, desde la pelea, desde la fuerza. Cada mujer tiene que saber qué poder tiene y utilizarlo. No somos solamente un chichi, un culo y unas tetas, pero eso no significa que nuestro chichi, culo y tetas sean algo malo, al revés, son algo bellísimo. ¡Somos la vida!”, sonríe.
“Es curioso: somos mayoría en el mundo y nos siguen tratando como si fuésemos de segunda clase. Es muy raro el mundo… pero esto también parte de nosotras. Tenemos que salir del victimismo, salir del gueto, dejar de escondernos o de quejarnos y ser conscientes del poder que tenemos, pero no para la guerra: para la evolución, para lo bueno”.
Julia de Castro -artista total, letrista, compositora y vocalista de la banda De la Puríssima y hasta esta semana Amelia en Esto no es la casa de Bernarda Alba, en Teatros del Canal- sostiene que Interviú es “un reclamo a la feminidad rotunda”: “Siempre lo he entendido así, aunque no siempre me hayan gustado todas sus portadas. Mi experiencia con la publicación es muy positiva. Alberto Gayo me ha tratado siempre con mucho respeto como artista y aceptó mi condición de rodearme del equipo que yo quería: la fotógrafa Diana Kunst y mi asesor artístico, Jonathan Sánchez”.
La artista subraya que Interviú “nos enseñó a mirarnos”: “Es más, a mí me parece anecdótica la mirada masculina sobre la revista. Me interesa la mirada femenina, la que nos dirigimos a nosotras mismas. Esa forma de entender el cuerpo femenino sin tapujos, sin pudor, con mucho orgullo, con empoderamiento y belleza”, cuenta. “Me interesa la mirada de mi madre sobre Interviú. Cómo miraba ella a la mujer antes y después de esta revista. Pasó algo parecido con Playboy”.
Una nueva vía de escape: el teatro
Explica que acaba de leer Pornotopía (Anagrama), un ensayo de Paul B. Preciado que viene al caso. “Es muy interesante. Para mí sus estudios son siempre una referencia, ha ayudado mucho a entender qué significa la sexualidad hoy día. En el libro cuenta el giro que logró Hugh Hefner, cómo inventó el concepto de el pisito de soltero arquitectónicamente. Con Interviú pasó algo similar, yo creo que intervino en la creación de otro tipo de masculinidad. Influyó mucho en el hombre español de los setenta”.
La artista recalca que le parece “muy digno” que en Interviú “pagasen las portadas”, aunque echó de menos, como muchos lectores, una vuelta de tuerca de la revista que refrescase su estética y se adaptase a los tiempos. “Me consta que Alberto luchaba por ello, quería apostar por algo más artístico”. La China la secunda: “Yo también lo hablé con él: tal vez cambiar la luz tan blanca, tan cruda… pero yo sí llegué a ver que en algunas portadas esa propuesta florecía”. No terminará de brotar, o no en este formato, bajo este nombre. Es cierto que esta corredera se cierra, pero habrá que encontrar nuevos modos de transgredir desde la identidad femenina y la belleza, fórmulas creativas que renueven el concepto de empoderamiento.
Julia de Castro apuesta, “contra todo pronóstico”, por el teatro: “Es raro, ¿no?, ahora que todo es digital y de consumo rápido, pero mi experiencia en Esto no es la casa de Bernarda Alba me ha hecho entender algunas cosas. Estoy en un ejercicio de lo voluntario, de lo que yo quiero, no de dejarme llevar por lo que me invade, y el viaje artístico que he hecho con esta obra me ha hecho darme cuenta de que no estaba tan empoderada. Lo he vivido así con Carlota Ferrer, la directora, y ha sido precioso el tránsito”, revela. “Me encantaría que el teatro fuese un lugar donde desarrollar esa feminidad”. Tenemos que colgar, que Julia está a punto de coger un avión a Roma. Una beca de la RAER la espera. Trabaja en otro proyecto en el que la mujer es la protagonista, esta vez centrado en la prostitución. Todo empieza. Feliz año y prósperas feminidades nuevas.