El caso de Dylan Farrow -que lleva más de dos décadas acusando a su padre adoptivo, Woody Allen, de abuso sexual- ha vuelto a salir esta semana a la palestra y a incendiar el debate social sobre la cultura de la violación. La joven ha acudido a CBS This Morning, con Gayle King: a colación del movimiento #MeToo, ha recuperado su testimonio y ha insistido en que los actores que trabajan con Allen deben “reconocer su complicidad”.
“Quiero mostrar mi rostro y contar mi historia”, explica Farrow, remitiendo a la escena en la que su padre, presuntamente, la llevó a una buhardilla en la casa de campo de su madre en Connecticut, le pidió que se tumbara sobre él y jugara con un tren de juguete de su hermano.
"Él se sentó detrás de mí, en la entrada, y cuando estaba jugando con el tren abusó sexualmente de mí... Como la niña de siete años que era, hubiera dicho que tocó mis partes privadas y eso fue lo que dije", relató. "Ahora, con 32 años, diría que tocó mis labios vaginales y mi vulva con sus dedos”. El cineasta, que siempre ha negado las acusaciones, ha contestado al programa con una carta: “Nunca abusé sexualmente de mi hija. Se me acusó por primera vez hace más de 25 años y en su momento fui investigado a fondo por la Clínica de Abuso Sexual Infantil del Hospital Yale-New Haven”, escribe.
Una "madre enfadada"
“También por el Centro de Bienestar Infantil del Estado de Nueva York. Ambos estudiaron el caso durante muchos meses y concluyeron de forma independiente que el abuso sexual nunca se había producido. En cambio, descubrieron que era probable que su madre, enfadada, le hubiese enseñado a una niña vulnerable a contar esa historia, en el contexto de una ruptura agitada”.
Y continúa: “El hermano menor de Dylan, Moses, ha confesado que vio a su madre hacer exactamente eso: entrenar sin descanso a Dylan y convencerla de que su padre era un peligroso depredador sexual. Parece que funcionó. Y, por desgracia, estoy seguro de que Dylan realmente cree en lo que dice. Pero a pesar de que la familia Farrow está usando cínicamente la oportunidad que le brinda el movimiento Times’s Up para repetir esta acusación ya desacreditada, no es más cierto hoy de lo que lo era en el pasado. Nunca abusé de mi hija. Todas las investigaciones lo concluyeron así hace un cuarto de siglo”.