Facu Díaz dice, entre risas, que está de un hippie que no se reconoce -de un coach, de un extremocentrismo encantador-. El chaval que le dio varios quebraderos de cabeza a la Justicia patria, ahí donde lo ven, ha adoptado un discurso sin espinas ni mala baba que no renuncia a su "comunismo romántico". Ha entendido que desde ahí cada tiro es más didáctico y más certero.
Para disgusto de su feroces detractores, va por Argumosa con la sonrisa ancha -incluso tierna hacia el mundo-, compadrea con el dueño del bar del barrio, bebe cerveza, presta su mechero y acaricia a los perros: es naturalmente afable y el tocapelotismo lo reviste, ya por hábito, de comedia. Es probable que, si lo conocieran, hasta los miembros de Vox lo aceptarían en su mesa: eso sí, sin reciprocidades. El humorista tiene un puesto fijo en el show No te metas en política -acompañado de Miguel Maldonado-, y da vueltas por el país con Pido disculpas. Hablamos con él de humor, de ideología, de libertad de expresión, de feminismo, de nacionalismos, de la Casa Real... y de qué tal anda la operación a corazón abierto de la izquierda española. Aquí un cirujano comprometido.
¿Cuánto tiene el humor de ideología?
Ay, la virgen, ya empezamos (risas). Depende, porque el humor no es una categoría general, hay muchos tipos de humor. Y creo que hay humor sin ideología ninguna.
¿Quién sería un ejemplo?
El humor mudo, Benny Hill. Cosas con las que te ríes porque sí. El otro día hablábamos con Julián López en el programa y nos acordábamos de cuando murió Chiquito. Él puso un tuit en el que hablaba del concepto de reírse porque sí: había humor, pero contenido ideológico, ninguno. Sin embargo hay quienes preferimos… o no sabemos hacerlo de otra forma.
Reformulo: entonces, ¿cuánto tiene tu humor de ideología?
Muchísimo.
¡Cien!
Sí (ríe). Todo mi humor es ideología, creo yo: me sale primero la rama política y luego la rama humorística. Para mí el humor es una herramienta de hacer política, pero eso no quiere decir que todo el humor tenga que ser así. El humor me sirve para decir cosas que a veces serían una chapa absoluta o que no tendrían ningún interés, pero con la vueltita de la comedia se le puede dar un rollo distinto.
¿Qué tienen que aprender los políticos de los humoristas, en este sentido?
Pues sin ser yo muy proamericano, a mí me gusta mucho el rollo que llevan los políticos de EEUU de prestarse mucho a la comedia y a la parodia, porque creo que siempre se sale beneficiado de participar de la comedia en su justa medida y haciendo algo bien… humaniza y ayuda mucho a entender que detrás de toda esa gente hay personas que saben reírse de sí mismas. Reciben muchísima caña, pero supongo que al final su equipo de comunicación les dice “sale a cuenta”.
¿Quiénes son en España los humoristas de derechas y quiénes son los de izquierdas?
(Ríe) Hostias… Intereconomía tiene un programa de sátira que se llama Gracias por nada y lo presenta José Antonio Fuste, un tío que viene del mundo periodístico serio, y en esa debacle lo han colocado para hacer ese programa… en la comedia es importante saber de dónde vienen los chistes para saber a dónde van, y en su caso la sátira resulta imposible, porque muchas veces ahí parece que estén diciendo sus comentarios sin filtro, los que harían normalmente, pero escudándose en la comedia. Eso es un ejemplo de humor de derechas que se ve muy de lejos. Habrá algunos más sutiles, pero no se me ocurren…
Siempre se relaciona al mítico Arévalo con el humor de derechas.
No sabría decirte. Es un tipo curioso. Yo creo que Arévalo es un señor monárquico al que le gusta el orden, y la ley y España, y poco más, no sabría decirte si él se calificaría a sí mismo como un tipo de derechas. Seguramente sea una buena persona, y te va a decir “sí, Bertín es de derechas y es mi amigo, porque yo puedo ser amigo de todo el mundo”. A mí Arévalo me despierta mucha ternura y me cuesta creer que él mismo se califique como un derechista. Sí que es verdad que durante mucho tiempo su comedia se ha identificado con hacer mofas con la carga del chiste en colectivos oprimidos y desfavorecidos, y eso se ha relacionado siempre con la derecha, que hace un mal uso de la sátira y de la comedia riéndose de la gente, en mi opinión, equivocada.
¿Y la sátira española de izquierdas?
Ningún cómico español se identificaría como una persona de derechas, por tanto es difícil quién está entre los grandes… el mundo de la comedia es bastante progresista, también para diferenciarse de toda esa comedia casposa que se ha vivido aquí, y porque la final esto de que “el humor va contra el poderoso” es una frase que pesa y te obliga muchas veces a situarte más a la izquierda que a la derecha, porque si te tienes que reír de alguien, mejor que te rías de un rey o de un jefe de Estado, que son de derechas.
Me da la sensación de que los humoristas votantes de la derecha siempre dicen que son de centro o no se meten en política.
Claro, esa es una manera histórica de no tener que declararse de derechas porque es una cosa que cuesta más, y ya me parece bien: que cueste es algo bueno, pero luego nos sorprendemos cuando las encuestas dicen una cosa y las elecciones dicen otra.
¿Por qué causas pide disculpas Facu Díaz, pero de verdad?
Yo, en serio, pido disculpas por muchas barbaridades. A veces pienso… hablando del caso de Cassandra, que muchas veces me han invitado a comentar el asunto, yo me fijaba siempre en la selección de tuits suyos, al margen de la causa que la llevó a la Audiencia Nacional, y pienso que intentaron hacer una especie de perfil psicológico suyo a partir de cosas de su cuenta, entre miles de tuits… “pero mira qué persona es, qué monstruo tenemos delante”. Con mi Twitter puedes hacer lo mismo.
Hay un montón de barbaridades ahí que sacadas de contexto me dejarían en muy mal lugar. Tengo como 70.000 tuits… y si sabes buscar y coges los buenos (ríe), pues me puedes dejar por un loco. Y me arrepentiré de muchos de ellos, porque en la comedia se empieza experimentando. He hecho muchos chistes machistas que no haría a día de hoy, por ejemplo. A veces me leo cosas de 2012, que yo tenía 18 años, y ese ambientillo de Twitter y gracietas con todo, soltaba barbaridades y quedaban impunes… y no sentía que estuviese haciendo nada mal. A día de hoy digo: “madre mía”. Me disculpo.
Has tenido diferentes hits con la justicia.
La primera causa que me llevó a declarar fue una denuncia por amenazas graves en 2012, cuando yo tenía 18 años recién cumplidos. Me imputó la Policía. No llegó a los juzgados. Me denunciaron por amenazas Carlos Cuesta (ahora está en OK Diario y antes en El Mundo) y Montse Suárez, que antes era abogada de Manos Limpias, no sé a qué se dedica ahora. Pero me arrepiento, porque me pongo en la piel de la otra persona y entiendo que podía inquietar. Fue una tontería, pero… yo le saqué una foto a la tele de mi casa mientras aparecía Carlos Cuesta, y apuntaba a la pantalla con una pistola de juguete. En aquel momento en Twitter no se previsualizaban las fotos y yo puse un texto que no tenía mucho que ver, que era como “aquí estoy viendo el programa de Carlos Cuesta”, y si abrías me veías a mí como muy serio apuntando con un arma de juguete… era un niñato idiota, y quedó ahí. Después la Audiencia Nacional, por el sketch por humillación a las víctimas del terrorismo, que después con el paso del tiempo también he sido más comprensivo con la posición del juez. Sabía que se iba a archivar, pero abrió las mínimas diligencias para explicarme algunas cosas, y ahí se terminó el asunto.
Y la tercera fue en 2016, me tocó declarar por un tuit de 2013. Ya una denuncia de la Fiscalía, del Estado contra Facu Díaz, con una investigación seguramente prospectiva, lo que es ilegal, pero bueno: descubrieron un tuit mío donde yo decía que quemar iglesias me parecía una barbaridad si no había gente dentro. Fue un comentario que hice un día concreto porque un rayo quemó una iglesia en Galicia en Navidad, imagínate Twitter en lo que se convirtió aquel día… hice un comentario gratuito y deleznable que me llevó a tener que explicarlo otra vez ante una jueza, que dijo “tú eres tonto y ya está, vete a tu casa”.
Ahora no se queda ahí, sí que se penaliza. Strawberry, Valtonyc…
La verdad es que no alcanzo a ver la diferencia entre esos casos y el mío, y por qué yo sí pude explicarme con cierta sensatez y llegar al entendimiento con los jueces. Pero sí veo que a efectos políticos forma parte, primero, de un proceso de demonización de redes sociales (ir contra el anonimato, decir que están pasando ahí cosas gravísimas…).
Suelen pertenecer a un espectro político concreto.
Sí, pero a mí no me gusta decir eso, porque desde la izquierda parece que a veces se pide que se condenen también las barbaridades que dice la derecha. Y yo creo que no habría que perseguir a ninguno. En cualquier caso, también responde a una judicatura que tenemos que todos sabemos de qué pie cojea, una Audiencia Nacional formada por señores que vienen de donde vienen… es un tribunal que viene de donde viene, concretamente la Audiencia Nacional no es el más razonable.
Yo tuve la suerte de que me tocó el juez Bermúdez, que se le tomaba por progresista, a un tipo que metía en preventiva a anarquistas que después salían absueltos, al cabo del tiempo. Se le tenía por progre. Y este tipo me vio llegar y dijo “este chaval no representa ningún peligro”. Pero igual ve llegar a Hasel o a Valtonyc, que además de forma coherente y valiente, llegan a un tribunal y lo desafían… pues poco margen tienen para que un señor de la Audiencia Nacional no les quiera aleccionar. Parece que es como “jovencitos, la justicia os va a caer encima, hay que daros un susto”, pero esos sustos tienen que ver con la cárcel. Eso es lo jodido.
¿Cuándo tendremos en España tan cicatrizado el trauma de ETA que la gente pueda abordarlo en clave cómica? Me refiero siempre a ETA, no a sus víctimas. Mira el caso de Fe de Etarras, la polémica legal que se formó con la promoción de Netflix cuando aún no había salido ni la película… está claro que no lo hemos superado.
Cuando el terrorismo deje de ser un negocio para muchos, y una manera de vivir. En este país el terrorismo desgraciadamente ha durado tanto tiempo que se han generado estructuras, ya no solo judiciales, sino que hay partidas presupuestarias dedicadas a sostener entidades y colectivos de gente que vive por y para poner denuncias por enaltecimiento del terrorismo… de un terrorismo que, afortunadamente, ya no existe. La gente responde muy bien al humor negro cuando tenemos las cosas claras y estamos en un contexto de confianza. El humor negro es muy liberador.
Yo tuve una experiencia… mira, esto no lo he contado nunca y creo que ya puedo hacerlo, ya ha pasado algo de tiempo. El día de los atentados en Barcelona yo tenía show en Cádiz, y tuve que decidir en muy poco tiempo si cancelaba o no la actuación. Hablé con varios cómicos, con gente con más experiencia… lo pasé mal y no sabía qué hacer. Y cuando ya tenía un comunicado preparado para cancelar el show (ten en cuenta que yo al ser de Barcelona estaba muy angustiado, los grupos de amigos intentando localizarnos, mi hermano viviendo a 200 metros de la Rambla… fue jodido), pero a pesar de todo me vi con ganas de salir al escenario.
Le comenté al público lo que había ocurrido e hice una especie de consulta: dije “en este show hay chistes con el terrorismo y necesito saber si hay clima de confianza para que esto salga adelante y nadie se agobie ni se angustie lo más mínimo; en cualquier caso si alguien quiere marcharse, os devolvemos el dinero tranquilamente”. Y dije: “Excepto si falta un minuto para acabar el show, que ahí ya estaría muy feo que salieseis reclamando vuestro dinero”. Y ahí se abrió una primera risa, una primera brecha que me permitió empezar a hablar. Y ese día las bromas con terrorismo fueron las que más risas desataron. Seguramente por nerviosismo, por pensar en mí y en las consecuencias que podía tener bromear sobre eso ese día, yo pedí discreción en redes para evitar que Eduardo Inda sacase un titular en medio de la vorágine, tergiversando todo… y fue genial, las mejores bromas fueron con yihadistas. Fue liberador para todo el mundo dentro de las posibilidades. Todavía no sé si hice bien, pero la gente se lo pasó bien.
¿Eres el último comunista romántico de España?
Yo sé que soy un comunista romántico porque soy un comunista que cree que siendo comunista puede llegar a mucha gente, y eso tiene un punto de romanticismo importante. He decidido no dejar de decirlo, ni dejar de militar en el Partido Comunista (aunque no puedo estar muy activo), pero he optado por mantener ese principio, y si llego a tener una carrera satisfactoria… que eso sirva para demostrar que no somos gente ajena ni al mundo del espectáculo ni al mundo de los medios de comunicación. Somos compatibles. Podemos hacer vida en común con el resto de gente e incluso intentar convencerles de una manera o de otra de que nuestra ideología es positiva para toda la clase trabajadora. Sí, me parece que soy un comunista romántico. No el último, pero lo soy.
¿Has tenido tentación de no decirlo por si te perjudicaba laboralmente?
No, ya es tarde. Ya de perdidos, al río. Ha sido todo muy natural, lo he integrado mucho en mi personaje, y ahí caigo en riesgo de caricaturización de lo que hago… de que yo represente a un comunista loco y acabe siendo un comunista loco, pero por ahora me gusta el equilibrio que estoy manteniendo entre una cosa y la otra. Hay mucha gente de izquierdas en comunicación, que no lo han dicho y que si lo dijeran ahora les traería problemas, pero yo lo entiendo: la gente tiene que comer. Luego te vas al otro lado y está Willy Toledo, que aquí no tiene trabajo, pero en Latinoamérica sí. Es amigo mío y a veces digo “qué locura lo que estás diciendo”, creo que le pierden las formas… pero le quiero mucho, y me jode muchísimo que un actor tan cojonudo tenga estos problemas.
En cuanto a la huelga del 8-M y su debate, ¿feminismo y capitalismo son incompatibles?
Sí. Son totalmente incompatibles, por eso me hizo gracia lo que dijo Arrimadas: como si pudiese existir un feminismo no anticapitalista. No puede ser que tengamos titulares todos los días de “la pobreza tiene nombre de mujer” y nadie sea capaz de relacionarlo con el sistema capitalista. ¿Qué pasa, que somos un Estado socialista y no nos hemos dado cuenta? Un Estado que niega la igualdad de oportunidades desde su propio sistema económico está siendo un Estado machista. Ciudadanos se apunta a todas las cosas que en el CIS puedan resultar positivas pero después dicen “hostia, no, a ver si esta gente van a ser anticapitalistas”. Es como sumarse al Orgullo, que con el paso de los años se va convirtiendo en algo más hegemónico, pero que no te guste el fondo. Es muy rastrero.
Entrevisté a Miguel Brieva y me dijo que el capitalismo, a pesar de sus maldades, había liberado laboralmente a la mujer: es como “necesitamos mano de obra sí o sí y producción la haga quien la haga, así que bienvenidas también las mujeres”.
Mira, en Bolivia, hace unos años, se regularizó el trabajo infantil. Porque Bolivia tenía como 2 millones de niños trabajando en las calles. Y lo que hizo Evo Morales, en un ejercicio más práctico que ideológico, fue darle cobertura legal a eso. Dotarlos de sindicatos, por ejemplo. Se podría dar la situación en la que yo te dijera que el capitalismo ha ayudado a esos niños porque les ha integrado en el mercado laboral, y no es verdad, porque esos niños ya trabajaban, y lo que no tiene en cuenta Brieva es que las mujeres ya trabajaban antes de que se necesitara mano de obra en las industrias, porque las mujeres no han dejado de hacer cosas.
No estaban tocándose el coño, estaban trabajando. Es decir, el capitalismo no ha integrado en el mercado laboral a nadie, el mercado laboral siempre ha existido, y el trabajo es lo que mueve un Estado: sea en su casa o en algún lado, las mujeres y los niños de Bolivia ya trabajaban, así que no me vale en absoluto esa afirmación.
Más allá del Partido Comunista, que, al final, es residual…
(Resopla y ríe). Qué dureza.
No te quiero hacer daño, pero la verdad es que no lo está petando (risas).
No, no está en el número uno de los 40.
Entonces, más allá de eso, ¿quién es la berdadera izquierda, con bé, en este país?
Tampoco creo que exista. Son conceptos más paródicos que otra cosa. El Partido Comunista ahora mismo ejerce como fábrica de ideas, y tiene una utilidad parecida a la de los sindicatos: autorganización y formación entre la clase trabajadora, y precisamente porque no se presenta a las elecciones, me gusta pertenecer a esta organización. Podemos es un espacio electoral que ha recibido puntualmente el apoyo de algunos sectores de la izquierda, pero eso no significa que sea la izquierda. Sí es lo que está a la izquierda del PSOE hoy en el Parlamento. Si algo positivo ha salido de su nacimiento es que hoy hay 70 diputados en el Congreso que tienen un ojo encima de los intereses de los trabajadores y esto no ocurría hace cinco años.
¿Y qué es lo negativo?
Utilizar factores emocionales para hacer política, porque eso se desgasta muy rápido. Ha venido de una manera muy artificial y muy extraña, nada de partido a partido, y el precio que se paga es muy alto: es una organización con poca base sólida y con problemas internos, muchísimas voces muy distintas y con una manera de hacer, de cara hacia fuera, pobre, a efectos comunicativos y políticos. Pero bueno, si sirven para parar ciertas cosas, como la reforma de la estiba, pues bienvenidos sean.
¿En Cataluña hay “presos políticos” o “políticos presos”?
Uy.
Te la estás pensando.
Sí, me la estoy pensando mucho, porque no me lo habían preguntado y ni siquiera yo lo he argumentado. Creo que quien utiliza tanto una como otra manera de decirlo… no tenemos referentes a los que ajustarnos, es decir, no me gustó cuando Alberto Garzón decía que un preso político era Marcos Ana, porque lo era y es un referente, pero utilizar a Marcos Ana para restar importancia a otros casos no me parece oportuno. Sin embargo, tampoco me parece conveniente por ahora poner a los políticos catalanes que están en prisión a la altura de Marcos Ana, un hombre que pasó más de media vida en prisión, pero si esta gente finalmente es condenada por haber cumplido su programa electoral y obedecido a lo que consideran ellos un mandato popular, nos vamos a tener que enfrentar a la posibilidad de que realmente lo sea.
Para mí por ahora es gente que está pendiente de un juicio y que está en prisión preventiva, que ya es algo que me gusta muy poco. Pero como no sé exactamente a lo que nos referimos como “presos políticos”, prefiero no decirlo y no calificarles de ninguna manera porque no sé lo que conlleva en el fondo pero sí prefiero protestar en contra de que estén en prisión, que sí me parece una barbaridad. No tengo que considerar a Junqueras y compañía presos políticos para estar en contra de que estén en la cárcel.
¿El independentismo catalán es una revolución?
No, yo creo que el independentismo catalán ha cometido muchos errores, también porque es un espacio muy amplio y con alianzas muy extrañas y muy artificiales y muy instrumentales para momentos determinados. Decir “el independentismo catalán” es hablar de la misma manera de Artur Mas que de David Fernández, y para mí son dos personas bien distintas. Lo que el independentismo catalán no ha hecho bien es reconocer que ha sido derrotado por el Estado español. Ese es su gran error. Injustamente derrotado, por otra parte, porque ha sido en base a encarcelar a gente y a base de violencia, pero ha sido derrotado. Te has topado con un muro con el que por ahora no se puede romper, y yo esto lo discuto mucho con amigos independentistas.
Evidentemente ninguna república, ningún país nace de manera legal, nadie rompe con otro Estado de manera legal o al menos la Historia no lo demuestra así, y cuando uno proclama una república como han hecho allí se hace para obtener cierto reconocimiento internacional, que no existe. Yo se lo comento a mis amigos independentistas y les digo: igual el independentismo tiene que dar un paso atrás y reflexionar. Están huyendo hacia adelante con la convicción de que están legitimados pero con un rumbo muy incierto y peligroso.
¿El independentista honesto es Junqueras o Puigdemont? ¿Hay que coger el petate y pirarse o hay que exponerse a las consecuencias?
Ninguno de los dos es un modelo para mí. Es que el independentismo ni siquiera se ha juntado en una gran asamblea para hablar de sus cosas, no han reflexionado. No les estoy echando la culpa: convocar unas autonómicas tan rápido y aplicar el 155 es una jugada maestra que evita que ellos tengan tiempo de reacción. Pero yo no animo a nadie a que coja el petate y abandone su causa, lo que pasa es que no se me ocurre ninguna solución.
César Rendueles decía en una entrevista a El Mundo que la izquierda ha eludido la pregunta de por qué tantos millones de personas votan al PP. “Muchas veces se los presenta como a gente ignorante o egoísta. Eso es no entender nada. Los votantes del PP son gente normal y corriente, ni mejor ni peor que nosotros”.
Claro. Sólo faltaría. Sólo faltaría creer que hay siete millones de mierdas de personas que votan al PP porque quieren vernos en el paro… no, claro que no, es injusto pensar eso. Yo creo que los votantes del PP no son mierdas de personas, pero quieren mal a su país. Creen que la manera de defender a su país es prohibiendo referéndums, liberalizando el mercado laboral y digamos aplicando recetas que ya conocemos y sabemos que no funcionan, pero bueno, que envueltas en buenas palabras… parece que nos ayudan. Más allá de la ultraderecha de VOX y compañía, que sí que creo que son todos una panda de impresentables y de sinvergüenzas, yo creo que los votantes del PP son nuestros vecinos.
¿Qué hay de la bandera española? ¿Eres de los que creen que esa tela, con sus colores y su símbolo, no aguanta su propia memoria y que hay que crear una nueva?
Joder (ríe). Yo con este tipo de preguntas… el hecho de ser uruguayo y criado en Cataluña y ahora vivir en Madrid me da la oportunidad de hacer la filigrana.
Sí, vamos, de esquivarme.
Sí. Y a mí en estos casos me gusta hablar desde la perspectiva que me da ser un extranjero bien acogido en este país, y con un sentimiento de pertenencia y arraigo muy guay…
Y sin acento ninguno.
Correcto. Pero también con la perspectiva con la que vengo de allí, donde tenemos una bandera, un himno y un escudo que representa a todo el mundo, que no ofende a nadie y que son símbolos comunes que a nadie le da pudor compartir. Y eso es bonito, eso mola. Tanto la derecha como la izquierda lucen banderas sin ningún problema, en la escuela, el día de la patria se canta el himno y todos tan contentos. Ojo, y que dice “orientales, la patria o la tumba, libertad o con gloria morir”, o sea que es bastante cañero y muy potente, a mí me mola mucho. Uno se encuentra con lo que ocurre aquí y dices: qué putada, y cuánto tiene que ver esto con haber construido un país olvidándose de la otra mitad.
Seguramente el punto que vamos a encontrar en común en el futuro sea una bandera nueva, que no tenga que ver ni con la de la Segunda República ni con la rojigualda, porque esta no se puede sostener mucho tiempo. Que alguien saque la bandera de su país para protestar contra el matrimonio igualitario es una locura. O identificar a los derechistas con la bandera de España… eso no es sostenible. Que alguien quiera la unidad de España no significa que sea una mala persona, ni un fascista, son personas que aman su país y no necesariamente se están riendo de los muertos en la cuneta de la guerra civil. Sólo que han asumido esa bandera como suya y no entiende que otra gente no comparta ese símbolo. Me voy convirtiendo en un hippie con el paso del tiempo. Me escucho y digo: madre mía, qué nivel de equidistancia.
Extremocentrismo.
(Ríe) Correcto. Es que llevo mucho tiempo viviendo por y para el enfrentamiento, yo he hecho un humor muy punki, pero eso hace que cada vez me plantee más lo necesario de todo eso. Está guay, es divertido el enfrentamiento, el reírse de los fachas, no sé qué… pero viviendo en Madrid uno se da cuenta de que son tan habituales las pulseras con la bandera de España que es imposible que toda esa gente sea mala gente. En algún momento, aquí deberá haber un second round: otra Transición.
¡Y no nos hemos recuperado de la primera!
Pero fíjate que en muchos países de Latinoamérica, ahora empieza a hacerse justicia con crímenes antiguos… y están intentando construir una identidad nacional con la que todo el mundo se sienta más a gusto.
¿Qué sentiste cuando viste a la Familia Real cenando sopa?
Me pareció un síntoma de debilidad. Que en comunicación de Zarzuela alguien dijera “hay que grabar a esta gente comiendo”… es un síntoma de desesperación. Se perciben alejados… Yo este vídeo lo vi mirando a la cara todo el rato, como si pudiera ella verme, a Letizia Ortiz. Como diciendo: “Tía, tú no vienes de ahí de sangre, porque entiendo que Felipe sea un tío que ya está, ya ha entrado en esa espiral y viene de ahí y es lo que hay y para él lo más normal del mundo es ser el rey”, pero la miro y le digo: “Tía, ¿qué estás haciendo?” (risas). Luego la verdad es que se la ve muy integrada en el paisaje. Es por tener un poco de pensamiento coach.